El fenómeno migratorio constituye un elemento cultural de gran relevancia para la sociedad senegalesa (Sakho, 2018; Tandian, 2018), hasta el punto en que autores como Diop (2008), Willems (2008) y Dunsch et al. (2019) hablan, precisamente, de una cultura de la migración que la atraviesa casi por completo, aglutinando algunas de las principales características generales de la movilidad africana. Cuestiones como el vínculo con el origen, el envío de remesas, la movilidad social y los imaginarios sociales en torno a la migración se erigen como fundamentales en un país en que “toda familia tiene al menos uno de los suyos en el extranjero”1 (Dumont y Kanté, 2010, p. 69). Además, Senegal constituye no solo un estado emisor de emigración, sino también un espacio de tránsito y receptor de flujos migratorios (Diop, 2008; Tandian, 2013; Kabunda, 2019), por lo que podemos deducir su enorme relevancia a nivel social, cultural, político y económico.
Por otra parte, la sociedad civil ocupa también un lugar de gran relevancia en la esfera social y política senegalesa. Asimismo, esta se encuentra integrada por una gran diversidad de actores, organizaciones y prácticas que intervienen en el espacio político y están posicionadas políticamente, de modo más o menos explícito (Marín, 2017). En este ámbito surgen las Organizaciones de la Sociedad Civil (en adelante, OSC), cuya naturaleza plural incluye una gran heterogeneidad de prácticas y acciones que buscan dar respuestas a las trasformaciones y demandas políticas, sociales y económicas de la población en cada momento concreto. Una de las áreas de trabajo de estas entidades es, justamente por su enorme relevancia social, el fenómeno migratorio, donde canalizarán sus esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de las personas que, de un modo u otro, se ven atravesadas por esta realidad.
En este sentido, resulta interesante plantearse cómo abordan las OSC la cuestión migratoria y qué tipo de actividades llevan a cabo en este ámbito de acción. A partir del trabajo de campo etnográfico llevado a cabo en Dakar, la capital senegalesa, pudimos identificar algunas de las acciones implementadas por estas entidades, a través de las cuales buscaban en todo momento que la migración no fuera considerada una necesidad, sino una opción más y, de hacerse, se haga por vías seguras y legales. Con ello en mente, en el presente artículo vamos a centrarnos en dos grandes áreas de acción que, además, se hallan estrechamente interrelacionadas: por un lado, la sensibilización y, por el otro, la formación de los jóvenes potenciales migrantes. Ello nos permitirá aproximarnos al modo en que desde la sociedad civil senegalesa se percibe y trabaja el fenómeno migratorio, incorporando su planteamiento crítico y respetuoso con los derechos de las personas migrantes.
De este modo, a continuación, tras una breve aproximación al fenómeno migratorio senegalés y tras explicar la elaboración del trabajo de campo, pasaremos a exponer los principales resultados de esta investigación, empezando por presentar el rol de las OSC senegalesas y sus áreas de trabajo en materia migratoria. Seguidamente, expondremos las acciones llevadas a cabo por las entidades analizadas en los ámbitos de la sensibilización, la formación y la educación. En este sentido, cabe señalar que los hallazgos aquí presentados se derivan del trabajo realizado con unas determinadas entidades, por lo que, aunque nos permiten aproximarnos a esta cuestión, en ningún momento pretendemos generalizar nuestros resultados y conclusiones.
Como anunciábamos, la migración constituye un elemento de enorme relevancia social y cultural en Senegal, caracterizado de una gran complejidad (Organización Internacional para las Migraciones, 2018) a la que hay que atender, así como al hecho de que este Estado, a partir de sus propias especificidades, construye diversas formas de vivir las migraciones como respuesta a los retos de la mundialización (Sakho, 2018). En este sentido, además de erigirse tanto como polo emisor como receptor y de tránsito de flujos migratorios, Senegal presenta un patrón polarizado en que África y Europa se constituyen como sus dos campos migratorios principales y, además, complementarios (Dumont y Kanté, 2010; OIM, 2018; Sakho, 2018)2.
Por un lado, la migración intracontinental ha constituido un importante fenómeno en Senegal a lo largo de la historia, tanto en la emisión de personas migrantes hacia otros Estados africanos como en la recepción de personas procedentes de los mismos. La relevancia de este tipo de movilidad tiene mucho que ver con la integración regional, encabezada por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que quiso favorecer la libre circulación de personas entre los estados pertenecientes a este grupo regional (Castagnone, 2010; OIM, 2018). La posición de Senegal como país de “acogida” de personas extranjeras africanas se reforzó a partir de su independencia en los años sesenta, afianzándose en la década siguiente (OIM, 2018) y perdiendo fuelle poco después como consecuencia de las sequías y del declive económico sufrido a raíz del endurecimiento de las políticas económicas impuestas desde Occidente (Carballo de la Riva y Echart, 2008). De todos modos, Senegal ha seguido siendo hasta la actualidad un importante estado receptor de flujos intracontinentales, sobre todo en sus áreas urbanas, entre las que destaca su capital, Dakar (Beauchemin et al., 2014; OIM, 2018), seguida de otras regiones como Ziguinchor y Kolda (OIM, 2018).
En cuanto a la salida de senegaleses/as hacia otros países del continente, Carballo de la Riva y Echart (2008) señalan los desplazamientos ya realizados antes de las independencias, primero de campesinos y luego de obreros y comerciantes en busca de mejores condiciones económicas. Tras la descolonización, los movimientos intracontinentales siguieron siendo importantes, primero hacia los núcleos urbanos del país, para seguir hacia los estados vecinos. Esta emigración estaba “ligada a la llamada de mano de obra cualificada en los territorios africanos de las antiguas colonias francesas; procesos migratorios que continúan, pero hoy siguiendo una lógica circular debido a la inestabilidad político-económica de los países de acogida” (Moreno Maestro, 2006, p. 25).
Por su parte, Dumont y Kanté (2010) establecen tres grandes campos africanos de migración senegalesa: el primero correspondería al limítrofe, derivado de razones históricas, lingüísticas, culturales y económicas, y que puede ser tanto temporal como permanente. Aquí se dan flujos bilaterales que siguen la lógica de la proximidad geográfica, sobre todo con Gambia y Mali (OIM, 2018). Mauritania, por su parte, suele ser más un estado de tránsito en la migración hacia Europa. Segundo, los territorios alejados del sur del Sáhara, como Costa de Marfil, Gabón y Congo, sobre todo a raíz de su descolonización y desarrollo económico e industrial. Finalmente, otros enclaves constituyen territorios de circulación migratoria, como Marruecos y Sudáfrica, considerados países de tránsito desde la lógica de la reemigración: lugares donde esperar y acumular capital para moverse al Norte (Moreno Maestro, 2006; Elmadmad, 2011; Tandian, 2013), aunque en ocasiones se acaben convirtiendo, como ocurre con Marruecos, en lugares de tránsito permanente (Elmadmad, 2011).
Asimismo, Senegal posee también una importante movilidad interna, que hace que se den desplazamientos dinámicos en el interior del Estado, principalmente dirigidos a las regiones urbanas del país y, de nuevo, ocupando un lugar clave la capital (Sall, 2008; Tandian, 2013; OIM, 2018). Esta movilidad se manifiesta, por ende, bajo la forma del éxodo rural, con la tendencia a concentrar a la población hacia el oeste, región más urbanizada del país (OIM, 2018). Sin embargo, anteriormente los desplazamientos internos más importantes se dirigían a las zonas agrícolas más ricas y a la costa atlántica (Carballo de la Riva y Echart, 2008). Por último, al igual que ocurre con las personas de otros Estados africanos, los migrantes senegaleses pueden concentrarse en Dakar u otras regiones costeras en su proceso migratorio hacia Europa (Jabardo, 2006; Sall, 2008).
Por otro lado, y en lo que se refiere a su otro gran campo migratorio, aunque siempre se había dado cierta movilidad hacia el continente europeo, esta se intensificó a partir de las independencias (Daffé, 2008). Siguiendo los vínculos históricos y coloniales con los países europeos, Francia se erigió como el destino privilegiado de la migración senegalesa hacia Europa, sobre todo como consecuencia de la ocupación colonial llevada a cabo por esta potencia europea en este país (Beauchemin et al., 2014; OIM, 2018). De este modo, durante décadas Francia atrajo y recibió a migrantes senegaleses, mayoritariamente varones, mediante el reclutamiento de mano de obra y la ausencia de necesidad de visado de entrada (Tall, 2008).
Sin embargo, con la crisis económica de los años setenta y el consecuente “cierre de fronteras” europeo (Castagnone, 2010) se empezó a rechazar la llegada de migrantes, por lo que se endurecieron las políticas migratorias. Como consecuencia, los migrantes senegaleses que hasta el momento se habían desplazado a Francia con relativa facilidad, vieron dificultados sus proyectos migratorios (Tall, 2008; Carballo de la Riva y Echart, 2008; Beauchemin et al., 2014). Así, a partir de los años ochenta, Senegal, sumido también en su propia crisis, sufrió cambios en sus patrones migratorios, tanto cualitativos como cuantitativos (Lessault y Mezger, 2010), y a la ya existente europeización creciente de los flujos (Dumont y Kanté, 2010) se le sumó la diversificación de los países de destino con los que no guardaba vínculos históricos, políticos o lingüísticos (Tall, 2008; Lessault y Mezger, 2010). Así, Senegal se destaca como un país que se ha “apartado de los modelos migratorios coloniales y en los que se ha registrado un sustancial aumento y diversificación de la migración hacia Europa” (De Haas, 2008, p. 52), siendo Dakar el origen principal de estos/as migrantes (Beauchemin et al., 2014).
Como consecuencia de este giro restrictivo en la política migratoria europea, la inmigración comienza a dirigirse a los países de la Unión Europea (UE) con fronteras más porosas (Jabardo, 2006) o leyes más flexibles (Castagnone, 2010). Aparecen nuevos destinos que en esa época empiezan a definirse como países de inmigración, siendo más atrayentes para la inmigración senegalesa que, precisamente por el endurecimiento de las medidas restrictivas, es altamente irregular (Jabardo, 2006). Así, Italia y España se unen a Francia como sus principales destinos (Jabardo, 2006; De Haas, 2008; Willems, 2008; Dumont y Kanté, 2010; Beauchemin et al., 2014; OIM, 2018), recibiendo también, a partir de los ochenta, la reemigración procedente de este país (Dumont y Kanté, 2010). No obstante, a partir de los noventa y sobre todo con el inicio del nuevo milenio, ambos estados adoptan también un acercamiento cada vez más restrictivo (Beauchemin et al., 2014), haciendo que las condiciones migratorias sean cada vez más complicadas y peligrosas (Gabrielli, 2008), e incrementando la irregularidad de sus llegadas a Europa (OIM, 2018).
En este sentido, aunque el fenómeno de la migración irregular ha sido ampliamente exagerado, generalizado y criminalizado por parte de los medios de comunicación y las autoridades políticas europeas (Lessault y Mezger, 2010), sí que constituye una realidad. Muchos jóvenes migrantes se juegan la vida para poder llegar a Europa, cruzando en pirogues3 el océano o atravesando el desierto del Sáhara, al grito de Barça ou Barzakh4 (Tandian, 2006; Diop, 2008; Tall, 2008; Beauchemin et al., 2014; Mbaye, 2019). Su objetivo es llegar, respectivamente, a las Islas Canarias, consideradas puerta de entrada a España y Europa (Adepoju, 2008; Willems, 2008); o al norte de Marruecos, desde donde se intenta acceder a España, de forma “clandestina” en Ceuta o Melilla, o atravesando el Estrecho hasta la península o las propias islas (Castagnone, 2010; Elmadmad, 2011). Todas ellas opciones en las que las vidas de los y las migrantes son puestas en riesgo.
Aunque la migración constituye un fenómeno complejo y heterogéneo que aúna causas y motivaciones de carácter político y económico, pero también social, cultural, familiar y personal, a partir de diversos estudios de carácter tanto macro como micro, cualitativo y cuantitativo, podemos extraer algunas cuestiones que entran en juego a la hora de tomar la decisión de migrar, sin pretender en ningún caso hacer generalizaciones. Primero, podemos referirnos a la desigualdad existente entre los dos lados del Mediterráneo (Kabunda, 2019; Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2019) que lleva a las personas africanas a intentar mejorar sus condiciones de vida probando suerte en Europa (Diop, 2008; Beauchemin et al., 2014). En este sentido, dicho continente es visto, en el imaginario social senegalés, como un “dorado” lleno de oportunidades en el cual está casi asegurado el éxito (Tandian, 2006; Dumont y Kanté, 2010; Mbaye, 2019). Este imaginario es reforzado en gran medida por los medios de comunicación, pero también por los propios migrantes de retorno (Dumont y Kanté, 2010; Tandian, 2018).
Asimismo, la migración se presenta como un vector de ascenso en la jerarquía social (Tandian, 2013), un éxito vital social (Daffé, 2008; Mbaye, 2019) e incluso el culmen del rito de paso para convertirse en adultos (Beauchemin et al., 2014). También es concebida como un importante motor de desarrollo local (Lessault y Mezger, 2010). Por otra parte, dado que la migración constituye una cuestión familiar y un vínculo continuo con el origen, la perspectiva de poder enviar dinero a casa constituye otra razón de peso a la hora de elegir Europa como destino (Daffé, 2008; Tall, 2008), pues debe ser posible rentabilizar la inversión que supuso el viaje para los familiares del migrante (Tall, 2008; Dunsch et al., 2019).
La confluencia de todas estas cuestiones provoca que se ejerza una enorme presión social, consciente e inconscientemente, sobre los jóvenes, influyendo en gran medida en su decisión de emprender un proceso migratorio (Tandian, 2006). La falta de empleo se erige igualmente como una razón fundamental para querer viajar en búsqueda de oportunidades (Tandian, 2013), pero también el querer conocer mundo y cumplir aspiraciones vitales que van más allá de estos planteamientos (Tandian, 2018; Dunsch et al., 2019). Por último, las redes transnacionales que conectan ambos lados y facilitan la llegada e instalación de las personas migrantes tienen también un gran peso en la elección y mantenimiento de esos destinos (Moreno Maestro, 2006; Kabunda, 2019). En este sentido, juegan un papel relevante las cofradías religiosas, sobre todo las dahiras mouride (Carballo de la Riva y Echart, 2008). Todas estas cuestiones fueron retratadas en los discursos de los representantes de las OSC con las que se realizó el trabajo de campo, por lo que nos sirven de base para contextualizar las acciones emprendidas por estas entidades a la hora de abordar la migración de los jóvenes senegaleses.
Este artículo está basado en parte de los resultados del trabajo de campo llevado a cabo en la ciudad de Dakar durante los meses de febrero-marzo de 2020 y noviembre-diciembre de 2021. En un principio, la estancia estaba planificada para los meses de febrero a mayo de 2020, pero se vio interrumpida como consecuencia de la Pandemia del COVID-19. No obstante, fue recuperada posteriormente en 2021, y dado que en esta segunda etapa se retomaron los mismos objetivos y trabajo de campo, la estancia se presenta como si de una única experiencia se tratara. El trabajo de campo estaba enmarcado en la investigación doctoral de su autora, centrada en estudiar procesos de codesarrollo en el contexto específico de la migración senegalesa en la ciudad de Granada.
Durante la estancia se llevaron a cabo una serie de encuentros y entrevistas con representantes de OSC senegalesas que trabajaban cuestiones referidas al vínculo entre migraciones y desarrollo. La puesta en contacto con estas entidades fue realizada a partir de un primer encuentro con el Réseau Migration Développement (REMIDEV), una red de asociaciones que aúna organizaciones que trabajan este tipo de cuestiones. El representante de esta entidad con el que nos reunimos nos facilitó un listado de las OSC que formaban parte de la red, y nos recomendó con cuáles empezar a contactar, facilitando sus datos y avisando él mismo a algunos de ellos para que nos atendieran. De este modo, fuimos ampliando la red de contactos y llevando a cabo los encuentros.
A lo largo de la primera fase de la estancia se realizaron entrevistas semi-estructuradas con cinco OSC, las cuales aparecen recogidas en el cuadro 1. Asimismo, en posteriores encuentros y fórums (tanto en la primera como en la segunda fase), se mantuvieron conversaciones de carácter informal y se implementó la observación participante, lo que nos permitió tener acceso a los discursos y percepciones de otras entidades que también trabajan en este ámbito y que, además, lo hacían en red o de forma conjunta con las demás OSC entrevistadas. Mediante el análisis y triangulación de los datos producidos en estos intercambios y el trabajo de campo cualitativo implementado en ellos, fue posible aprehender la visión que se tiene desde estas entidades sobre el fenómeno migratorio africano/senegalés y cuál puede ser el rol de la sociedad civil senegalesa en el mismo.
Réseau Migration Développement (REMIDEV) |
ENDA DIAPOL – Enda Tiers Monde |
Association Migration et Développement de Yarkaah (MIGDEV) |
Association de Jeunes Rapatriés de Thiaroye (AJRAP) |
DIADEM |
Como anunciábamos, la sociedad civil ocupa un lugar muy relevante en la esfera cultural, social y política de Senegal. Este país ha contado con una fuerte tradición asociativa desde tiempos precoloniales (Cissé, 2008), pero esta tomó fuerza a partir de los años ochenta y noventa con la expansión del movimiento asociativo en la esfera política senegalesa (Sarr, 2006). Según Cissé (2008), a partir de los noventa se empieza a vislumbrar un discurso articulado sobre el rol de la ciudadanía en estos movimientos asociativos en un contexto estatal que, impulsado por las instituciones internacionales, se ve interpelado a reducir su omnipotencia política. Desde entonces, se ha ido incrementando y diversificando el número de entidades, conformando “una sociedad civil extremadamente diversa y activa que se ha ido consolidando al hilo de los grandes cambios sociales, económicos y políticos que afectaron al país desde su independencia” (Marín, 2017, p. 130).
Dentro de la diversidad y pluralidad de actores y organizaciones que conforman la sociedad civil senegalesa, las OSC abarcan una amplia heterogeneidad de prácticas que buscan dar respuesta a las demandas sociales, políticas y económicas de la sociedad (Kamara, 2010), adaptándose a las necesidades de cada momento y contexto concretos. Así, estas entidades actuarán “como fuerza de presión y proposición en un sentido favorable a las aspiraciones de las poblaciones o simplemente como un marco de organización práctica de modos de mejora de sus condiciones de vida” (Marín, 2017, p. 129). Las OSC intervienen en el espacio político y, como afirma Marín (2017), se dediquen o no de forma directa a la incidencia política, todas ellas están atravesadas por ideologías y posicionamientos y actúan en campos de acción política. Por otra parte, y como anunciábamos al comienzo, uno de los nichos en los que intervienen las OSC es la migración, precisamente por su enorme relevancia social, cultural, política y económica.
De este modo, surgen diversas organizaciones heterogéneas, con roles y posicionamientos diferenciados que buscan atender a estas cuestiones, centrándose cada una de ellas en áreas de acción más o menos específicas. De todos modos, pese a la pluralidad y diversidad de entidades, todas ellas son organizaciones con reconocimiento jurídico que les permite actuar en la arena social y política senegalesa de forma dinámica y con un rol activo en la definición y seguimiento de políticas públicas (Kamara, 2010). Además, se insertan en redes de trabajo conjunto con otras entidades (como la ya mencionada REMIDEV) o participan habitualmente en encuentros de la sociedad civil, lo que les permite ampliar el alcance y efectividad de sus acciones, además de compenetrarse e intercambiar en distintas áreas de trabajo, en este caso vinculadas al binomio migración-desarrollo.
No obstante, a pesar de que las denominaciones tanto de la red como de las entidades se refirieran a este binomio, las OSC investigadas se centraban en la primera parte de la ecuación y, por el contrario, no solían llevar a cabo acciones o proyectos destinados a promover el desarrollo del modo en que se hace desde la cooperación para el desarrollo5. De todos modos, sí colaboraban con entidades de este ámbito, sobe todo organizaciones e instituciones europeas. Así, no se refirieron ni a actividades ni a proyectos llevados a cabo con el objetivo de “desarrollar” las comunidades de origen de los migrantes, pues dirigían sus acciones en otras direcciones. Y, en el caso de que sí se contemplara el desarrollo o mejora de las condiciones de vida en origen, no se hacía con el objetivo de “frenar” las migraciones. No obstante, en sus discursos sí se presentaba la idea de que el “desarrollo local” (término empleado por los representantes de las OSC) en las regiones de origen tiene un peso significativo en la determinación de la migración, junto a otros factores de carácter social y cultural.
Volviendo a la cuestión del trabajo en red, este fue subrayado por todas las OSC, tanto a nivel nacional como internacional, y en este sentido podemos clasificar las contrapartes con las que colaboran en distintas categorías: primero, las entidades senegalesas, locales, que trabajan en cuestiones parecidas (desde la sensibilización a la incidencia política) y que, por tanto, comparten acciones y actividades con tal de lograr un mayor impacto en la sociedad. Segundo, las entidades africanas, regionales, que abarcan la migración mayoritariamente intraafricana, pero que también trabajan la migración intercontinental desde una perspectiva conjunta, siempre abogando por el respeto de los derechos de las personas migrantes. Este trabajo compartido con otras asociaciones y entidades continentales se puso de relieve en múltiples ocasiones. A modo de ejemplo, en el Primer Fórum Social Panafricano por las migraciones6, realizado en diciembre de 2021 y organizado por la entidad DIADEM y la plataforma Migrafrique, se puso el acento en esta cuestión, por dos motivos principalmente: por un lado, por adecuarse a la migración regional, esencial en el continente; por otro lado, por el hecho de que se benefician espacios pensados por y para las personas africanas, quienes plantean sus propias alternativas, sin limitarse a adoptar aquellas iniciativas importadas del exterior.
Tercero, también se trabaja con instituciones internacionales como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que, en cierto modo, imprimen la óptica preventiva o securitaria en el discurso institucional de gestión migratoria; y con entidades de la cooperación europea, tanto oficial (sean nacionales o descentralizadas) como del Tercer Sector. Estas instituciones y entidades se erigen también como financiadoras de las OSC, lo que puede resultar clave a la hora de atender a qué acciones llevan a cabo y con qué objetivos (y de quién). Así, la fuente de financiación ha supuesto, en ocasiones, ciertas limitaciones a la hora de actuar o de escoger las líneas temáticas, pues solo se apoyaban económicamente aquellas actividades que interesaban a las instituciones financiadoras en cada momento concreto. Finalmente, destacar que, contrariamente a lo que esperábamos, las OSC entrevistadas no solían colaborar (o lo hacían de forma minoritaria) con asociaciones de migrantes senegaleses localizadas en el exterior.
Por otra parte, un hecho a destacar se refiere a que las entidades, sobre todo aquellas que atienden al retorno, la sensibilización y la lucha contra la migración irregular, se crearon en un contexto social e histórico específico, a saber, la denominada “crisis de los cayucos” de 2006, y que en su momento dejó una gran huella en la sociedad senegalesa que todavía perdura y sigue teniendo enormes consecuencias (Tandian, 2018). De este modo, vemos cómo las organizaciones se crearon con el objetivo de dar respuesta a las necesidades de las poblaciones que, además, y según ellas, parecen no ser cubiertas por las instituciones políticas. Este tipo de entidades suelen estar integradas por antiguos migrantes que vivieron estas experiencias en primera persona o por miembros de las comunidades más afectadas (por ejemplo, los barrios de pescadores de donde zarparon multitud de pirogues hacia la ruta clandestina a través del Atlántico).
En este sentido, podríamos clasificar las entidades analizadas también en función del perfil de sus integrantes y los objetivos perseguidos, donde podríamos diferenciar dos grandes grupos: el primero estaría formado por estas organizaciones integradas por migrantes de retorno o poblaciones directamente afectadas, las cuales suelen centrarse mayoritariamente en actividades de sensibilización y denuncia y tienen un alcance mucho más local. Dentro de este primer grupo podríamos incluir a las OSC MIGDEV y AJRAP. El segundo grupo estaría formado por organizaciones con un perfil más técnico o institucionalizado, con una mayor proyección y que buscan paliar la falta de respuesta gubernamental ante una cuestión de tanta relevancia social, cultural y política como es la migración. Este grupo incluiría entidades cono REMIDEV, Enda Diapol y DIADEM.
En cuanto a su alcance, se trata de entidades asentadas en Dakar, pero que buscaban tener un impacto a nivel regional, nacional y, en algunos de los casos, internacional, dependiendo de nuevo del perfil de estas (el primer grupo actuaría a un nivel más local, y el segundo buscaría un impacto internacional) y de las contrapartes con las que trabajen. Dado el amplio alcance de las migraciones, resulta pertinente que el radio de acción de las OSC se adapte a esta realidad, pero ello no deja de lado que se busque también la realización de actuaciones a un nivel local, que les permita tener un impacto adaptado a las necesidades de las poblaciones beneficiarias. En este sentido, en los discursos de las entidades se presentaba de forma persistente la necesidad de implementar acciones concretas y locales, abogando por superar los planteamientos abstractos de las grandes instituciones que parecen no tener un impacto real en la vida de las personas.
A nivel local, aunque sus actuaciones se dirigen a la sociedad senegalesa en general, se refieren mayoritariamente a “colectivos” específicos como los jóvenes (sobre todo los potenciales migrantes, mayoritariamente varones), los migrantes de retorno, las familias, las mujeres, los pescadores, las personas migrantes africanas residentes en Senegal, etc. Estos colectivos, además de ser los principales beneficiarios de sus actividades, constituyen también los socios y socias de las entidades. Sin embargo, la falta de aportaciones económicas por su parte se presentó como una limitación que se suma a la ya de por sí complicada situación financiera de algunas entidades (Ndiaye, 2010), sobre todo las más pequeñas y locales. Asimismo, en muchos casos se trabajaba directamente con otras asociaciones, por lo que podemos destacar de nuevo el peso del tejido asociativo en la sociedad civil senegalesa.
Las entidades de mayor tamaño e influencia sí abogaban también por una mayor incidencia a nivel político nacional e internacional, de cara a la mejora de las políticas públicas y las relaciones internacionales en materia migratoria. Así, la población destinataria de estas entidades serían tanto las autoridades políticas senegalesas como las instituciones internacionales que ocupan un peso relevante (y decisorio) en la gestión migratoria internacional. Las primeras, por su rol en el diseño de políticas nacionales y su influencia en las migraciones senegalesas. Las segundas, por su influencia en el devenir tanto de estas como de las relaciones internacionales entre los denominados Norte y Sur Globales.
Para finalizar, y como decíamos anteriormente, en los discursos y percepciones de los representantes de las OSC en torno a la migración tanto africana como senegalesa, se retomaron la mayoría de los elementos que hemos planteado anteriormente a nivel teórico. No obstante, la cuestión que sin lugar a dudas sobresalía por encima de todos se refiere a la migración irregular o clandestina. Esta realidad comporta enormes consecuencias y es fruto de una inmensa preocupación social, no por constituir una supuesta amenaza como puede ser el caso para las sociedades receptoras, sino por suponer un drama real para muchas familias que han visto cómo algunos de sus integrantes más jóvenes se arriesgaban para llegar a “ElDorado” europeo. En este sentido, desde las OSC se afirmó que estos jóvenes seguirán migrando de forma irregular pese a conocer los riesgos que comportan, pues no les queda otra alternativa al existir una enorme dificultad para conseguir visados que les permitan migrar de forma regular a Europa.
Así, desde las OSC buscan implicarse en distintas acciones que aborden esta cuestión, siempre defendiendo los derechos de las personas migrantes y abordando las que consideran causas profundas de las migraciones, pero no desde un planteamiento preventivo, sino haciendo más hincapié en generar situaciones de partida que conviertan la movilidad en una opción más y no una obligación y, sobre todo, que lo sea en condiciones seguras. Con todo ello, las áreas de acción abordadas por las OSC, con las que buscan dar respuesta a las necesidades de la sociedad senegalesa en materia migratoria, surgieron reiterada y mayoritariamente en los discursos de los distintos agentes entrevistados, por lo que podemos deducir que constituyen piezas centrales en la percepción de la sociedad civil senegalesa en torno al fenómeno migratorio, sus causas y consecuencias. En este sentido, estas temáticas y preocupaciones surgieron también en diversos encuentros en que participaron otras entidades y asociaciones de migrantes, por lo que de nuevo podemos subrayar su relevancia y pertinencia.
Todo ello partiendo del hecho de que estas entidades, en cuanto representativas de la sociedad civil, son (o deberían ser) mejores conocedoras de las necesidades de la población (Ndiaye, 2010) y sus distintos colectivos sociales, entre los que podemos destacar a los y las potenciales migrantes, sobre todo jóvenes, y la población migrante de retorno. A grandes rasgos, las áreas de trabajo en materia migratoria de las OSC que formaron parte de la investigación podrían resumirse en 1) las causas profundas de la migración; 2) el diálogo con las instituciones y la incidencia política; 3) el retorno y la reinserción de la población migrante; y 4) la educación, la sensibilización y la formación. En el presente artículo abordaremos únicamente esta última área.
En los discursos de las OSC, la sensibilización se planteó como una de las principales acciones utilizadas para abordar las migraciones senegalesas. Mediante la sensibilización se pretende concienciar a la población sobre una temática concreta, en este caso, los peligros de la migración clandestina hacia Europa. Así, dado que esta constituía una gran preocupación social, se busca hacer llegar el mensaje a los candidatos potenciales a la migración irregular, con el fin último de que conozcan la realidad en torno a las mafias, los peligros y dificultades, la situación vivida en destino, etc. Por otra parte, este planteamiento también ha sido adoptado por grandes instituciones internacionales, como la OIM con su reciente iniciativa Migrants as Messengers. En el informe de evaluación de este proyecto (Dunsch et al., 2019), se parte de la idea de que este tipo de campañas son útiles y necesarias porque las personas que deciden emprender el viaje por vía irregular hacia Europa lo hacen basándose en información sesgada o incompleta. Así, esta desinformación o falta de conciencia estaría incrementando los riesgos de sufrir situaciones de vulnerabilidad durante sus procesos migratorios.
En base a esta idea, en los últimos años se ha optado por la sensibilización como una forma de atacar las causas profundas de la migración. El discurso sería el siguiente: en lugar de seguir implementando acciones mucho más criticables como la externalización de fronteras, las políticas de devolución, las expulsiones o la persecución de personas migrantes (prácticas que de todos modos se siguen realizando), se optaría por adoptar acercamientos más preventivos y supuestamente humanitarios, basándose en el pretexto de que lo que se pretende es evitar más tragedias en las peligrosas rutas clandestinas. No obstante, el trasfondo sigue siendo el habitual de las sociedades europeas receptoras: un discurso preventivo cuyo fin último es evitar que la gente salga de sus contextos de origen y, sobre todo, que llegue a Europa.
En cambio, desde las OSC se defiende la idea de que la sensibilización no busca en ningún caso impedir que los jóvenes migren, pues están en su derecho de hacerlo, pero que, si lo hacen, dispongan de toda la información para migrar en condiciones de seguridad. Por ello, no sería tanto concienciar, sino hacer llegar una información más completa y veraz, dando a conocer la realidad para que los potenciales migrantes opten por vías seguras, pero sin decirles en ningún caso que no migren. Sin embargo, todo este planteamiento sobre la falta de acceso a la información chocaría a la vez con otra idea presentada por las personas entrevistadas —discurso retomado también en algunos espacios académicos e incluso en el citado informe de la OIM (Dunsch et al., 2019)—, según quienes hoy en día los jóvenes o potenciales migrantes están sobradamente informados, poseen toda la información y son conscientes de los riesgos que toman, pero eso no les impide migrar. Según las OSC, las dificultades que se encuentran a la hora de optar por la vía legal y segura para llevar a cabo sus procesos migratorios sería lo que les estaría empujando a la migración clandestina. Lo que harían con toda esta información recibida sería, por lo tanto, emplearla en perfilar mejor sus rutas y viajes.
Asimismo, en el comentado informe (Dunsch et al., 2019) se afirma que, a la hora de tomar la decisión, el hecho de conocer los riesgos se vería superado por otras cuestiones como la privación material, la pobreza, la falta de empleo, la degradación medioambiental y la presión familiar por migrar. Todo ello nos lleva a reflexionar en torno a los límites en el alcance e impacto de las acciones de sensibilización, sobre todo si atendemos a las contradicciones que parecen emerger de los discursos de las entidades entrevistadas: por un lado, se apuesta fuertemente por la sensibilización mientras que, por el otro, algunas de ellas ponen en duda la eficacia de estas acciones. En este sentido, las mayores críticas fueron vertidas por las OSC de carácter más técnico, mientras que aquellas integradas precisamente por los migrantes de retorno seguían abogando por la sensibilización y por hablar directamente con los potenciales migrantes, aunque siendo conscientes de que esto no es suficiente para evitar que muchos de ellos acaben marchándose.
Con todo ello, este hecho constituiría una de las principales limitaciones de la sensibilización, pero podemos comentar otras, como puede ser la inutilidad de este tipo de actuaciones si no vienen acompañadas de recursos encaminados a poner en marcha acciones concretas que permitan contribuir a la reducción de la migración clandestina y la facilitación de vías seguras. En cuanto a esta última cuestión, no se trataría solo de disponibilidad de recursos, sino también de voluntades políticas, pues, como se plantean las OSC, estas acciones de sensibilización que buscan fomentar la migración “legal” tendrán poco efecto si se siguen manteniendo las rígidas políticas migratorias que reproducen y mantienen la migración irregular.
Desde las entidades se aboga por fomentar nuevas formas de movilidad, como puede ser la migración circular, pero subrayaron que, si no se da un cambio político desde las instituciones occidentales, la situación no va a mejorar, y los jóvenes seguirán partiendo hacia la migración irregular, por muy sensibilizados que estén. Asimismo, si se continua sin abordar las causas estructurales de la migración (según las OSC, la pobreza, la precariedad y la falta de oportunidades), tampoco habrá un cambio en el fenómeno migratorio. Según los representantes de las OSC, carece de sentido intentar atacar las causas profundas de la pobreza si no se dan ni cambios estructurales ni en las relaciones internacionales entre Norte y Sur. Sobre esta cuestión se reflexionaba también en algunas actividades de debate organizadas por las entidades, pero la ausencia de medidas de cambio reales hace que estos encuentros, pese a su riqueza, sigan sin tener verdaderos impactos.
Con todo ello, ¿por qué interesa a las OSC llevar a cabo actividades de sensibilización? Varias pueden ser las causas, pero podemos dividirlas en dos ámbitos: por un lado, el que realmente se quiera concienciar a los potenciales migrantes sobre los peligros de la migración irregular, porque esta constituye un verdadero drama para la sociedad senegalesa que ha afectado a muchas personas, incluyendo a los integrantes de algunas de las entidades entrevistadas. Por este motivo, desde esas OSC, como MIGDEV y AJRAP, se sentirían interpelados a compartir sus experiencias para que los jóvenes no pasen por las mismas situaciones. Por otro lado, aunque sin querer decir que el llegar a los jóvenes no sea también una de sus prioridades, otras entidades optarían por la sensibilización precisamente por tratarse de una actividad que interesa a los principales estados receptores del Norte Global y que, por tanto, es objeto de financiación externa por su parte (Dunsch et al.,2019).
Así, algunas entidades que tal vez preferirían trabajar otras temáticas han venido centrándose en acciones de sensibilización, tanto de forma conjunta con contrapartes europeas como de forma independiente, pero siendo financiadas por ellas. Huelga decir que esto no aparecía en los discursos de las propias entidades, sino que fueron constataciones hechas por otros investigadores e investigadoras que también trabajaban estas temáticas con los que tuvimos la oportunidad de intercambiar información y algunas ideas en encuentros académicos durante las estancias de investigación en Dakar. Este planteamiento nos hace reflexionar de nuevo en torno a las contradicciones que emergen entre los discursos de las OSC y la visión más pragmática adoptada por estas a la hora de implementar sus acciones y actividades orientadas a la sensibilización o concienciación.
Para terminar, resulta pertinente abordar dos últimas cuestiones en torno a este ámbito de trabajo: primero, en cuanto a las acciones implementadas, se llevan a cabo multitud de actividades, de carácter tanto formal como informal. En ellas se fomenta sobre todo el encuentro e intercambio con la ciudadanía y sus distintos colectivos, con el objetivo de promover una reflexión social sobre las causas, los efectos y los elementos mantenedores de la movilidad senegalesa. Algunos ejemplos de actividades pueden ser jornadas, encuentros, acciones de difusión y mesas de debate, pero también otro tipo de actividades lúdicas, como partidos de fútbol, combates de lucha, fiestas, bailes, comidas y actividades artísticas (poesía, pintura, cortometrajes, obras de teatro, etc.).
Todas estas actividades suelen darse a conocer principalmente mediante el boca-oreja o de forma directa en las asociaciones de los barrios, aunque algunas entidades también difunden sus actuaciones a través de las redes sociales, plataformas que además les sirven para denunciar las tragedias que tienen lugar en el mar ante la impasibilidad de las autoridades. Sin embargo, resulta complicado mantenerse al día a través de los perfiles de las OSC, pues suelen publicar la información a posteriori, con el objetivo de difundir sus resultados, y no tanto previamente de cara a atraer a más participantes. El modo más directo y fácil de estar al tanto de las actividades es informarse directamente a través de canales informales. En este sentido, resulta interesante reflexionar en torno al modo que tienen las entidades de adaptarse a las necesidades de su público, en este caso los jóvenes7, y cuál puede ser el papel de las redes sociales en la difusión de información y la sensibilización, sobre todo si tenemos en cuenta que estas también se han erigido como elementos clave a la hora de construir los propios procesos migratorios de los y las potenciales migrantes.
Por otro lado, en cuanto a los agentes sensibilizadores, además de los integrantes de las OSC, podemos vislumbrar un primer gran perfil conformado por los migrantes de retorno. En este sentido, desde las entidades formadas por antiguos emigrantes (como AJRAP o MIGDEV), son estos quienes se encargan de sensibilizar a los potenciales migrantes. Además, se aboga también por dar la palabra a otras personas migrantes, quienes comparten sus testimonios para hacer llegar el mensaje en torno a los peligros de la migración clandestina. Este rol de los migrantes de retorno como agentes sensibilizadores es también adoptado en proyectos de otras instituciones internacionales, como el Migrants as Messengers de la OIM, donde se pone de relieve el mayor calado que puede tener la información transmitida a partir de los testimonios de personas que han vivido estas realidades.
Así, se aboga por una comunicación peer-to-peer, entre iguales, con el objetivo de tener un mayor impacto en la población destinataria (Dunsch et al., 2019). En este sentido, según los resultados obtenidos en la evaluación de este proyecto de la OIM, los retornados son considerados una fuente de información fiable por parte de los potenciales migrantes, y la emocionalidad de sus mensajes tiene un gran impacto en la percepción del riesgo y la reducción de la intención de migrar por vías clandestinas (Dunsch et al., 2019). Sin embargo, se presenta aquí una paradoja: por un lado, veíamos cómo los migrantes de retorno se han considerado como uno de los principales mantenedores de los imaginarios en torno a la migración y el mito de “ElDorado” europeo. Pero, por otro lado, aquí se presentan como figuras esenciales para romper estas cosmovisiones y sensibilizar sobre los peligros de la inmigración clandestina. En ambos casos, las personas migrantes se erigen como centrales en la construcción de este imaginario social, lo que tendrá consecuencias en las decisiones tomadas por los potenciales migrantes.
El segundo agente sensibilizador para señalar se refiere a las mujeres. Por una parte, las mujeres, sobre todo las madres de los potenciales migrantes son también beneficiarias de las actividades de sensibilización. Ello es debido a que, desde las OSC entrevistadas, entre las causas subyacentes a las migraciones, se refirieron a los elementos culturales que construyen los imaginarios en torno a lo que significa migrar a Europa, y que potencian la presión ejercida sobre los jóvenes que, según algunas de las personas entrevistadas, provendría en gran medida de las propias madres de estos jóvenes. Así, se busca concienciar a estas mujeres para mitigar esa presión y su influencia en la decisión de emprender la migración clandestina. Por otra parte, en algunas entidades se proponen igualmente acciones emprendidas o implementadas por las propias mujeres para concienciarse entre ellas sobre esta cuestión, así como otras actividades dirigidas tanto a los potenciales migrantes como al conjunto de la ciudadanía. Estas acciones protagonizadas por mujeres son también apoyadas y acompañadas por instituciones internacionales como la OIM o la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
En los discursos de las OSC, la sensibilización apareció también muy vinculada a la relevancia social otorgada a la educación de los niños y niñas, entendiendo educación en su sentido amplio, pero centrada sobre todo en el ámbito formal. Según estas entidades, la importancia de una buena educación pasa por incluir desde los niveles más básicos de las escuelas algunas nociones en torno a las migraciones africanas, sensibilizando a niños y niñas sobre los peligros de la emigración clandestina. En este sentido, en un interesante trabajo de Timera et al. (2018) donde analizan el modo en que la migración es enseñada en las escuelas senegalesas, se destaca el fuerte impacto que tiene sobre los niños y niñas el fenómeno migratorio, sobre todo por el efecto de los medios de comunicación o por conocer experiencias directas. Por ello, resulta pertinente abordar los tipos de contenidos y las concepciones trabajadas en el ámbito escolar. Estos autores concluyen que pese a la relevancia social del fenómeno y la fuerte sensibilización que se hace a nivel social, los saberes escolares están caracterizados por importantes omisiones que sesgan el conocimiento acerca de la realidad migratoria (Timera et al., 2018).
Con todo ello, aunque la migración afecta a una pequeña parte de la población, constituye una cuestión de gran relevancia en las representaciones colectivas, por lo que resulta sorprendente el poco peso que se le otorga en los currículos escolares. Su tratamiento estaría limitado a algunas nociones demográficas y económicas que, en muchos casos, siguen los programas occidentales (franceses, en su mayoría) y que por ende no transmiten una visión más holística y “situada” de la migración senegalesa (Timera et al., 2018). Es por ello que las actividades de sensibilización realizadas por las OSC en el contexto escolar (charlas, obras de teatro, juegos, encuentros deportivos, etc.), podrían tener una gran relevancia, transmitiendo a niños, niñas y jóvenes nuevas formas de entender la migración, destruyendo mitos sobre “ElDorado” europeo y construyendo una nueva imagen positiva del continente africano, en el que sea posible el tekki fii, término wolof que significa “triunfar en casa”.
Finalmente, y en línea con esta última idea, el otro gran campo de acción se refiere a la formación laboral de los jóvenes, con el objetivo de favorecer su inserción sociolaboral y, con ello, el que la migración se convierta en una opción más y no en una necesidad. Este planteamiento se desprendería de la relación establecida por estas OSC entre el desempleo juvenil y la decisión de migrar, pues la primera, junto con la pobreza estructural, eran consideradas dos importantes causas subyacentes de la migración senegalesa. En este sentido, desde la OIM (2018) se destaca que, en Senegal, la franja con un mayor número de población es la joven en edad activa, lo que supone un enorme potencial para su crecimiento económico, pero que no se ve absorbida en el mercado laboral debido a la falta de salidas laborales. El empleo se convierte así en una preocupación central para la sociedad senegalesa, particularmente los y las jóvenes por ser la categoría social más afectada. Y ello hace que la migración, tanto interna como internacional sea concebida socialmente como una buena oportunidad para la búsqueda o la mejora de empleo.
Por este motivo, desde la mayoría de las entidades, de forma paralela o conjunta con las actividades de sensibilización, se organizan proyectos en que se les proporciona formación básica en los perfiles de empleo que pueden tener una mayor salida en el contexto senegalés. Por ejemplo, priman actividades como la costura, la fontanería o la carpintería, aunque en los últimos años se han puesto de moda las formaciones en informática, como respuesta al auge vivido por las TIC y las oportunidades que estas ofrecen. Además, se llevan a cabo actividades dedicadas al emprendimiento y la búsqueda de empleo. Estas formaciones también son ofrecidas a los migrantes de retorno, con tal de facilitar su reinserción sociolaboral una vez regresan a Senegal. Asimismo, algunas entidades, como MIGDEV o AJRAP, ofrecen talleres de formación específicos para mujeres, por ejemplo, en manufactura de materias primas como el pescado o los cereales, de cara a hacer frente al desempleo femenino, el más numeroso juntamente con el juvenil.
Sin embargo, una de las principales limitaciones destacadas por las OSC se refiere a la falta de medios, lo que impide que, una vez finalizadas las formaciones, las personas formadas puedan poner en práctica las habilidades adquiridas, crear un pequeño negocio, adquirir los materiales y herramientas (por ejemplo, máquinas de coser), etc. Como consecuencia de ello, las formaciones no tendrían un verdadero y beneficioso impacto a largo plazo. Además, si atendemos a la persistente falta de empleo, estos jóvenes formados no podrán insertarse en el mercado laboral precisamente por la ausencia de puestos disponibles de la que adolece el país. A pesar de este tipo de limitaciones, los proyectos de formación ocupan un lugar muy relevante también para otras instituciones, tanto nacionales, como la Agence Nationale pour la Promotion de l’Emploi des Jeunes (ANPEJ), como internacionales, como la Agence Française de Dévelopement (AFD), colaborando esta última en la financiación, acompañamiento y puesta en marcha de este tipo de actividades implementadas por las OSC.
A lo largo de este trabajo hemos podido comprobar cómo las OSC se erigen como actores fundamentales a la hora de abordar el fenómeno migratorio por parte de la sociedad civil senegalesa. Las OSC se han venido implicando en los distintos ámbitos que interpelan y preocupan socialmente, por lo que no podía ser de otro modo el que estas participaran también, de diferentes formas, en dar respuesta a las necesidades emergidas de la migración. Así, aunque al realizar la investigación doctoral abordáramos también la implicación de las OSC en acciones vinculadas al diálogo con las instituciones, la incidencia política o la inserción sociolaboral de los migrantes de retorno, en este trabajo hemos querido hacer hincapié en la sensibilización, la educación y la formación, precisamente por ser campos de acción reseñados por los representantes de estas entidades.
Mediante estas actividades, desde la OSC buscan trabajar de forma intensa con el objetivo de, por una parte, dar a conocer la realidad en torno a la migración clandestina hacia Europa y, por la otra, defender los derechos de las personas migrantes e implicarse en el cumplimiento de los mismos. En este sentido, en sus discursos emergieron reiteradamente dos ideas centrales: primero, que la migración es un derecho al que los y las jóvenes senegaleses/as pueden optar si así lo desean, pero para ello se debe abogar a nivel internacional y desde los ámbitos políticos por la facilitación de la movilidad de personas africanas hacia Europa. Segundo, y en estrecha relación, que esta migración se convierta en una opción más, no en la única salida a la compleja situación vivida en los contextos de origen y, sobre todo, que de hacerse, se haga en condiciones de seguridad.
Así, dado que estas cuestiones ocupan un lugar muy relevante a nivel social y que justamente por ello son abordadas por las OSC, se apuesta por la sensibilización (o transmisión de información) y la educación para dar a conocer todas estas cuestiones. En este sentido, recalcan la importancia de formar a los niños y niñas desde que son pequeños, desmontando imaginarios y dando a conocer la compleja realidad migratoria senegalesa. Además, se centran en hacer llegar esta información a los y las potenciales migrantes, con tal de que conozcan todos los prismas de la movilidad, tanto lo positivo como sobre todo sus posibles peligros, aunque desde las OSC son conscientes de que ello no siempre les va a impedir migrar. Por otra parte, las actividades de formación implementadas se orientan a que los jóvenes tengan más oportunidades para insertarse en el tejido laboral de su país, haciendo que la migración sea, como decíamos, una opción más, y no la única salida.
Para terminar, a partir del trabajo de campo realizado con estas entidades, resulta interesante señalar la importancia de dejar espacio a la sociedad civil y tener en cuenta su implicación y la de sus distintos agentes a la hora de abordar las principales preocupaciones y necesidades de la sociedad senegalesa, en este caso, relacionadas con la migración. Asimismo, toma relevancia el respetar los intereses de las organizaciones sociales, en este caso las OSC, las cuales se erigen como las principales “conocedoras” de las necesidades de la población. Si las OSC pudieran perseguir unos objetivos propios que no dependan tanto de los intereses de las entidades donantes, podrían cubrir mejor las demandas y necesidades de los colectivos a los que se dirigen y que se benefician de sus acciones (en este caso, migrantes y potenciales migrantes). Finalmente, desde las sociedades receptoras, en este caso europeas, se debería trabajar conjuntamente con estas entidades al tratar fenómenos transnacionales como la migración, abogando por nuevas formas de abordar la migración, más respetuosas con los derechos de las personas migrantes, donde la migración sea siempre considerada un derecho, y que, por lo tanto, se trabaje conjuntamente en convertirla en una opción segura para todas las personas, sean de donde sean y vayan a donde vayan.
La tesis doctoral en la que se enmarca esta investigación fue financiada por una ayuda para la Formación de Profesorado Universitario (FPU16/03409), del Ministerio de Universidades del Gobierno de España.
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