La noche triste en Guadalajara
Resumen
La alegría que nos produce que ETA haya dejado de matar por unos meses, si salen bien las cosas a lo mejor definitivamente, no logra disipar la inmensa tristeza por la concentración ante la cárcel de Guadalajara. Y no sólo, porque siempre acongoja el que a una persona se le prive de libertad, aunque se trate de delincuentes convictos, pero no confesos, como suelen serlo la mayor parte de los que ingresan en prisión. De creer a los internos, las cárceles están llenas de inocentes; y en el fondo no les falta razón, ya que tuvieron mala suerte en relación con otros muchos que hicieron lo mismo y no les pasó nada. De los delitos cometidos, la mayor parte no se denuncian; y de éstos, menos de la mitad la policía los aclara y entrega los sospechosos a los tribunales, que a su vez encuentran pruebas suficientes para condenar en una proporción todavía más exigua.
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