La investigación se enmarca en los estudios de la migración china orientados a conocer la forma en que construyen su identidad los descendientes de los inmigrantes. Cifras recogidas de INE (2019). El resto reside de forma dispersa en numerosos municipios de España (Beltrán, 2008). Además, la comunidad china en España está compuesta principalmente por las familias con hijos e hijas jóvenes, formando parte de la segunda generación, mientras que un reducido grupo de familias incorpora miembros de la tercera generación. Se ha focalizado el interés en los hijos y las hijas de los inmigrantes chinos que se vieron abocados a emigrar a España con edades variadas, así como a los que han nacido y crecido en España como consecuencia del desplazamiento migratorio de la familia. Los objetivos de este trabajo consisten en determinar cómo construyen su identidad los hijos de los inmigrantes chinos en España y, en segundo lugar, en precisar cuáles son los factores que se perciben como determinantes e influyentes en el proceso de negociación entre la conservación de la identidad originaria y la construcción de la identidad de destino. Este estudio se centra en las experiencias de los hijos e hijas de los inmigrantes chinos, cuyos padres, principalmente, provienen de un condado rural de China llamado Qingtian. Esta última ciudad y la vecina de Wenzhou han sido los lugares de origen del 70% de los inmigrantes chinos residentes en España (Beltrán, 2008; Masdeu, 2014). Qingtian constituye una de las áreas de China con una mayor tradición migratoria, considerando que la misma ha permanecido viva en los últimos tres siglos. La emigración qingtianesa se ha dirigido durante este tiempo a 120 países y regiones, si bien el 80% de los migrantes se ha concentrado en Europa, y particularmente en Francia, España e Italia, de acuerdo con preferencias que han ido cambiando a lo largo del tiempo (Li, 2002; Zhang, 2005; Zhang, 2007; Liu, 2009). Por otra parte, la población china residente en España creció significativamente con la aplicación de la política china Reforma y Apertura de 1978 que fomentaba la salida al exterior, de forma que los flujos migratorios desde China hacia la península ibérica se intensificaron desde entonces, especialmente a partir de los años 90 (Sáiz, 2005a). Actualmente, la comunidad china en España asciende a 220 000 individuos, aproximadamente, y existe una relativa concentración en Barcelona (50 000) y Madrid (60 000) Cifras recogidas de INE (2019). El resto reside de forma dispersa en numerosos municipios de España (Beltrán, 2008). Además, la comunidad china en España está compuesta principalmente por las familias con hijos e hijas jóvenes, formando parte de la segunda generación, mientras que un reducido grupo de familias incorpora miembros de la tercera generación.
Se parte de que estos descendientes de los inmigrantes chinos poseen una fuerte vinculación familiar y comunitaria con la cultura china, pero, al mismo tiempo, esta cultura del país originario convive con la propia del país de acogida, que es la cultura de la escuela y la de otras agencias de socialización ajenas a sus orígenes. En consecuencia, la primera pregunta de investigación sería: ¿de qué manera construyen su identidad los descendientes de los inmigrantes chinos en España? La segunda pregunta que se formula es: ¿cuáles son los factores fundamentales, internos y externos, que concurren en esa construcción de la identidad?
En una primera aproximación al concepto, entendemos por identidad el sentimiento que la persona tiene acerca de la percepción de su propia individualidad y de la pertenencia a una comunidad. Así es entendida en una de las formulaciones más conocidas, que es la de H. Tajfel y J. Turner (1979), a la que se han añadido posteriormente distintas concreciones (Tajfel, 1984). Aunque los elementos constitutivos de la identidad colectiva son muy variados, se admite que algunos, como el lingüístico, poseen una fuerte significación. Gracias al sentido de la identidad, los grupos humanos proyectan una imagen exterior o especular, a la cual denominamos imaginario. Esta imagen exterior es el resultado de operaciones particularmente humanas, como la categorización (clasificación de sí y de los demás), la comparación (de su grupo con otros grupos), la identificación (deseo de asociación con un determinado grupo en detrimento de otras asociaciones) y la distinción (aspiración a que la identidad propia sea distinta de la de los demás), tal como han concluido, entre otros, D. Taylor y F. Moghaddam (1994).
En el caso de los inmigrantes, la identidad cultural es la consecuencia de la construcción y reconstrucción identitaria en el nuevo contexto sociocultural, que se alimenta de las percepciones recibidas de los otros. En otras palabras, se trata de una negociación entre la autoadscripción y la heteroadscripción. Las identidades, a pesar de presentar un relativo grado de estabilidad, siempre están en construcción, a expensas de los cambios que se van produciendo a medida que tienen lugar las interacciones con quienes nos rodean. Sin embargo, la identidad construida en la etapa de la niñez y la adolescencia resulta decisiva a lo largo de la vida (Barth, 1969; Gómez-Pellón, 1997). Hay ciertos estudios que han problematizado la dualidad identitaria de los descendientes de los inmigrantes, examinado la integración y asimilación de las siguientes generaciones de inmigrantes en la sociedad de destino (Aparicio y Portes, 2014; Haller y Portes, 2019; Child, 1970; Hansen, 1987; Lin, 2008). Sin embargo, como indica García Borrego (2006), los enfoques de investigación en torno a las identidades de los descendientes de inmigrantes se han presentado en forma disyuntiva, y lo tópico es plantearse la pregunta en dicotomía: ¿se identifican más con el país de origen o con el país de destino? Y la respuesta a ese planteamiento varía entre la forma tricotómica y la cuatricotómica, a medida que se incluyen las variantes de una postura intermedia (García Borrego, 2006). Es decir, se identifican con ambos referentes culturales a la vez, pero con distintos grados de intensidad. Y ello porque, como indican Medvedeva y Portes (2018), “psicológicamente, es difícil pertenecer a dos comunidades al mismo tiempo e identificarse con la misma intensidad con dos grupos que son culturalmente diferentes” (Medvedeva y Portes, 2018, p. 22). Los estudios de casos de Robles-Llana (2018, 2019, 2021) muestran que la identidad in-betweenness de los descendientes de la 1.5 generación de los inmigrantes chinos puede ser dinámica, o fluida, o cosmopolita dependiente de las distintas experiencias vividas por los individuos. Otros estudios coinciden en la existencia de múltiples identidades, heterogéneas pertenencias e identidades híbridas (Aragón, 2010; Verkuyten, Wiley, Deaux y Fleischmann, 2019; Martínez-León, Ballester-Roca y Ibarra-Rius, 2017). En otras palabras, se considera que las identidades pueden ser múltiples, especialmente en un contexto multicultural. Así, una persona se identifica como chino o china cuando está con los chinos, y se siente español o española cuando está con los españoles; en otras ocasiones, prefiere utilizar otros términos (por ejemplo: huaqiao y huaren1) para introducir una identificación más matizada. Por otra parte, ciertos estudios (Bacchus, 2020; Li y Zhao, 2016; Han, 2007; Zhuang, 2002) indican que el transnacionalismo causa potencialmente una crisis de identidad bajo la globalización. Además, los estudios transnacionales han demostrado que, en la mayoría de los países, los inmigrantes tienden a tener una identificación más fuerte con su nación étnica de origen que con la nueva nación, y muestran una identificación nacional más débil en comparación con el grupo mayoritario (Verkuyten et al., 2019). Los descendientes de migrantes chinos también han difundido ciertas reflexiones sobre la propia ambigüedad de su identidad cultural, tal y como se aprecia en el cómic autobiográfico Gazpacho Agridulce escrito por Quan Zhou Wu2, o en el documental Chiñoles y Bananas3 realizado por Susana Ye.
Los estudios académicos intentan definir las identidades de los hijos de migrantes sirviéndose de calificativos como categoriales, híbridas, múltiples, cosmopolitas, etc. Pero existen pocos estudios que examinen cuáles son los factores que influyen en la construcción de las mismas. Por tal razón, nuestro interés consiste en analizar los factores socioculturales que más influyen sobre los hijos de los inmigrantes chinos durante el proceso de negociación entre la conservación de la identidad de origen, que se fomenta principalmente por parte de la familia, y la variación de la identidad en el proceso de acomodación a la cultura de destino. Asimismo, nuestro interés reside en conocer cuáles son las causas que los llevan a sentirse ambiguos, a propósito de una identidad cultural que se encuentra a caballo entre dos mundos.
Para ello, se plantean interrogantes sobre las posibilidades de que la heteroadscripción percibida por los inmigrantes chinos en España tenga efectos negativos en el proceso de construcción de su trayectoria vital. Esta identidad es muy dependiente de la posición social de la familia, la discriminación, los prejuicios y estereotipos percibidos. Es evidente que la familia constituye el principal motor de la conservación de la identidad de origen, y que la lengua de herencia desempeña el rol indicador de las identidades.
Este estudio forma parte de la investigación que se ha hecho en 2019 y 2020, cuyo trabajo de campo se ha desarrollado en Salamanca y Qingtian (un condado rural de la provincia de Zhejiang de China, lugar emisor de una gran parte de los inmigrantes en España), con hijos e hijas de inmigrantes chinos (de edades entre los 12 y 36 años) y cuyos padres viven en España. El trabajo de campo en Qingtian se llevó a cabo desde el principio de junio de 2019 hasta finales de agosto del mismo año, con varias estancias periódicas en ese lugar, de alrededor de una semana en cada una de ellas. Y el trabajo de campo en Salamanca se realizó desde el principio de septiembre de 2019 a finales de junio de 20204. De esta muestra compuesta por veinte individuos (tabla 1), cinco han nacido y crecido en España (uno de la tercera generación y cuatro de la segunda generación), los cuales conforman el grupo A de la muestra, y quince han nacido en España o China, pero han tenido fases alternas de residencia en China (grupo B de la muestra). La mayoría quedaron en China, al cuidado de los abuelos y las abuelas, y, posteriormente, emigraron a España con edades variadas (dos de la tercera generación y trece de la segunda generación). En cuanto a los orígenes geográficos de ellos, solo un individuo procede de la provincia de Shandong (norte de China), mientras que el resto pertenece a familias originarias de Qingtian (provincia de Zhejiang, sur de China). Para la recogida de los datos hemos aplicado métodos cualitativos, como entrevistas semiestructuradas y entrevistas abiertas, en un contexto de observación participante que se han llevado a cabo, fundamentalmente, en los lugares de trabajo de los jóvenes chinos o en los de sus padres. Aparte de preguntarles a los jóvenes inmigrantes chinos y a sus padres por las experiencias de ser inmigrantes en España, las entrevistas se han focalizado hacia el proceso de construcción identitaria, planteando las preguntas orientadas a tres etapas: pasado, presente y futuro. Así, hemos explorado las vidas de estos inmigrantes, prestando especial atención a los factores que han tenido una influencia mayor en la adquisición de su identidad.
El conocimiento de tres de ellos se produjo en Qingtian, y se pudo mantener el contacto con ellos en España. Se trata de empresarios que viajan periódicamente a China desde España. Los viajes trasnacionales les sirven para mantener sus negocios. El conocimiento con los tres informantes claves en Salamanca permitió la aplicación del método de “telaraña”, con objeto de generar interacciones con los integrantes de la red. En Salamanca la relación con los inmigrantes chinos se produjo frecuentando sus pequeños negocios. Al final, seleccionamos veinte informantes como muestra, doce hombres y ocho mujeres. Como señalamos anteriormente, la mayoría de los inmigrantes chinos residentes en España poseen negocios familiares, en los que ejercen como empresarios autónomos. Este perfil corresponde a los padres de los informantes que nos sirvieron como muestra, los cuales administran negocios ligados a los bazares, la alimentación, los restaurantes, los bares, las tiendas de chucherías, los almacenes, las peluquerías, la venta de teléfonos móviles, la comercialización de accesorios.
Grupo A | Grupo B | |||||||
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Edad | Profesión/sexo | Edad | Profesión/sexo | Edad | Profesión/sexo | Edad | Profesión/sexo | |
17 años | Estudiante (H) | 19 años | Intérprete (H) | 16 años | Estudiante (H) | 27 años | Ingeniero (H) | |
27 años | Ingeniero (H) | 12 años | Estudiante (H) | 17 años | Estudiante (H) | 26 años | Empresario (H) | |
24 años | Pequeño comerciante (H) | 25 años | Trabaja para la familia (H) | 15 años | Estudiante (M) | 25 años | Intérprete (M) | |
25 años | Pequeño comerciante (M) | 28 años | Pequeño comerciante (M) | 25 años | Periodista (M) | 35 años | Comerciante (H) | |
18 años | Estudiante (M) | 15 años | Estudiante (M) | 27 años | Abogado (H) | 36 años | Comerciante (M) |
La problemática de la identidad de los hijos e hijas de los inmigrantes chinos en España es compleja, debido a que el proceso de crianza y crecimiento de estos es heterogéneo, lo cual se relaciona con las estrategias migratorias de las familias. En la literatura científica de los estudios de la migración china, se denominan nuevos migrantes a los chinos que emigraron a partir de la década de los años ochenta, ya que poseen un perfil nuevo, con características y perspectivas propias (Thunø, 2007; Li, 2016). Precisamente, los inmigrantes que llegan a España, procedentes del condado rural de Qingtian, en la provincia de Zhejiang, donde por entonces se están produciendo transformaciones económicas, sociales y culturales que abocan a la migración, pueden ser considerados nuevos migrantes.
En general, la estrategia migratoria de las familias originarias de Qingtian, consiste en que el padre emigra primero, apoyándose en la familia extensa o en la red étnica del lugar de origen, y, poco más tarde, emigra la madre, propiciando el reencuentro, unas veces con hijos y otras sin ellos. Por lo regular, los pioneros de la familia realizan su viaje endeudados, tras reunir la suma que les permita afrontar los gastos del viaje. La esposa y el resto de la familia llevarán a cabo el viaje, tiempo después, merced al visado de la reagrupación familiar y con los primeros ahorros del esposo. Como consecuencia, la primera meta de los migrantes al llegar al país de acogida consistirá en sobrevivir trabajando intensamente para situarse socialmente y pagar las deudas, de manera que unos años después estarán en condiciones de solicitar la reagrupación de la familia para que el resto de los integrantes del hogar pueda emigrar también a España. Sin embargo, alimentar a una familia implica más presión económica que sobrevivir una o dos personas solas en el país de destino. Además, durante los primeros años de migración, los hijos suelen quedarse al cuidado de los abuelos u otras personas de la familia extensa, tales como las tías, dado que la madre emigrada también puede trabajar para contribuir a la capitalización. En el caso de que no haya personas de la familia disponibles para cuidar a los hijos en el lugar de origen, o en el caso de que a la madre le cueste separarse emocionalmente de los hijos, emigran juntos la madre y los hijos. En este caso, si los hijos todavía son pequeños, y necesitan el cuidado de la madre emigrada, el padre se convierte en el único trabajador de la familia. También hay casos en los que los hijos pequeños son enviados al lugar de origen para ser criados por los abuelos, después de nacer en España, para retornar posteriormente a este último país con edades variadas, debido a que la madre necesitaba librarse del cuidado de los niños para entregarse a la vida laboral. Asimismo, hay hijos o hijas que nacieron y crecieron en España, que corresponden a la segunda o tercera generación.
Por otra parte, las familias inmigrantes se encuentran ocupando diferentes posiciones en la sociedad receptora. El estatus económico se refleja principalmente en la magnitud de sus negocios y, en general, del patrimonio de su titularidad. Por ejemplo, entre nuestros informantes hay jóvenes cuyas familias tienen negocios mayoristas, mientras que también hay descendientes cuyos padres regentan pequeños negocios, como, por ejemplo, tiendas de chucherías. Antes de emigrar, la mayoría poseía en el país de origen un estatus generalmente bajo, pero tras años de residencia en España estos migrantes experimentan una movilidad social intrageneracional y, con el correr de los años, sus descendientes llevan a cabo una movilidad intergeneracional, que les hace ocupar posiciones sociales cada vez más diferentes entre sí. De este modo, entre los hijos de la segunda generación y los de la tercera se muestran distintos grados de integración, influidos por la posición social de sus respectivas familias, lo cual condicionará inevitablemente la construcción de sus identidades.
Las opiniones de los jóvenes chinos de segunda generación coinciden en afirmar que el sentimiento contradictorio de estar entre dos culturas está relacionado en gran medida con la familia y el entorno donde residen. Y esta ambivalencia adquiere mayor intensidad entre los jóvenes que han nacido y crecido en España, debido a que se han socializado en el seno de la sociedad española, al mismo tiempo que recibían la influencia de unos padres que aspiran a imponer el estilo de vida, las normas y los valores de la cultura de origen en la siguiente generación. En este sentido, es plausible pensar que la distancia cultural entre la sociedad del país de origen y la de la sociedad de residencia puede ser un factor gradual de complejidad para los descendientes de los inmigrantes chinos, frente a los migrantes procedentes de otros países que tengan culturas más cercanas. Ello es debido a que dicha distancia es tan acusada que existen diferencias culturales muy notables, en algunos aspectos, e incluso conflictivas, como por ejemplo en lo concerniente a la reverencia y la piedad filial hacia los padres (xiaoshun5), a la lealtad hacia la familia y a la consideración de la comunidad que rige en la cultura china; por ende, la ambivalencia surge en el deseo de ubicación que busca la persona, unas veces tratando de encontrar un equilibrio entre las dos culturas y, otras veces, decantándose por una pero sin olvidar la otra.
Por otra parte, la comunidad china en España presenta un carácter identitario complejo, al estar constituida por las “subetnicidades propias de los lugares de origen más concretos, pequeños y localizados” (Sáiz, 2012, p. 592). Así que es más adecuado clasificar la presencia de los chinos en Europa como “familias chinas” en vez de hacerlo como “comunidades chinas” (Sáiz, 2012; Pieke, 2006). Se puede afirmar, por tanto, que los estilos de vida, las normas y los valores interiorizados por los inmigrantes chinos remiten a las subculturas de los lugares de origen de las familias más concretas. Por un lado, las familias que proceden de los mismos lugares de origen forman una red étnica que, a su vez, se integra en otra red más amplia dentro del colectivo chino. Estas redes ofrecen apoyos y ayudas a los integrantes de las mismas que aspiran a asentarse en la sociedad española decididamente. Por otro lado, esta estrategia de asentamiento e incorporación al mercado laboral dentro del circuito étnico reduce, en algún aspecto, los contactos con los autóctonos de la sociedad receptora. Esto es así porque la sociabilidad que caracteriza a los inmigrantes chinos está ligada a las redes étnicas (Nieto, 2007), de tal manera que, por medio de estas últimas, el individuo conserva el nexo identitario con su cultura de origen, con la esperanza puesta en que las siguientes generaciones harán lo propio. Hablar el chino y, al mismo tiempo, reservar el dialecto del pueblo de origen entre familiares, celebrar las fiestas tradicionales dentro de la red de parentesco, apoyarse entre paisanos en los negocios, y mantener prácticas culturales ligadas al lugar de origen son las actividades que se realizan mediante la base que proporciona la familia. En otras palabras, la familia desempeña el papel primordial que fomenta la construcción de la identidad con la nación de origen y, simultáneamente, garantiza la transmisión de esta identidad a las generaciones siguientes.
A mis padres no les gusta que salgamos con los chavales españoles; quieren que estemos con nuestros primos y amigos chinos. (Entrevista con un hijo inmigrante de 19 años, que llegó a España a los once años)
Me hice de amigos con los chinos que tienen mismas situaciones como nosotros (los que emigran de China), aunque mis compañeros españoles de clase son amables y me tratan bien, no quería hacerme íntimo amigo de ellos. Creo que tenemos hábitos y costumbres muy diferentes. Por ejemplo, algunos compañeros españoles querían invitarme a ir al bar, pero lo rechacé, porque no quería tocar tal cosa (beber y fumar). (Entrevista con un hijo inmigrante de 17 años, cuya familia regenta un restaurante japonés)
En realidad, con los años de vivencia en una cultura ajena, los padres también se han aculturado inconscientemente, pero con diferente intensidad, y con un grado más leve en comparación con las siguientes generaciones. No obstante, las redes étnicas que se han desarrollado a través de las actividades laborales y las interrelaciones entre las familias inmigrantes, amparadas por el avance tecnológico de la sociedad de la información y la comunicación, refuerzan la identidad de la “comunidad imaginada” (Anderson, 1983/1993), contribuyendo con ello a la reproducción de las identidades originarias e imaginarias en la nueva sociedad. El refuerzo de la comunidad originaria se realiza de múltiples maneras.
En nuestro pueblo natal, cada familia tiene parientes emigrados a Europa. Tengo dos hermanos en Italia, una en Barcelona y yo en Salamanca. Ahora con el móvil, estamos conectados donde estemos. (Entrevista con una madre inmigrante que administra un bazar, y que tiene un hijo de 19 años)
Mis dos tías también están en Salamanca con sus familias. Mis primos nacieron aquí. Salimos juntos de vez en cuando. Pero raras veces salgo con lǎowài6. (Entrevista con un hijo inmigrante de 16 años)
Además, en algún aspecto, la sensación de ambigüedad de las identidades está relacionada con la posición social que ocupan las familias migrantes. Los inmigrantes chinos emigraron a España, sobre todo, desde las zonas rurales, porque eran pobres y querían alcanzar metas económicas para mejorar la vida de la familia. No obstante, el ascenso social está vinculado con el capital económico, social y cultural (Bourdieu,1979/2006), alimentando un proceso gradual que durará varias generaciones. Como explica García Borrego sobre los estudios de Hansen (1987), “a cada generación corresponde dar un paso en el proceso de asimilación (refiriéndose al término ‘integración’ en Europa), y no es hasta la tercera generación cuando se puede hablar de asimilación” (García Borrego, 2006, p. 17). Por tal razón, podemos decir que la comunidad china en España está segmentada, tanto por lo que se refiere al estatus económico que ocupan, como por el hecho de que se hallan en distintas etapas de integración. La ambigüedad y la contradicción entre la conservación y la variación de la identidad son más relevantes, especialmente, en la segunda generación, debido a que la familia no ha llegado todavía a la integración completa, tanto en la dimensión cultural como en la social, de modo que los migrantes oscilan entre las dos culturas y no desean arriesgarse a perder una de ellas. Por ello, conservar la identidad de origen es considerado, por una parte, como una muestra de fidelidad a la patria. Por otra parte, tal percepción se afianza porque el individuo es empujado por la incertidumbre de no perder la parte positiva que le otorga la identidad de origen.
Mis nietos nacieron aquí (España), pero preferimos que tengan la nacionalidad china. Porque si en el futuro la economía de China va desarrollando mejor, ellos (sus nietos) podrán volver a China a residir. (Entrevista con un padre inmigrante chino que regenta un bazar, y que tiene dos hijos)
Desde el punto de vista de los padres, es natural inculcar a los hijos las normas y los valores de la cultura china, frente a la cultura dominante de la sociedad de acogida, considerando que los padres y los hijos sufren un proceso de aculturación a diferente velocidad, en el que los padres resultan menos afectados que los hijos (Clemente, Espinosa y Antón, 2013); por otro lado, los padres tienen la preocupación de que la vida de los hijos se desarrolla fuera del control paterno, debido a que los padres de origen chino tienden a tener una supervisión más estricta y a imponer una autoridad más estricta a sus hijos que la que caracteriza a los padres occidentales (Qin, 2008). En este caso, ciertos estudios han señalado que las discrepancias entre padres e hijos, resultantes de los niveles asimétricos de aculturación, pueden causar agudos conflictos intergeneracionales (Le, Goebert y Wallen, 2009; Sáiz, 2006; Uña, Clemente, Espinosa y Fernández-Antón, 2011). Por lo tanto, como podemos observar, si los hijos adoptan más las pautas culturales de la sociedad de acogida que sus familias, el hecho es percibido por estas como si los primeros se desviaran de las normas, con el consiguiente riesgo de debilitamiento de la identidad étnica de origen.
Así, las influencias de la familia en el proceso de construcción y reconstrucción de las identidades de los hijos y las hijas de los inmigrantes chinos son las dos caras de la moneda, dependientes de factores como la distancia cultural, la posición social, el estatus socioeconómico, los niveles de aculturación, etc. En general, las familias inmigrantes de origen chino tienden a conservar la identidad de origen en las siguientes generaciones, pero eso no implica que resistan la integración en la sociedad de acogida, sino que se trata de una estrategia de supervivencia y de asimilación ascendente en una cultura ajena.
La familia, que desempeña un papel primordial en la conservación de la identidad originaria, donde se fomenta el uso del chino y del dialecto del lugar de origen, lo desempeña, asimismo, en el aprendizaje de la lengua de herencia. Sin embargo, podemos observar que el chino convencional es una lengua esencialmente oral, esto es, el mandarín y el dialecto local se pueden adquirir en las conversaciones diarias a través de la familia, pero la adquisición del chino escrito necesita un proceso de aprendizaje cognitivo a largo plazo y sistemático. En este sentido, los descendientes de los inmigrantes chinos no manejan el chino escrito debido a la baja motivación y las actitudes negativas por parte de ellos mismos, y a veces también de sus padres, hacia el aprendizaje del chino. Además, los motivos también se relacionan con el estatus socioeconómico de la familia y el nivel de educación que tienen los padres (Ou, 2019).
Edwards (2009) ha expuesto la relación entre la lengua y la identidad, mostrando que, a pesar de la función comunicativa, la lengua posee una importante función social como demarcador que traza fronteras étnicas, sociales y nacionales. La lengua, siendo un demarcador de la identidad grupal, tiene ante todo una manifiesta importancia social y psicológica (Edwards, 2009). Por tal razón, un dominio insuficiente de la misma puede causar una sensación de alienación o pérdida parcial de la identidad. Pero, en ciertas ocasiones, esta sensación de pérdida no es voluntaria, sino que también es debida a las condiciones impuestas en el entorno social de la persona, que en este caso son las propias del país de residencia.
La gente cree que si eres chino, sabes todo del chino. Y me preguntaban cosas que no yo sabía… (Entrevista con un joven inmigrante de 26 años)
Si se enteraban de que tengo origen chino y no sé escribir chino, siempre decían: ¡Qué pena! (Entrevista con una joven inmigrante de 15 años)
El colectivo chino es muy fácilmente identificado en Europa por el fenotipo. Por tanto, la identidad china es más el efecto de una heteroadscripción realizada desde el exterior. La identidad no solo es una cuestión relativa a cómo los inmigrantes se identifican a sí mismos, sino que también trata de cómo son identificados por la sociedad receptora, y cómo ambas partes perciben las fronteras de los grupos a los que pertenecen. Además de la apariencia física, otro factor que se percibe como parte de la identidad es la lengua de origen, que puede ser un marcador de la identidad china. Asimismo, el uso de la lengua de destino también puede ser un indicador de pertenencia al grupo español. Así, quienes hablen el español como los nativos pueden ser aceptados más fácilmente como españoles que los que tengan dificultades con la lengua de la sociedad receptora, como sucede con los inmigrantes de primera generación. Complementariamente, la percepción hacia los hijos e hijas de los inmigrantes chinos sobre su identidad española también se relaciona con su lugar de nacimiento y con su socialización.
[…] él nació y creció en España, ya es español, no chino. (Entrevista con un español que se halla relacionado por razones económicas con una familia migrante china)
Al mismo tiempo, aprender o no aprender la lengua de herencia es una cuestión relevante, a la que deben enfrentarse los hijos e hijas de inmigrantes en la etapa de niñez y adolescencia en la sociedad de acogida. La razón se halla en la existencia de una conexión con el grupo de origen, por un lado, y con la pertenencia psicológica al grupo de acogida, que corresponde al grupo imaginario que le puede otorgar al individuo una identidad social positiva. Por otro lado, con el desarrollo económico de China y su interacción comercial, cada vez es más frecuente la relación con los países hispanohablantes, si bien la lengua de origen, en este caso, el chino, se considera como una herramienta muy valiosa para la inserción e integración de los descendientes chinos en el mercado laboral de la sociedad de acogida (Gu, 2020).
Mis hijos nacieron aquí (España), desde pequeños, empezaron a aprender el chino con una estudiante china y, ahora siguen estudiándolo por vías virtuales. En casa, no les permitimos hablar español, les obligamos a hablar en chino. (Entrevista con una madre china, inmigrante de la segunda generación)
Cada día hay más gente que aprenda el chino en el mundo. Hay que saber el chino, porque tendrán más oportunidades con dos lenguas. (Entrevista con un padre chino, inmigrante de la primera generación)
En este sentido, las escuelas de chino existentes en España, gestionadas mayoritariamente por los inmigrantes chinos, ofrecen unas condiciones favorables para el fomento del aprendizaje de la lengua heredada. Además, hoy en día, con el desarrollo de las tecnologías avanzadas en torno a las comunicaciones y aulas virtuales, los vínculos transnacionales se estrechan; a su vez, se refuerza la identidad grupal imaginaria. Sin embargo, estos factores externos no son suficientes para fomentar el aprendizaje del chino entre los descendientes de los inmigrantes chinos, teniendo en cuenta que, fuera del contexto cultural a largo plazo, la motivación que se desarrolla en el interior de la familia y la comunidad es la clave para la persistencia del estudio de la lengua familiar. Es así que, tanto los factores externos como los internos, están estrechamente vinculados con el estatus socioeconómico de la familia. Ello es debido a que la comunidad china en España está segmentada, y a que los problemas identitarios de muchos de sus integrantes no constituyen una prioridad, debido a que la supervivencia todavía es la primera preocupación para ellos. La mayoría de estos inmigrantes llegaron a España endeudados, y aún deben trabajar intensamente para pagar la deuda que han contraído, hasta que puedan abrir sus pequeñas tiendas o ser propietarios de modestos negocios familiares. En este caso, no es fácil que los padres cubran los gastos derivados de la asistencia a las escuelas de chino fuera del horario del colegio, lo cual explica que, normalmente, acudan a las mismas los fines de semana, aprovechando la reducción de los precios propia de un horario reducido.
Conozco a una familia china que tiene tres hijos, pero los padres solo le permiten a uno de ellos a aprender el chino en nuestra escuela, porque necesitan que los otros dos los ayuden en su tienda. (Entrevista con una profesora de chino que trabaja en una escuela de chino en Madrid)
Los hijos e hijas que se reagruparon con los padres en edades variadas, acosados las más de las veces por el fracaso escolar, no consiguen dominar bien las lenguas de ambos países (especialmente, cuando se trata del lenguaje escrito). Así se explica que, con cierta frecuencia, tengan una marcada sensación de marginalidad, aún más fuerte que la que poseen los inmigrantes bilingües. Por otro lado, los que sean bilingües pueden tener una autoidentidad más relajada y menos reactiva con la sociedad receptora (Medvedeva y Portes, 2018; Woolard y Frekko, 2013; Aparicio y Portes, 2014). Así se explica que la lengua de herencia sea percibida como un elemento fundamental, en relación con el proceso de la construcción y reconstrucción de las identidades de los descendientes de los inmigrantes chinos, todo lo cual influye en la sensación de ambigüedad identitaria que poseen los inmigrantes chinos.
Por otra parte, China, siendo un gran país de emisor de migrantes, concede una gran importancia a la conservación y reivindicación de la identidad de origen de los emigrantes. Periódicamente, se realizan prácticas culturales destinadas a los descendientes de emigrantes, mediante las asociaciones transnacionales de los migrantes chinos en el mundo. El objetivo es promover los estudios de chino y mantener los vínculos culturales con el lugar de origen. Este es el caso de los campamentos de verano denominados Viajes de búsqueda de las raíces, que se realizan cada verano en las provincias de origen de los migrantes, en los cuales participan activamente los descendientes jóvenes de los emigrados. Este tipo de prácticas culturales pueden ayudar a los migrantes chinos a reforzar la identidad con la nación de origen, que antes era más idealizada, debido al poder estimulante del aprendizaje de la lengua de origen.
Mis dos hijos participaron en el Campamento del año pasado y viajaron a Hangzhou (China) junto con otros niños de los chinos emigrados a otros países europeos. Les ha gustado mucho el viaje y se hicieron amigos de los jóvenes chinos que viven en otros países europeos. Antes teníamos que empujarlos a estudiar el chino, pero, después del viaje, están motivados. (Entrevista con una madre china, inmigrante de la segunda generación)
Sin embargo, es evidente que la participación en tales actividades transnacionales está condicionada, por un lado, por la situación económica de la familia y, por otro, por las actitudes de los padres. Por eso, la dificultad es mayor en el caso de los hijos y las hijas de inmigrantes cuyos padres todavía se hallan en unas condiciones de precariedad económica. Ahora bien, cada vez es más común el aprendizaje del chino a distancia. En este caso, las actitudes por parte de los padres y los hijos hacia el aprendizaje de la lengua de herencia influyen como factores dominantes.
En aquel entonces, tampoco tuvimos mucho dinero, pero insistimos en que mis hijos aprendieran el chino. (Entrevista con un padre chino, inmigrante de la segunda generación)
Cuando llevé a mi hijo a España, él estaba en el segundo año de primaria. Llevaba los materiales escolares de chino de la primaria con nosotros. Se los enseñé yo misma en España, porque yo era profesora de primaria en una escuela de nuestro pueblo antes de emigrar. (Entrevista con una madre china, inmigrante de la primera generación)
Como podemos observar, a partir de los testimonios de nuestros informantes, existen diversas situaciones en cuanto al aprendizaje de la lengua heredada, lo cual explica que se hallen en niveles lingüísticos diferentes. En este caso, estamos considerando que el nivel lingüístico también se relaciona con el fracaso escolar de los hijos e hijas de los inmigrantes chinos. En un estudio longitudinal sobre la integración de los hijos de inmigrantes en España, dirigido por Aparicio y Portes, que se realizó entre 2008 y 2012 con más de 5000 hijos de inmigrantes procedentes de más de quince países de origen distintos, se muestra que el 32% de los jóvenes de origen chino abandonaron la escuela en los cuatro años siguientes al comienzo de su formación, mientras que este porcentaje se reduce al 15% cuando se toma en consideración a todos los encuestados (Aparicio y Portes, 2014). Eso implica que los logros educativos de muchos de estos jóvenes sean bajos, al menos relativamente, y esto también puede resultar negativo para el aprendizaje de la lengua.
En suma, la lengua es la llave que da acceso a una cultura determinada. Aprender la lengua tiene un efecto sustancial en la construcción de la identidad. El hecho de ser identificados como chinos, pero sin saber chino, causa a los descendientes de los inmigrantes un sentimiento ambiguo que afecta a su autoestima. Es obvio que el bilingüismo puede desarrollar la capacidad intercultural, puesto que ayuda a estas personas a encontrar el equilibrio entre las dos culturas. Asimismo, las dos culturas, aparentemente, “conflictivas”, pueden terminar por ser complementarias para el desarrollo personal.
Como ya se ha mencionado, las identidades, a pesar de ser estables relativamente, pueden ir modificándose por evolución de las personas, y también por la influencia de la evaluación exterior. Las experiencias vitales en relación con la discriminación y el racismo percibidos en el contacto cotidiano pueden inducir en la persona afectada la creencia de que se halla en una situación de inferioridad. Así que la heteroadscripción puede condicionar la vida de los inmigrantes en la sociedad de acogida. Esa sensación de inferioridad percibida sobre la identidad china no es el efecto que trae consigo la identidad per se, sino que se debe en gran medida a la posición social en la que se encuentran los inmigrantes. En otras palabras, la sensación de discriminación por parte de la sociedad española no solo proviene del aspecto ontológico de “ser chino o china”, sino más bien de “ser inmigrante chino” o de “ser inmigrante china”. La identidad de ser inmigrante tiene más peso que la identidad étnica china. Por lo tanto, esta heteroadscripción percibida como no positiva influye en la construcción de la identidad de los jóvenes inmigrantes chinos. El siguiente relato de un joven inmigrante chino, obtenido en una entrevista semiestructurada, resulta bien expresivo:
Algunos me miraban con una cara antipática, incluso algunos profesores del colegio cambiaban la cara cuando me veían. Durante estos años en España nunca dejo de encontrar a personas que me discriminan. Sin embargo, también hay gente muy buena, pero tengo la sensación de que es muy difícil hacerme amigos de verdad y de corazón con ellos, aunque se comportan muy educados y amables, pero siempre siente la distancia. (Entrevista con un chico de 19 años que llegó a España a los once años, sus padres montan un bazar)
Por otra parte, los prejuicios, los estereotipos y la discriminación son tres componentes que están interrelacionados de forma compleja y que interactúan entre sí (Montes-Berges, 2008). Las causas de su existencia tienen que ver con muchos factores variables que, en el caso de los inmigrantes, se relacionan, en algún sentido, con la percepción hacia la alteridad y con el estatus desigual en el que se encuentran los que vienen de fuera, es decir, los inmigrantes.
La imagen que refleja el colectivo chino en España tiene una fuerte identidad estereotipada. Por una parte, se relaciona con los motivos históricos que han creado un imaginario característico sobre China y los chinos de raíces muy profundas; por otra parte, en la sociedad española, la comunidad china es percibida como una “comunidad cerrada”. Aunque pudiera parecer que no hay problemas relevantes de convivencia, ello no es más que la imagen etic, esto es, elaborada desde fuera por el observador. Se trata de una imagen que es producto de la conjunción del desconocimiento motivado por la desinformación y los estereotipos. Es así como las identidades imaginarias de China y de los chinos se refuerzan y se agrandan en la sociedad española. Por ejemplo, podemos percibir tales impresiones sobre los chinos en expresiones como las siguientes: “los chinos no mueren”, “los chinos se dedican al tráfico de órganos”, “los chinos no pagan impuestos”, “la mafia china”, “los chinos comen perros y gatos”, “trabajar como los chinos”, “no son conflictivos”, “no realizan demandas a la sociedad de acogida”, “son la imagen silenciosa”, “todo a cien”, “productos baratos de mala calidad”, etc. (Oliveira, 2016; Beltrán, 2016). Tales prejuicios y estereotipos, construidos en el seno de la sociedad española, se forman en torno a los negocios de los inmigrantes chinos en España, y se expanden a través de los medios de comunicación de masas, debido a los intereses que se esconden tras la transmisión de informaciones fragmentadas, seleccionadas con fines políticos y económicos.
Así pues, la heteroadscripción en el caso de los chinos se halla afectada por la percepción hacia los actores sociales que, poseyendo este origen étnico, participan como operarios en los pequeños comercios urbanos en España, tales como bazares, restaurantes, cafés, bares, puestos de chucherías, etc. Por ejemplo, la expresión de “vamos a un chino” es como un reflejo de esta imagen sintética y degradada sobre la comunidad china en España. Estas percepciones tienen su explicación en el hecho de que los inmigrantes chinos presentan destacados rasgos fenotípicos comunes, que los identifican como un colectivo. Sin embargo, la imagen que estos inmigrantes representan de la cultura china es parcial y limitada. En este sentido, para los descendientes de la segunda o tercera generación es difícil romper esa imagen arraigada, que les impide ser aceptados con una identidad diferenciada y distinta de la que se halla generalizada. Esto es así, especialmente, para los jóvenes que se han dedicado al comercio familiar, los cuales son asimilados automáticamente a la identidad heredada de sus padres. Dicho de otra manera, estos descendientes de migrantes chinos tienen grandes dificultades para escapar de su identidad adscrita. Esta limitación impuesta por la sociedad de acogida puede afectar a sus expectativas sobre el futuro, causándoles grandes preocupaciones e incertidumbre sobre sus identidades adquiridas.
Sin embargo, en España la población extranjera llega casi el 12,9% (INE, 2019) de la total, de lo que se deduce que los inmigrantes asentados, que provienen de culturas diversas, convierten a España en un país pluricultural. Las experiencias vitales en torno a la discriminación y exclusión también están relacionadas, obviamente, con el estatus socioeconómico de la familia y la interacción social de los propios jóvenes. En ocasiones, las experiencias negativas de los jóvenes chinos se producen con los inmigrantes de otros grupos, y no solo con los españoles autóctonos.
Los españoles, en general, no nos discriminan, porque están acostumbrados a la presencia de los extranjeros y la convivencia. Sin embargo, tuve malas experiencias con los gitanos y marroquíes cuando vivía en Usera (Madrid). (Entrevista con un hijo inmigrante de 27 años)
Un estudio de Medvedeva y Portes (2018) ha demostrado que los factores externos del contexto social que encuentran los inmigrantes pueden afectar negativamente a sus actitudes sobre el país anfitrión. Estos mismos factores pueden resultar decisivos en la autoidentificación con la sociedad de acogida. Ahora bien, las experiencias de discriminación tienen que ver, en gran medida, con el estatus socioeconómico de la familia, lo cual condiciona su interactuación, y la mayor o menor dificultad para librarse del grupo social de pertenencia. Es evidente que las experiencias en relación con la discriminación en el ambiente escolar (Yiu, 2013), pueden tener una influencia negativa sobre los jóvenes inmigrantes en el proceso de construcción y reconstrucción de identidades durante la niñez y adolescencia. La heteroadscripción, es decir, el retorno que reciben del impacto de su propia imagen, les advierte, periódicamente, que es imposible borrar su origen chino y que no es fácil el logro de su aceptación como españoles. No obstante, es importante señalar que los jóvenes más “españolizados” interpretan de diferentes maneras las experiencias en relación con la discriminación, y se inclinan a ser menos sensibles ante tales expresiones y gestos.
Los compañeros del cole, me llamaban chinita. Hasta ahora no tengo amigos o amigas españoles. (Entrevista con una hija inmigrante de 28 años)
No percibo tanta discriminación aquí, pero cuando estaba en el cole, unos compañeros me llamaban chinito, pero creo que son cosas de niños. También tengo amigos españoles. (Entrevista con un hijo inmigrante de la tercera generación)
Los prejuicios y estereotipos se relacionan en gran medida con la discriminación, y los tres componentes ejercen influencias negativas en el proceso de construcción y reconstrucción de las identidades de los hijos e hijas de los inmigrantes chinos en España. El hecho de que la heteroadscripción que perciben los inmigrantes chinos y sus descendientes se oponga a su autoadscripción los posiciona en la ambigüedad. Hay casos extremos en los cuales los afectados optan por la ruptura radical con la identidad china para escapar de la situación, sobre todo al sentirse incapaces de afrontar la negociación, tanto con su cultura de origen como con la de acogida, ante lo cual eligen la solución que estiman más práctica de acuerdo con sus intereses.
Como se muestra en los resultados, el proceso de la construcción y reconstrucción de las identidades de los hijos e hijas de los inmigrantes chinos es complejo, y se halla influido por varios factores tanto internos como externos. En las generaciones que siguen a la llegada de los inmigrantes chinos se presentan diversas situaciones en torno a las identidades, debido a la variación en las experiencias personales de la socialización. No obstante, en general, el común denominador de los descendientes de los inmigrantes se caracteriza por su ambigüedad identitaria, resultante de una negociación incesante con dos culturas distintas, que son la de origen y la de destino, que es tanto como decir entre el self y el other. En este sentido, la familia desempeña el rol primordial para fomentar la transmisión de la identidad de origen, aunque su influencia depende de la posición social en la que encuentra la familia y, sobre todo, del nivel de aculturación de los padres en el contexto de la sociedad de acogida, todo lo cual deviene en indefinición. Sin embargo, con los años de residencia en España, la progresiva asimilación identitaria, tanto de los padres como de sus descendientes, constituye un proceso inevitable, aunque el mismo se lleve a cabo con distintos grados de intensidad dados por el juego de influencias que se van produciendo a lo largo de toda la vida de estos descendientes de los inmigrantes chinos.
Además, por un lado, la lengua heredada sirve como un demarcador de la identidad étnica de estos jóvenes, cuyo aprendizaje puede reforzar la identidad de origen, mientras que, por otro, debido al creciente nivel económico de China, los inmigrantes chinos y sus descendientes consideran al chino mandarín cada día más como una herramienta para su inserción laboral, en vez de tomar esta lengua como un requisito para adquirir la pertenencia étnica. No obstante, el complicado panorama lingüístico dentro de la comunidad china presenta una situación heterogénea en cuanto a la adquisición de la expresión lingüística por parte de los hijos e hijas de los inmigrantes chinos en España. Pero, en definitiva, el chino casi siempre goza de un estatus predominante en cuanto a la transmisión de la identidad étnica, tanto desde la perspectiva emic como desde la etic, ya que los dialectos de los lugares de origen, más concretos y pequeños, se colocan en un plano inferior, cuyo papel se reserva exclusivamente para la construcción de las subidentidades colectivas.
Asimismo, las identidades construidas no solo son el resultado de la autoadscripción, sino que también se relacionan con la negociación y la heteroadscripción definidas por los otros. En este sentido, los prejuicios, los estereotipos y la discriminación que se perciben en el contexto social de la residencia de los hijos y las hijas de los inmigrantes chinos tienen efectos negativos para la construcción de la identidad propia del país de acogida. En suma, la ambigüedad y la contradicción son experimentadas de muy diversas maneras en el proceso de construcción y reconstrucción de las identidades. Es así que cada individuo encuentra la manera de hallar el punto ideal en la negociación intercultural, a fin de cimentar su identidad principal y su identidad complementaria.
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