En la mayor parte del siglo XX, España fue un país de emigración. Pero, a partir de finales del siglo pasado cambió la situación y se convirtió en uno de los Estados europeos con mayor índice de inmigración. A principios de la década de los 90, el porcentaje de personas inmigrantes sobre el total de población española era del 1.36%, lo que equivalía a 542 314 personas. El valor máximo se alcanzó en 2010, con un total de 5 747 734 personas, equivalente al 12.2% de la población total. En 2018, por efecto de la crisis económica, el porcentaje se situó en el 9.9% de la población (4 663 726 personas).
Este contexto migratorio ha sido una de las causas del aumento de los matrimonios mixtos o binacionales. Los datos que aporta el INE (Instituto Nacional de Estadística) indican que, en 1996, primer año del que se poseen datos, el número de uniones celebradas fue de 8009, mientras que, en 2009, cuando se alcanzó el mayor índice, el número ascendió a 29 282, lo que supuso el 16.6% del total de matrimonios celebrados en España. Si bien a partir de 2010 el número de matrimonios mixtos ha ido descendiendo, su porcentaje se ha estabilizado alrededor del 14%. En 2019 fueron un total de 25 080.
En el periodo 1996-2017 se celebraron 429 015 matrimonios binacionales: un 58.5% (250 598) formados por un hombre español y una mujer extranjera, y un 41.5% (178 417) por una mujer española y un hombre extranjero. En 2018 los porcentajes fueron del 62% y el 38% respectivamente. Los orígenes de las esposas migrantes se distribuyen de la siguiente manera: América (61%), Europa (28%), África (9%) y Asia (2%). A su vez, los orígenes de los maridos extranjeros son: América (38%), Europa (34%), África (24%) y Asia (4%) (INE, 2019). Como muestran los datos recogidos en la tabla 1, esta distribución de orígenes, que presenta diferencias sustantivas entre mujeres y hombres, incluye generalmente a países con un pasado colonial ligado a España y a otros cercanos geográficamente.
Hombres españoles | Mujeres españolas | |||
---|---|---|---|---|
Colombia | 30 423 | Marruecos | 25 195 | |
Brasil | 23 452 | Colombia | 10 844 | |
Marruecos | 17 275 | Italia | 10 275 | |
Ecuador | 12 544 | Argentina | 9719 | |
República Dominicana | 11 747 | Reino Unido | 8803 | |
Rusia | 11 682 | Francia | 7878 | |
Argentina | 10 586 | Alemania | 7239 | |
Venezuela | 9032 | Ecuador | 7060 | |
Cuba | 7048 | República Dominicana | 6609 |
Los matrimonios binacionales han existido en todas las épocas, pero en las últimas décadas han tenido un desarrollo sin precedentes. Las razones de este aumento las encontramos en algunas de las características del contexto actual de la globalización, tales como la creciente movilidad y la migración internacional (Appadurai, 2001), la aparición y desarrollo de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (Castells, 2001), o el mismo cambio del concepto de amor o relación (Giddens, 2000). Esto ha facilitado la creciente movilidad de personas, la redefinición de las coordenadas espaciotemporales en términos de inmediatez, y el tener a disposición un mayor número de opciones y elecciones de carácter amoroso-afectivo.
En el marco general de los estudios clásicos sobre migración existe una literatura abundante que se ha centrado en la incorporación de los migrantes al ámbito social y económico del país de acogida (Sayad, 1991), utilizándose categorías tales como asimilación, aculturación y adaptación. Ese punto de vista ha determinado, en gran parte, nuestra manera de conceptualizar, teorizar y pensar la migración. Sin embargo, pensamos que el contexto contemporáneo de transformación social global requiere un nuevo marco teórico y una consideración de las nuevas geografías y tipologías de la migración. El concepto de agencia, por ejemplo, es central para el estudio de la “migración por amor”, porque permite ensayar una visión de los migrantes como protagonistas de sus propias vidas (Williams, 2010, p. 34).
Gran parte de la investigación sobre parejas mixtas se ha centrado en examinar los problemas del cónyuge migrante, focalizando en las experiencias negativas de su integración en la sociedad de acogida, como por ejemplo la desaprobación por parte de la familia y amistades, el ostracismo social y los diferentes problemas de adaptación en las comunidades (Zebroski, 1999). Esta mirada se extiende a la pareja, destacándose la naturaleza conflictiva de la experiencia marital transcultural (Hsu, 2001; Kalmijn et al., 2005; Ting-Toomey, 2009).
La literatura surgida en España sobre parejas mixtas e interculturalidad ha partido de su consideración inicial como un “espacio de hibridez sociocultural especialmente activo y complejo” (Rodríguez, 2004, p. 114). Dos artículos se preguntaban explícitamente en el título si los matrimonios mixtos eran espacios de construcción intercultural (Albert Guardiola y Masanet Ripoll, 2008; Alaminos, 2009). En ambos casos se focalizaba la atención en las asimetrías de poder en la pareja. El énfasis en las simetrías/asimetrías como medida del grado de interculturalidad se halla también presente en el trabajo de Rodríguez Marcos (2009), que hace hincapié en la reciprocidad, en los procesos de aculturación, en el seno de las familias interculturales, mientras que Roca (2013) se centra en los procesos de integración en ellas. Otras aportaciones evalúan las parejas mixtas como uno de los elementos más visibles del multiculturalismo en España, analizándose aspectos muy habituales en la literatura sobre ellas, como la integración. Rodríguez-García et al. (2015) definen la integración como compleja y multidireccional, matizando el nexo entre ambos elementos. Asimismo, perciben la satisfacción (Santacreu y Francés, 2008) como indicador de la reconstitución cultural de las sociedades avanzadas (Steingress, 2012).
En este artículo, vamos a centrarnos en un aspecto poco considerado, como es la dinámica de aprendizaje y gestión de la interculturalidad dentro de la pareja mixta, que se desarrolla durante el proceso de adaptación intercultural, que se produce en los primeros años de la relación. A partir de la Teoría de la adaptación transcultural (Berry, 1997, 2005; Kim, 2001) y la Teoría de la transformación intercultural (Kim y Ruben, 1988), indagaremos en las prácticas de aprendizaje (ajuste intercultural) que conducen a la constitución de la personalidad intercultural (Kim, 2008, 2012).
Somos conscientes que el hecho de prestar atención al origen étnico de los cónyuges extranjeros ha sido considerado problemático, dado que el determinismo étnico puede paralizar nuestra mirada sobre las relaciones íntimas (Beck y Beck-Gernsheim, 2012). Pero rechazar el abordaje de cómo interseccionan el amor y la interculturalidad es negar la posibilidad de llevar a cabo una descripción de uno de los fenómenos más destacados y crecientes de la sociedad actual.
Los objetivos del artículo son: abordar el aprendizaje y la experiencia intercultural como motivación para la búsqueda de pareja mixta y elemento integrante de la misma; profundizar en los procesos de adquisición de la “identidad intercultural” de sus miembros; y analizar sus efectos.
Los objetivos señalados aconsejaron el uso de una metodología cualitativa, dado que se pretende aportar información descriptiva sobre procesos y aspectos valorativos y motivacionales, a partir de las perspectivas de los actores (perspectiva emic), obtenida de una forma no intrusiva, a través de un clima de mutua confianza entre informantes y entrevistadores/as. La investigación de carácter cualitativo constituye, también, un contrapeso al enfoque conceptual habitual en los estudios migratorios. Dicho enfoque tiende a enfatizar y a exagerar las cualidades limitadas y homogéneas de las comunidades étnicas y nacionales, y examina la vida en el límite entre el yo migrante y el otro huésped, diferenciando entre migrantes y sociedad en general (Brubaker y Cooper, 2000; Wimmer y Glick Schiller, 2002).
Los datos se han recogido mediante entrevistas guiadas en profundidad con parejas mixtas heterosexuales, formadas por un miembro español y otro extranjero, residentes en España. Se han realizado 180 entrevistas a un total de más de 200 personas, seleccionadas siguiendo la técnica de la bola de nieve, que implementamos acudiendo a la red social de los investigadores y de diversas asociaciones de inmigrantes, centros de aprendizaje de idiomas, foros de internet, etc. Las entrevistas tuvieron una duración de entre 75 minutos y 3 horas. Estas se realizaron en una o dos sesiones, preferentemente, en el hogar de las personas entrevistadas y fueron grabadas, con el correspondiente consentimiento informado. Fueron conducidas por nueve entrevistadoras y un entrevistador. Cinco de estas investigadoras pertenecen a parejas mixtas —cuatro mujeres no españolas casadas con españoles y una mujer española con un cónyuge no español—. Por lo que contribuye a reducir la afectación de la llamada “crisis de representación”, ya que, tanto en la obtención de la información como en su posterior análisis, han intervenido tantas investigadoras pertenecientes al grupo estudiado como otras no pertenecientes al mismo, consiguiéndose una buena articulación entre las miradas emic y etic.
Nombre | Nacionalidad | Edad | Formación | Tiempo de relación (en años) | Hijos (años) |
---|---|---|---|---|---|
Oyakat/Miquel | Japonesa/Esp. | 30/26 | Universitaria/Secundaria | 4 | 1 (2 meses) |
Ana M./Zelalem | Esp./Etíope | 44/37 | Universitaria/Universitaria | 9 | 2 (6 y 3) |
Chariti/Peter | Esp./Británica | 50/50 | Universitaria/Universitaria | 10 | 2 (25 y 22) |
Charo/Yassin | Esp./Marroquí | 50/25 | Universitaria/Secundaria | 2 | NO |
Catalina/Andriy | Esp./Ucraniana | 44/38 | Universitaria/Universitaria | 5 | NO |
Igor/Iryna | Esp./Ucraniana | 26/24 | Secundaria/Universitaria | 9 | NO |
Salvador/Izaskun | Mexicana/Esp. | 33/33 | Universitaria/Universitaria | 1 | NO |
Johan/Lidia | Británica/Esp. | 62/65 | Universitaria/Secundaria | 30 | 2 (34 y 32) |
Karola/Bakary | Esp./Gambiana | 48/42 | Universitaria/Iletrado | 3 | NO |
Marita/Mario | Esp./Dominicana | 22/22 | Universitaria/Secundaria | 1.5 | NO |
Ona/Idrissa | Esp./Senegalesa | 48/26 | Universitaria/Secundaria | 2 | NO |
Talaia/Rafik | Esp./Marroquí | 43/39 | Universitaria/Universitaria | 6 | NO |
Rita/Roberto | Esp./Brasileña | 36/42 | Universitaria/Universitaria | 5 | 2 (4 y 2) |
Sabina/Juan | Argelina/Esp. | 50/50 | Universitaria/Universitaria | 11 | NO |
Sara/Yari | Esp/India | 38/32 | Universitaria/Secundaria | 7 | NO |
Pol/Xuelin | Esp./China | 39/36 | Universitaria/Universiataria | 5 | 1 (2) |
Melibea/Akram | Esp./Marroquí | 26/27 | Universitaria/Secundaria | 2 | 1 (1) |
Francisco/Monika | Esp./Alemana | 37/31 | Universiataria/Universitaria | 4 | NO |
Si bien las parejas y las correspondientes entrevistas realizadas a estas pertenecen a distintos proyectos, cabe señalar que en todos los proyectos realizados se incorporaba, en la guía de entrevista, el tratamiento de la temática de la gestión de la identidad cultural y de la interculturalidad, dado que lo que cambiaba de un proyecto a otro no era la temática sino la composición (hombre español con mujer extranjera; mujer española con hombre extranjero) o la ubicación (parejas mixtas con un cónyuge español residentes en España o en el extranjero). En las guías de entrevista siempre hubo un bloque donde se planteaban preguntas tales como la valoración de la pareja mixta; el nivel de cumplimiento de las expectativas iniciales; los aspectos positivos y negativos de la unión; la negociación y la gestión de la distancia cultural; los procesos de socialización, adaptación, integración, asimilación; la red social familiar y las relaciones con las respectivas familias de orientación; la decisión de tener hijos y su socialización; el dominio de la lengua del cónyuge; o la valoración de la incorporación del cónyuge extranjero al país de acogida, entre otras. La información se codificó mediante el uso del programa de análisis de datos cualitativos Atlas.ti. Para este artículo, hemos seleccionado una muestra compuesta por 18 parejas (tabla 2), que son las que más información aportaban en las categorías de “razones de la elección de pareja”, “aspectos negativos de la unión”, “aspectos positivos de la unión”, “relaciones entre cultura de origen y destino”, “socialización de los hijos”, “lengua de comunicación e identidad cultural”, “relación con la familia de orientación”, “relación padres-hijos”, centrándonos especialmente en los aspectos de carácter positivo, de acuerdo con los objetivos de este artículo. Hemos considerado también, que en esta muestra estuvieran representadas las principales nacionalidades de los/as cónyuges de parejas mixtas realizadas con españoles/as. Las 36 personas que forman parte de estas parejas seleccionadas pertenecen a 15 nacionalidades distintas. La mujer y el hombre más jóvenes de la muestra tienen 22 años, mientras que la mujer de mayor edad tiene 65 años y el hombre 62. La edad media de las mujeres es de 39,8 años y la de los hombres de 37,6. A excepción de las parejas formadas por Charity-Peter y Karola-Bakary, que estaban divorciadas, las demás estaban legalmente casadas.
El 75% posee estudios universitarios y el 25% restante, excepto un caso, tiene estudios secundarios. Además, en todos los casos al menos un miembro de la pareja tiene una titulación superior y en 9 casos ambos tienen esa titulación. No quisimos modificar esta mayoría formada por personas con estudios superiores, que se correspondía, de todos modos, con las entrevistas con mayor presencia de los temas abordados en este artículo. Pensamos que los resultados obtenidos, más allá del nulo valor en términos estadísticos, podrían resultar más significativos y relevantes manteniendo esta variable. Asimismo, la consideramos clave para la interpretación de los resultados. Además, queremos señalar que, por un lado, esta preponderancia de parejas con nivel educativo alto aparece igualmente, aunque en menor medida, en la muestra general formada por 200 personas y 180 entrevistas. Por otro lado, el nivel educativo alto puede contribuir a la existencia de una mayor conciencia sobre las cuestiones relacionadas con la identidad y la dimensión de la interculturalidad en la relación de pareja, razón por la cual es en parejas de este perfil que esta temática aparecería con mayor frecuencia y densidad en las entrevistas.
Debe señalarse, igualmente, que la entrevista guiada en profundidad permite que las personas entrevistadas tengan la libertad de responder y extenderse sobre aquellas cuestiones o aspectos planteados por la persona entrevistadora que deseen y de eludir aquellos otros que consideren oportunos, sin necesidad de dar explicación alguna y priorizando siempre la obtención de la información de un modo empático y no intrusivo. Por otra parte, la existencia de este sesgo, tanto en la muestra trabajada para este artículo como para la muestra general, no es deliberada sino consecuencia, en todo caso, del hecho de haber utilizado como principal estrategia de búsqueda de informantes la técnica de la bola de nieve. En este caso, nos llevó a buscar entre personas del entorno de sociabilidad de los/as investigadores y, a partir de ahí, aumentarla con personas del ámbito de sociabilidad de las personas entrevistadas.
Dado lo relativamente reciente del fenómeno en España, no es de extrañar que 11 de estas 18 parejas llevaran viviendo juntas entre uno y cinco años, cinco de ellas entre seis y diez años y solo dos más de diez años. En realidad, el periodo de mayor crecimiento de las parejas mixtas en España se da ente los años 2004 y 2014, en donde la cifra anual de matrimonios mixtos celebrados se sitúa entre los 20 000 y 30 000. El trabajo de campo de los proyectos se realizó dentro de este periodo de crecimiento, concretamente en los años 2007-2008, 2011-2012 y 2014. La muestra general del total de parejas entrevistadas refleja este desarrollo relativamente corto de las relaciones. Igualmente, más de la mitad de las parejas (once) no tenían hijos en el momento de la entrevista, tres de ellas tenían un hijo en común y cuatro tenían dos.
Algunos de nuestros informantes reconocen que la adquisición de conocimientos y de competencias interculturales fue una motivación para la búsqueda de una pareja extranjera. Se trata de personas que se han sentido atraídas por la idea de aprender lenguas extranjeras y conocer otras formas culturales de enfrentar el mundo, a través de una relación amorosa con una persona de otro país. Es el caso de Chariti, que después de conocer a Peter, su pareja inglesa, en unas vacaciones en Ibiza, se va con él a vivir a Inglaterra, y de Pol, que en el chat en el que entró para buscar pareja eligió conocer a mujeres chinas:
Así que conozco a Peter y me dice ¿te vienes a Inglaterra? Y yo… ¡sí! con los ojos cerrados… Era el idioma, era el inglés, para aprender a hablar…, era también de cambiar, conocer otra cultura… Yo soy de la época de la transición y era de Bob Dylan, Leonard Cohen y de…era un poco anglófila, lo inglés, lo americano, lo australiano. El sueño de mi vida era irme a la aventura, a Australia o a San Francisco. (Chariti, española, 50 | inglés, 50)1
Yo quería conocer a alguien que fuese china, porque había pues muchas cosas de la cultura, y tenía interés por cosas de China. En general, encuentro que es gente muy educada, muy agradable. También me gusta mucho la comida china. (Pol, español, 39 | china, 36)
El aprendizaje lingüístico y cultural adquirido mediante la relación con la pareja es conceptualizado por una de nuestras informantes japonesas como una ganancia que va a permanecer, incluso, si el matrimonio fracasa:
El matrimonio es una experiencia que puede resultar exitosa o no. Ya veremos. No sé si va a funcionar... puedes poner toda tu responsabilidad, pero nunca se sabe cómo va a terminar. De todos modos, puedo volver a Japón. Esta es una oportunidad para conocer España, Cataluña, para el aprendizaje del español y el catalán... y si al final tengo que volver, voy a hablar dos idiomas más. (Oyakat, japonesa, 45 | español, 42)
En relación con la atracción por el aprendizaje de idiomas, Piller (2008) habla de la existencia de un language desire, que describe el deseo de aprender una segunda lengua y ofrecer una educación bilingüe a los hijos, aunque esto sería aplicable mayormente al inglés.
El proceso de aprendizaje es vivido en muchos casos como una experiencia divertida y enriquecedora, lo que confirma las conceptualizaciones teóricas formuladas por algunos psicólogos interculturales y algunos representantes de la Teoría de la Transformación Intercultural (Milstein, 2005 | Kim, 2001, 2008, 2012):
Me ha aportado la riqueza que representa otra cultura. Lo que puedes aprender a descubrir de una persona que no es de tu país. Cuando estoy un poco en crisis pienso: he hecho tantas cosas que me han gustado y he podido disfrutar… que ya me podría morir. (Johan, inglés, 62 | española, 65)
Eso me ha enseñado mucho, y es que lo ha hecho muy divertido esta sensación de aprendizaje. De aprendizaje con el otro y de aprendizaje en la pareja y de crecimiento. (Charo, española, 50 | marroquí, 25)
Los matrimonios mixtos permiten viajar más allá de las fronteras físicas y simbólicas locales y nacionales. A través de la relación amorosa con un migrante, desde el propio domicilio, en el curso de los cruces permanentes de las fronteras culturales que se producen en la vida cotidiana, la parte española de la pareja adquiere un acceso epistémico a otra cultura, otro idioma en ocasiones, otras tradiciones y visiones del mundo, sin necesidad de llevar a cabo un desplazamiento físico al otro país y tener que adquirir dicha experiencia a través del tamiz de una condición de sujeto minoritario, no nacional, inmigrante o turista.
Podríamos decir que en las experiencias relatadas se observan los beneficios de la llamada reverse acculturation (Kim y Park, 2009), que permite a ambos miembros de la pareja expandir su visión del mundo mediante el conocimiento y disfrute de aspectos tan diversos como los “alimentos étnicos, la ropa, las artes, las creencias, etc.” (Kim y Park, 2009, p. 373).
Las experiencias relatadas por nuestros informantes nos han mostrado que, durante la primera fase de la relación, los cónyuges se sienten a menudo cautivados por las diferencias culturales de su pareja. A las sensaciones ampliamente descritas por la industria cultural del amor sobre el estado eufórico de la primera fase del flechazo cabe añadir aquí la singularidad excepcional que aporta la persona amada debido a su idiosincrasia étnica o nacional. Todo es nuevo y desconocido, también. Todo es susceptible de ser visto como un descubrimiento continuo y una fascinación permanente. En muchas ocasiones ambos miembros de la pareja se hallan envueltos en una especie de “esencialización romántica”, surgida del proceso de descubrimiento continuo y, no necesariamente fácil, del Otro amado:
Yo reconozco que esto es un enredo de vida cien por cien y no sabemos en qué va a acabar. Ambos estamos poniendo de nuestra parte para seguir adelante y hasta este minuto la experiencia ha sido muy enriquecedora. A pesar de tener la misma lengua somos muy distintos. Además, tenemos experiencias previas muy distintas. Con el tiempo van apareciendo rasgos, tanto de ella como míos, que nos permiten ir conociéndonos como somos. Y esto es bonito, porque no estás con alguien similar, que probablemente haya vivido tu misma vida o que tenga tus mismas costumbres y creencias. (Salvador, mexicano, 33 | española, 33)
En este marco, la decisión y el proceso de establecimiento de una relación transcultural puede percibirse, también, por sus protagonistas como un acto de empoderamiento cuando se da la oposición o la incomprensión del entorno, en línea con la narrativa romántica que establece que los amores imposibles son los más auténticos:
No será una relación como esperaba de pequeña, una relación considerada normal: acabo de estudiar, nos casamos, viaje de novios, tenemos dos hijos. No, no será así. Pero lo que hace todo el mundo es aburrido. Tendremos que luchar por muchas cosas. Mis padres me dicen siempre que tenga cuidado. No me gusta este recelo y desconfianza, pero estas cosas te hacen más persona y más fuerte. (Marita, española, 22 | dominicano, 22)
Y casarme yo creo que fue un poco un rebote contra el mundo. ¿Quién me tiene que decir a mí qué he de hacer y con quién me he de relacionar, y que hay fronteras y que este señor no puede venir a verme cuando a mí me da la gana? Pues por mis ovarios que este señor vendrá a España. No me arrepiento en absoluto de la relación con Bakary. Seguramente ha sido uno de los mayores errores de mi vida, pero no me arrepiento. (Karola, española, 48 | gambiano, 42)
En situaciones de cara a cara, el Otro es descubierto de manera progresiva no como un inmigrante, ni como alguien que genera recelo y desconsideración, como muchas veces es presentado por la opinión pública, sino como una persona amada que inspira admiración, devoción, deseo y protección, generando una sensación de profunda gratitud por el hecho de haber sido encontrado y descubierto. El proceso de conocimiento del Otro es percibido como fascinante porque implica la exploración de múltiples capas de la diversidad del mundo y aporta una sensación de goce y disfrute de esta aventura. En este contexto, los protagonistas se sienten formando parte de una experiencia privilegiada:
Hay un espacio mayor de complicidad. Hay también una fascinación; hay un descubrir; un aprendizaje. Aprendí un montón de cosas. Y él también: conocer a mi familia, conocer Túnez, conocer Francia y Argelia. Y hay en eso una gratitud. De la misma manera que me ayudó mucho a entender muchas cosas de aquí. Porque para poder vivir juntos, pues hay una especie de generosidad, para que tú entiendas… (Sabina, argelina, 50 | español, 50)
La interculturalidad, así, puede llegar a convertirse en un catalizador que aumenta la confianza, el deseo de protección y el amor, lo cual puede representar una base sólida para una relación duradera (Falicov, 1995; Karis y Killian, 2009).
El Yo, como identidad susceptible de ser reconocida, no es congénito. Hay tres dimensiones del aprendizaje y de la adaptación intercultural que pueden tenerse en cuenta en un momento de apertura como el que tiene lugar en la primera fase del amor transcultural: la del Yo, la del Otro y la del mundo.
La identidad propia y la de los otros, a menudo, está reificada, produciéndose una identificación absoluta del individuo con las tipificaciones que le han sido socialmente asignadas, es decir, con el estereotipo (Berger y Luckmann, 2003). Los estereotipos constituyen un elemento de nuestra comprensión al proveernos de las condiciones para evaluar al Otro. La otredad debe ser reconocida como distinta para que pueda ser respetada y valorada. Los sujetos interculturales pueden llevar a cabo prácticas tanto esencialistas como restrictivas (Marotta, 2009, p. 281). Algunos de nuestros/as informantes aportan, efectivamente, ejemplos de activación de prácticas esencialistas:
Andriy tiene conocimientos, como eslavo, sobre política global. Habla constantemente sobre política actual, las cuestiones históricas y culturales, todo. Él me ha dado tanto, tanto... Ellos enriquecen, es muy impresionante. Eso es algo que no se puede encontrar aquí. (Catalina, española, 44 | ucraniano, 38)
Lo principal en su vida no es solo trabajar. Es vivir, es disfrutar. Allí [Brasil] la gente tiene más tiempo de mirarse a los ojos, de hablarse, de estar el uno con el otro… y no tanto de producir, ¿sabes? (Rita, española, 36 | brasileño, 49)
Sin embargo, el aprendizaje intercultural no se relaciona únicamente con las diferencias, sino que al mismo tiempo permite conocer aquello que hay de común entre el yo y el otro (Kim, 2001; Marotta, 2009, 2010). Los sujetos transculturales se hallan situados en un espacio liminal que provee una “perspectiva dual” (Marotta, 2009) que da cuenta, simultáneamente, de lo particular y lo universal, del Yo y del Otro y de lo global y lo local.
La pareja mixta puede constituirse, en este sentido, en el epítome de la glocalización, que fundamenta su argumento relacional sobre la interdependencia de lo universal y lo particular, que constituye la forma fundamental de la vida global (Robertson, 1992). Lo global no se contrapone a lo local. Lo local está esencialmente incluido dentro de lo global. Cada persona asume cotidianamente su propia forma de interpretar la realidad global. Se produce una confrontación entre lo que recibimos del entorno más general y nuestras vivencias e influencias de la realidad más inmediata, de nuestra realidad local. Esto da lugar a lo que Robertson y Giulianotti llaman “cosmopolitismo mundano”, que hace referencia al hecho que individuos y grupos sociales, particularmente en los países del norte global, se encuentran y se relacionan culturalmente gracias a fenómenos transnacionales cada vez más comunes. Este contexto cultural dinámico no produce tanto una cultura “local” dentro de un escenario “global”, sino más bien un mundo de culturas glocales, las cuales han recibido influencias de fuerzas culturales diversas con orígenes cada vez más indeterminados (Robertson y Giulianotti, 2006, p. 11).
La glocalización se ha convertido, por tanto, en una práctica común en la vida social diaria, que supone que en el marco de la erosión del orden social establecido se plantea un amplio campo de exploración en donde nada está resuelto o definido. Vivimos al mismo tiempo dentro de entornos particulares y entre diferentes entornos culturales, lo cual no es nuevo, pero sí más intenso y diverso que en el pasado. En un mundo culturalmente globalizado, las situaciones intermedias se están volviendo esenciales para cualquier comprensión de la cultura (Saint-Jacques, 2010). Y las parejas interculturales son uno de sus instrumentos más valiosos.
La mayoría de las parejas entrevistadas calificaron los efectos del aprendizaje intercultural como un crecimiento intelectual:
Creo que tanto Rafik como yo hemos crecido con nuestra relación. Hemos aprendido a compartir ciertos aspectos y a respetar otros. Hemos negociado muchas cosas. Nos gusta hablar, negociar, valorar… (Talaia, española, 43 | marroquí, 39)
Los sujetos transculturales no solo están cautivados por el aprendizaje sobre el Otro. La identidad subjetiva es una entidad siempre precaria y sujeta a las relaciones del individuo con los otros significativos, especialmente en situaciones límite (Berger y Luckmann, 2003). La relación amorosa con un extranjero puede aportar también una nueva y mejor comprensión del Yo, que va desde la autorreflexión a la automejora:
Una de las aportaciones positivas más importantes que me ha dado la relación es conocerme a mí misma, tanto en los aspectos positivos como en los aspectos negativos o mejorables. Y he ampliado mucho mi mirada. Aún considero que juzgo más de lo que debería, pero he aprendido a juzgar menos. (Ona, española, 48 | senegalés, 26)
De este modo, el Otro aparece como un instrumento para ampliar el conocimiento sobre uno mismo. La consideración de una amplia variedad de valores y conductas condicionados culturalmente anima a replantearse el Yo y la propia cultura:
Hay siempre una mirada sobre ti, ¿no? La mirada de los demás. Porque, aun si no te piden explicaciones, tienes que demostrar cosas, tienes que justificar… Otra manera de vivir el tiempo, la sexualidad, el comer… y vas aprendiendo. Y eso es bonito porque se hace en un espacio de lo cotidiano. Y yo, cuando me separé de Juan, era otra. (Sabina, argelina, 50 | español, 50)
Las relaciones amorosas transnacionales comportan en ocasiones la formación de una unión entre el sujeto nacional y el Otro. En España, buena parte de las parejas mixtas cuentan con un cónyuge del sur global, lo que representa el encuentro simbólico entre el centro y la periferia. El imaginario social las percibe como desiguales y atravesadas por relaciones de poder, lo que contribuye a la sensibilización de las mismas personas implicadas en ellas sobre estas cuestiones:
Reprocho a la sociedad en la que vivimos la mala información sobre otros países, haciendo creer que como España no hay nada y los demás países, sea cual sea, se mueren de hambre y son huérfanos perdidos. (Igor, español, 26 | ucraniana, 24)
Si bien las parejas mixtas han sido a menudo problematizadas como espacios donde se reifican las categorías raciales y nacionales, podemos afirmar, igualmente, de acuerdo con los datos obtenidos de nuestra muestra, que los matrimonios binacionales pueden cuestionar también críticamente y resistir con éxito las representaciones estereotipadas de otras nacionalidades impuestas a través de prácticas diarias que lindan entre lo moral, lo cultural y lo económico. El amor transnacional provee evidencias para explorar cómo las categorías sociales están siendo experimentadas y combatidas conjuntamente por cónyuges de los grupos mayoritario y minoritarios involucrados en relaciones sentimentales que, en un ejercicio subversivo al imaginario hegemónico, proceden a deconstruir los estereotipos nacional-culturales:
¿Positivo? ¡Muchísimo! Yo tal vez tenía prejuicio. Sí, conoces gente de aquí que te dicen: los marroquís hacen esto, los marroquís hacen lo otro. Conoces mucha gente que hace cierto tipo de cosas, pero también hay gente que es abierta. ¡Que es la mujer la que manda! Y que si necesitas algo siempre te ayudan. La familia, si necesitas dinero, aunque no lo tengan, te lo dan. Podemos aprender mucho de esta cultura. (Melibea, española, 26 | marroquí, 27)
Los cónyuges españoles de la muestra considerada rompen igualmente con el estigma de la representación colonial de sus cónyuges porque en su vida diaria actúan en el seno de una relación amorosa de una manera espontánea y no estructurada, intercambiando emociones y dialogando informalmente. La narrativa y el sistema discursivo de los otros se expresa de forma constante. Los puntos de vista occidentales y no-occidentales o del llamado norte y sur globales se discuten, se yuxtaponen y se formulan sobre una base cotidiana que provee una polifonía y un diálogo (Bakhtin, 1981) y una vigilancia epistemológica constante (Scollon, 1996). Podemos afirmar que las relaciones íntimas transculturales pueden ser un reto a la existencia de prejuicios nacionales y culturales. En el entorno íntimo binacional se desarrolla una conciencia sobre las imposiciones que emanan de los discursos nacionales, lo que conlleva críticas a los valores culturales tradicionales (Delanty, 2014). Nuestra investigación presenta evidencias empíricas significativas sobre cómo un cónyuge nativo socava y transforma prejuicios, prácticas de exclusión y etnocéntricas, trascendiendo la naturaleza opresiva de los límites culturales que todavía son evidentes en las sociedades occidentales contemporáneas (Welsch, 1999):
Es que toda la relación me ha hecho pensar mucho sobre muchas cosas, sobre lo que es realmente la exclusión, muchísimo, por la cotidianidad, si es que no es otra cosa… es el día a día, pero sobre cómo yo lo puedo afrontar, cuál es nuestra relación, las personas que vivimos incluidas con relación a las excluidas, bueno… realmente he pensado muchas cuestiones de este tipo. (Charo, española, 50 | marroquí, 25)
Un ejemplo particular y relevante de esto lo podemos ver en el desmantelamiento, por parte de algunas parejas mixtas, de la jerarquía construida sobre los estereotipos de género, que contrastan lo positivo de la igualdad de género occidental con los estereotipos negativos del machismo o el patriarcado no occidental. En oposición a la imaginación basada en la racialización y los estereotipos de género promovida a través del discurso público hegemónico, algunas mujeres españolas casadas con hombres no occidentales parecen apreciar precisamente las maneras respetuosas, los buenos modales, la implicación en el trabajo doméstico y la expresividad emocional de sus maridos:
Él es mejor cocinero que yo, o sea que aquí se rompen los esquemas. Y con las tareas del hogar ¡es mucho más apañado! (Sara, española, 38 | indio, 32)
Él es muy correcto, mucho, quizás por la religión. Un día casi vino llorando a casa porque había visto a una pareja discutiendo en la calle delante de su hijo. Esto allí no pasa. Él es más emotivo. Eso para mí tiene mucho valor como hombre. (Ana M., española, 44 | etíope, 37)
También las mujeres no occidentales son sospechosas de representar ideologías y estilos de vida de carácter machista. Las mujeres migrantes por amor, a menudo, son representadas como pasivas, sumisas y obedientes, viéndose pues como una amenaza a la igualdad de género occidental característica de su sistema de género “más avanzado” (Tuori, 2007).
Las personas entrevistadas, más que deconstruir los prejuicios existentes y los puntos de vista simplistas sobre las mujeres migrantes, muestran una amplia comprensión de las relaciones de género debido a la competencia intercultural que han adquirido y un conocimiento de que las categorías socioculturales existen dentro de contextos históricos específicos y que la comprensión adecuada del contexto es esencial para explicar cómo han sido interpretadas y experimentadas.
Mientras que los “modos coloniales de saber” (Lewis, 2006) producen “homogeneidades imaginadas” (Brah, 2005, pp. 184-185), los modos transculturales de conocer desarrollados en las parejas mixtas evidencian la falta de correspondencia entre los imaginarios y las realidades sociales.
Los puntos de vista expresados por las parejas binacionales consideradas convergen, en gran medida, con las conceptualizaciones teóricas sobre la adaptación transcultural. Los procesos de aprendizaje desarrollados dentro de relaciones sentimentales transculturales los ubicamos en un marco teórico compuesto de conceptos interrelacionados, tales como el de la personalidad intercultural (Kim, 2012), vinculado a los estudios de la interculturalidad; el sujeto transcultural (Marotta, 2009), de matriz filosófica; y el cosmopolitismo crítico (Delanty, 2006, 2014), emparentado con la sociología. Estas tres propuestas constituyen un intento de ir más allá del planteamiento clásico sustentado en el binomio aculturación-asimilación.
La personalidad intercultural (Kim, 2008) representa la transformación psíquica fundamental hacia una identidad intercultural alcanzada a través del proceso de adaptación transcultural. Emerge sobre la base de un modo des-centrado de pensar que se extiende más allá de los límites culturales originales de uno mismo. Implica una clara autodefinición y definición del otro como un individuo singular en lugar de un miembro de una categoría social convencional (Yoshikawa, 1978, p. 220). De hecho, se conceptualiza como ilimitada, adaptativa y transformativa, en contraste con la identidad monocultural o monodimensional que es percibida como estática y monolítica (Kim, 2008, 2012). El paso de una identidad monocultural a otra de carácter intercultural se logra mediante una experiencia prolongada e intensa en contextos de adaptación y comunicación transcultural.
Es un proceso similar al que desarrolla Marotta (2009, 2010) a través de la noción de sujeto transcultural, definido por el desarrollo de una perspectiva dual que va alcanzando una pluralidad de puntos intermedios en el proceso de transformación cognitiva. Esta nueva forma de entendimiento, característica de los sujetos transculturales, les permite moverse entre diferentes puntos de vista y adoptar una suerte de tercera vía, una epistemología social alternativa (Marotta, 2009, pp. 273-274). Y es en esta posición alternativa donde surge la dimensión cosmopolita.
El cosmopolitismo crítico acuñado por Delanty surge en situaciones de apertura del mundo. Se trata de un tipo de cosmopolitismo post-universal que va más allá de una versión generalizada del multiculturalismo, en línea con lo que plantea Appiah (2007), que entiende el cosmopolitismo como un término sustitutivo de globalización y multiculturalismo. En el multiculturalismo la meta es simplemente la pluralidad (Delanty, 2006, p. 35), mientras que el cosmopolitismo requiere un mayor nivel de conciencia que se consigue mediante el proceso de la evolución intercultural, que se manifiesta como una competencia dialógica, hermenéutica y crítica, que implica un proceso de aprendizaje y una transformación cognitiva interna (Delanty, 2006, p. 41).
El otro significativo que representa la pareja transcultural es una fuente de transmisión de realidades diferentes. La visión de otros discursos y sistemas de valores aumenta el aprendizaje sobre el relativismo cultural y permite desarrollar una auto-reflexión más crítica. En tanto que Appiah (2007, p. 20) señala la irrelevancia moral de las fronteras nacionales, como “accidentes de la historia sin derecho legítimo sobre nuestra conciencia”, Delanty (2006, p. 42) apunta que, más que buscar el cosmopolitismo encarnado en una identidad nacional, parece que tiene más sentido verlo expresado en las formas más reflexivas de autocomprensión, tal como lo expresa nuestro informante Francisco:
Una perspectiva de que el mundo es más grande que aquí. Que nosotros tenemos un lugar y una manera de vivir fantásticos pero que todos los países tienen cosas fantásticas. Esta perspectiva quizás no la tenía. Y la perspectiva sobre todo de que no tengo porqué quedarme atado y atascado a un lugar: que puedo moverme y puedo irme a vivir a Alemania, a África o donde sea. Esta perspectiva de movilidad y de que no estamos en un círculo, no somos ratas dando vueltas en una rueda. Que siempre podemos irnos o quedarnos, pero que podemos irnos. Eso no lo tenía antes. (Francisco, español, 37 | alemana, 31)
Muchos de los miembros de las parejas entrevistadas han manifestado una auto-reflexividad crítica que se constata en el hecho de ir más allá del etnocentrismo y el particularismo, reconociendo que todas las perspectivas están condicionadas culturalmente, lo que permite adoptar actitudes escépticas hacia las grandes narrativas de las ideologías modernas y los discursos tradicionales basados en categorías dicotómicas, racializadas y ligadas al territorio, prestando atención a las otras culturas y permitiendo la emergencia de narrativas alternativas. Muchos de nuestros informantes han expresado su incomodidad a la hora de situarse en categorías culturales o límites geopolíticos (Delanty, 2006, p. 43), en el marco de una de las consecuencias del proceso de globalización, que al mismo tiempo que confunde el campo de competencia de los territorios y naciones, introduce un elemento de fragilidad en las marcas de identidad cultural que se configuraron históricamente en dichos espacios (Vassallo de Lopes, 2008). Paradójicamente, la culminación de este proceso que encadena elementos como la fascinación por la otredad, por el aprendizaje y la comunicación intercultural, la podemos encontrar cuando toda esta urdimbre basada en la diferencia y su articulación desparece no porque haya sido rechazada sino porque ha sido superada, porque ya ha sido completamente incorporada, tal como lo expresa de manera rotunda Charo:
El aprendizaje del otro, el aprendizaje en la pareja, el aprendizaje continuo…eso ha estado muy bien. Realmente no tengo la sensación de pensar en ningún momento, cuando estoy con él, que es marroquí, ¡es que no lo pienso nunca! No, es Yassin. (Charo, española, 50 | marroquí, 25)
En suma, el amor transcultural ha demostrado ser un lugar privilegiado para abordar las micro dimensiones del cosmopolitismo crítico.
Pensamos que los niveles de satisfacción adquiridos con el aprendizaje transformador y la competencia intercultural deben ser resaltados, así como la influencia del conocimiento y el intercambio transcultural en la relación. Un gran número de nuestros informantes argumentó que la diversidad cultural no problematiza la relación per se ni aumenta las situaciones de conflicto. Si bien es cierto que el aprendizaje intercultural conlleva situaciones de cierto estrés que pueden resultar perjudiciales o engorrosas para la pareja, también es cierto que hemos podido constatar como el potencial de aprendizaje y la gratitud por los conocimientos adquiridos constituyen factores importantes de empoderamiento para los matrimonios mixtos. Esto ha sido señalado también en el marco de otras investigaciones, como la de Dewaele (2013), en donde se presentan casos que muestran cómo el aprendizaje de un nuevo idioma representó, más que un problema en la comunicación de emociones con sus parejas, una liberación de las limitaciones de su lengua materna en este terreno, especialmente en participantes provenientes de orígenes asiáticos y árabes.
Nuestra investigación aporta datos que coinciden en algunos casos con lo que algunos autores han llamado recompensas, oportunidades, beneficios o éxitos de los matrimonios interculturales (Falicov, 1995; Bhugun, 2019; Varro, 1995), tales como el desarrollo de una comprensión más profunda de sí mismo, cultivando una identidad internacional, proporcionando a su descendencia un mundo más rico, un sentido de pertenencia al mundo multicultural en evolución, una mayor curiosidad por las diferencias e intereses similares e igualitarismo o mayor sensibilidad cultural y tolerancia a la diversidad.
Estos hallazgos van en la línea de lo señalado por Till y Barker (2015), quienes en un estudio cualitativo que examinó la comunicación en matrimonios interculturales, hallaron que las áreas importantes de competencia comunicativa desarrolladas y utilizadas por las parejas interculturales fueron la autoconciencia, la mentalidad abierta, la atención plena, el respeto y el apoyo facial. Constataron, además, que las estrategias más importantes para resolver conflictos de manera constructiva incluían cambiar las perspectivas y usar una comunicación abierta.
La evaluación de los resultados de nuestra investigación debe ser contextualizada. Los datos que constituyen la base de este trabajo han sido obtenidos en el contexto específico de un Estado, España, donde la inmigración y la existencia de parejas mixtas constituyen un fenómeno relativamente reciente. De igual modo, la muestra de parejas seleccionada se caracteriza por estar constituida por personas, generalmente, con educación superior y que se encuentran en los primeros años de la relación de pareja. En este sentido es interesante apuntar que, en un trabajo sobre parejas binacionales formadas por hombres húngaros y mujeres chinas residentes en Hungría, Kovács (2015, p. 263) constató que las parejas con miembros con un nivel educativo alto similar tendían a ser más exitosas que aquellas que presentaban una mayor distancia social y educativa. Alaminos (2009) y Rodríguez Marcos (2009), en un sentido similar, han señalado también que el mayor grado de interculturalidad se da en las parejas mixtas simétricas. Por el contrario, y en correspondencia con esto, diversos estudios sobre divorcio en parejas mixtas constatan que estas tienen mayor riesgo de separación (Kalmijn et al., 2005; Milewski, 2014) y, más específicamente, que a mayor distancia cultural, mayor riesgo de divorcio, en línea con la teoría de la heterogamia, que pone el énfasis de sus explicaciones sobre las probabilidades de divorcio en el aumento de la distancia cultural entre los miembros de la pareja o cuando ciertos rasgos socioculturales son muy diferentes (Kalmijn et al., 2005). No deja de ser interesante señalar que los dos únicos casos de divorcio de nuestra muestra corresponden, por un lado, a la única pareja —la de la española Karla y el gambiano Bakari— en la que él es iletrado y ella tiene estudios superiores, mientras que la otra —la española Chariti y el británico Peter— entraría dentro de la de la teoría de la convergencia, que explica las tendencias de disolución matrimonial en parejas mixtas a partir de los niveles de divorcio de ambos países de origen de los cónyuges.
Una parte importante de la literatura sobre parejas mixtas, en efecto, hace hincapié en su vertiente problemática, poniéndose el énfasis en las dificultades de comunicación, con sus malentendidos producto de problemas de traducción (Dewaele, 2018), en la intolerancia con la ambigüedad y su correspondiente frustración (Matsumoto, 2005), en el estrés y la tensión (Bhugra y DeSilva, 2000) y, en suma, en los efectos negativos de las asimetrías percibidas en este tipo de pareja, siendo a menudo el divorcio, como hemos visto, la consecuencia final de todo ello. Nosotros mismos hemos podido constatar, por ejemplo, casos y situaciones de dominación, subordinación y de diversos tipos de violencia entre las parejas que hemos entrevistado (Roca [dir.], 2013). Si bien estas consideraciones son ciertas y están basadas en evidencias resultantes de diversas investigaciones, también lo es, como hemos podido al menos esbozar a partir de nuestros datos, que en ocasiones las dificultades de comunicación pueden suponer una motivación para el aprendizaje, tanto lingüístico como cultural, que la ambigüedad también puede ser gestionada desde la tolerancia con la diferencia y la relativización de esta, y que las diversas asimetrías en lugar de generar dinámicas de dominio y opresión ,en ocasiones, pueden convertirse en oportunidades para la colaboración y la reciprocidad.
En este artículo hemos documentado, pues, empíricamente el potencial transformador resultante del proceso de aprendizaje y de la correspondiente adaptación cultural. Los testimonios relatados constituyen una aportación a la investigación llevada a cabo sobre matrimonios binacionales, que, como ya hemos señalado, a menudo ha focalizado la atención en la naturaleza conflictiva de los encuentros transculturales.
En esta línea, pues, podemos ver como en un espacio, que podríamos calificar de liminal, donde se permite y se hace posible escuchar las voces y los sonidos de los demás, el aprendizaje y el diálogo intercultural pueden aparecer de manera casi natural y espontánea, por lo que podemos percibir a la pareja mixta como un valioso laboratorio para explorar y ejemplificar la dinámica intercultural a nivel micro, lo que constituye un enorme potencial para imaginar nuevos espacios discursivos e identidades sociales emergentes.
La intimidad transcultural aparece, de este modo, como un escenario que promueve la emancipación de los prejuicios y que incorpora, más que excluye, los valores y discursos de los otros. Puede parecer, incluso, uno de los pocos lugares donde todavía se lleva a cabo la confrontación con la narrativa dominante sobre los otros y donde se permite la interacción y la discusión entre discursos diferentes, y en donde las diferencias culturales son percibidas positivamente. Un lugar donde puede surgir lo que Hannerz denomina un “cosmopolitismo más genuino”, que define como “una orientación, una voluntad de comprometerse con el Otro [y que] comporta una actitud intelectual y estética abierta a las experiencias culturales divergentes, una búsqueda de contrastes antes que de uniformidad” (Hannerz, 1998, p. 168). Las parejas mixtas aparecen, pues, como un espacio donde se pueden construir libremente las identidades y los significados compartidos. El contacto cercano con otras culturas estimula la reflexión sobre la identidad y la emergencia de un tipo más reflexivo de autocomprensión.
Hemos abordado también los efectos que el amor transnacional puede tener en el ámbito de las relaciones de poder, mostrando cómo se desafía su naturalización en las parejas mixtas de la muestra. El conocimiento sobre los otros, que permite la interacción romántica e íntima con ellos, diverge significativamente de la información y la categorización producida por los discursos públicos hegemónicos. Los intercambios que tienen lugar en las esferas íntima y privada producen nuevas posiciones de los sujetos, nuevos lenguajes y tipos de participación que dan lugar a formas originales de expresión y diálogo que más que encubrir los conflictos lo que hacen es afrontarlos y elaborarlos (García Canclini, 2000). Este nuevo modus operandi de cohabitación desafía normas sociales hegemónicas prominentes y las transforma. La relación íntima que se establece en la pareja mixta, en fin, puede contribuir a debilitar las actitudes negativas, los prejuicios y los estereotipos hacia otros grupos (Kalmijn, 1998, p. 396) y a desarrollar el hábito de la coexistencia, de la conversación en su sentido más antiguo de convivencia o asociación (Appiah, 2007, p. 22). El cosmopolitismo, así, puede ser sencillo, popular, al alcance de todas y todos, incluso en forma de placentera conversación (Massó Guijarro, 2013, p. 117).
Lo que resulta evidente de los hallazgos de nuestra investigación es que los cónyuges migrantes, cuando forman parte de parejas mixtas de las características de las que componen la muestra que hemos trabajado, pueden dejar de ser sujetos pasivos subalternos para alcanzar la posición de sujetos activos, con agencia, superando así las generalizaciones respecto a las experiencias de las personas migrantes, clasificadas en categorías impersonales tales como, en nuestro caso, mail-order o transnational brides (Williams, 2010). Pueden, por tanto, asumir un papel activo en el país receptor (Scollon, 1996), donde no solo serán sujetos sometidos a un proceso de enculturación, sino que también podrán transmitir sus conocimientos y su visión del mundo, pudiendo participar de forma dinámica en la creación y la redefinición de la ética, la estética, los valores, las relaciones y las afinidades existentes. Y lo hacen de forma relevante, en este caso, en el ámbito privado, por lo que nuestro trabajo aporta esta dimensión más allá de la ya más reconocida de agencia de mujeres inmigrantes en el espacio público (Solé et al., 2013). Esta agencia también incide en sus parejas nativas, propiciando el aumento de su capacidad de autorreflexión y auto problematización. Se produce, por tanto, un impacto epistemológico recíproco, ya que ambos cónyuges llevan a cabo reacomodos, adaptaciones y aprendizajes que les hace posible cambiar su visión del mundo, a través de la interacción intercultural.
Como han señalado algunos pensadores contemporáneos, nos falta un imaginario social que refleje adecuadamente las realidades sociales que ya estamos experimentando (Braidotti, 2007, p. 38). Nuestro trabajo representa un intento de explicar esta nueva situación de intensa movilidad y de relaciones amorosas transnacionales, que anuncia un cambio importante en las sociedades occidentales, también llamadas ya post-occidentales (Delanty, 2003) y posnacionalistas (Braidotti, 2007). Relacionando los niveles micro y macro de análisis, hemos presentado la realidad subjetiva de una muestra de estos actores implicados en el amor transnacional y sus emociones. Pensamos que cada vez más las parejas mixtas, en la medida que sus miembros puedan disponer de algunas características y recursos —por ejemplo, un buen nivel educativo—, pueden aparecer como núcleos privilegiados para el estudio de las relaciones sociales polifónicas, cosmopolitas y hermenéuticas en el contexto de las relaciones cambiantes entre el centro y la periferia.
Este trabajo ha sido realizado en el marco de diversos proyectos del Plan Nacional de I+D+I: 1. “Amor importado, migrantes por amor: la constitución de parejas entre españoles y mujeres de América latina y de Europa del Este en el marco de la transformación actual del sistema de género en España” (47/05): 2006-2008 – “AMORIMPORT”; 2. “Amores transnacionales: constitución y desarrollo de parejas mixtas en España” (CSO2009-10187): 2010-2012 – “AMORMIXT”; 3. “Parejas mixtas residentes fuera de España: relaciones de género, dinámicas sociales y conexiones transnacionales” (CSO2012-33565): 2013-2015 – “EXTRAMIXT”. 4. “Roles de género e interculturalidad de las parejas mixtas en España: una investigación cualitativa longitudinal” (CSO2015-65531-P): 2016-2018 – “LONGMIXT”.
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