Cristología y misión. En los decretos de la Congregación General 34 de la Compañía de Jesús, acerca de la misión.

Resumen

Álvarez Bolado ha tratado de, como él mismo afirma, reconstruir el lenguaje cristológico prevalente en los decretos sobre la misión de la CG 34 de la Compañía de Jesús, en cuanto ese lenguaje desvela una espiritualidad cristológica que se supone viva y aún cálida, así como las funciones que se atribuyen a ese lenguaje: reanimar y reorientar el imperativo de misión en la Compañía, consolidando su identidad y fundamentar, confirmar y profundizar la reinterpretación de esa misión como servicio a la fe y promoción de la justicia, iniciada por la CG 33 y ratificada por la CG 34.

La coherencia, congruencia y flexibilidad con que el lenguaje es usado atestiguan lo mismo. Si lo miramos desde el uso del lenguaje cristológico en la Congregación General 34, los jesuitas heredan bien la mística referencia a Cristo, Crucificado y Resucitado, que llevó al fundador y a los primeros compañeros, cinco siglos antes, a denominarse Compañía de Jesús y mantener el empeño a pesar de las apariencias de presunción.

Una pregunta decisiva permanece en pie: ¿no puede tratarse de una retórica profundamente interiorizada, entrañable, que segrega de inmediato la emoción de una pertenencia y una cohesión que resultan muy estimadas, pero al mismo tiempo, incapaz tal vez de modelar significativamente la vida cotidiana de miembros individuales y comunidades, de discernir y corregir las conductas cotidianas tan homologadas por la cultura prevalente, de suscitar creatividad y espíritu de profecía? Para hacerse realidad cotidiana de la vida de la Compañía, el lenguaje cristológico habrá de superar los obstáculos que los propios decretos sobre la misión reconocen. La gradual secularización de esta cultura que no sólo llamamos «postmoderna» sino también «postcristiana». La posibilidad de una respuesta personal y corporativa de los jesuitas de todas las latitudes geográficas, sociales y culturales, que vaya hoy en el sentido de la que dieron Pedro y los apóstoles, está sometida a complejas condiciones. La respuesta, de producirse de manera significativa, habrá de producirse como contracultural. No habrá capacidad de comunicar a otros la razón de esa respuesta, si el lenguaje religioso que usamos les es totalmente extraño: la teología que usamos en nuestro apostolado. Esa difícil síntesis de contraculturalidad y contemporaneidad resulta un buen indicador de la compleja conversión que es necesario realizar si los jesuitas desean hacer real la misión, inseparable de esa Cristología que, como su principio y fundamento, han proyectado en sus decretos.