Mismidad y unicidad de la persona (según la perspectiva cristiana)
DOI:
https://doi.org/10.14422/pen.v79.i302.y2023.005Palabras clave:
autosuficiencia, esencia, identidad, lógica, metafísica, mismidad, objetos ideales, principio de individuación, sustancia, unicidad, universales, vidaResumen
La persona no está sola y aislada, sino en convivencia. Aunque yo sea una realidad cambiante, no idéntica, soy el mismo que antes y que después; hay, por tanto, una esencial mismidad, que no es «identidad» en el sentido de las cosas o, más aún, de los objetos ideales. Según esta nueva lógica y nueva metafísica, yo me veo a mí mismo como alguien inconfundible, una persona concreta y única, una realidad histórica, no «algo», «quién» unido a mi «qué», con nombre propio. Me siento libre y, por tanto, responsable, capaz de elección y decisión. Mi vida es mía, la de cada cual, única e irrepetible. Pero, desde los griegos, hay una larga serie de intentos de «cosificación» del hombre: las viejas lógica y metafísica (basadas en la identidad y en la inmovilidad) ven a la persona como sustancia.
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