Pedro Arrupe, ¿segundo fundador de la Compañía de Jesús?
Abstract
Arrupe vivió el principio que Ignacio dejó en las Constituciones sobre la vocación jesuíta, que es para «discurrir y hacer vida en cualquier parte del mundo». Este principio lo mostró en su estilo de gobierno. Una de las características más innovadoras como Prepósito General de la Compañía, fue la de orientar y acompañar a los jesuitas repartidos por todo el mundo, no sólo con sus directrices y apoyo desde Roma, sino con su misma presencia física. De este modo, ilumina aspectos de la vida jesuítica o llama la atención sobre las interpelaciones que plantea el mundo actual. Es su forma de incidir directamente en la vida y misión de un país. A su vez, las orientaciones de la misión en cada lugar pueden ser iluminadoras no sólo para los países que visita, sino para la Compañía universal. En definitiva, Arrupe mostró, con sus visitas a la Compañía diseminada por todo el mundo y con la relativa inmersión en el modo de realizarlas, que también la vocación del General es para «discurrir y hacer vida en cualquier parte del mundo».
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