En 2010, Erika Masanet y Beatriz Padilla publicaban un análisis comparativo de los flujos migratorios, factores motivacionales y perfiles socioeconómicos de los brasileños residentes en Portugal y España, aludiendo a la existencia de un “sistema ibérico de migración”. Esta expresión se justificaba con arreglo a las similitudes existentes en el espacio ibérico como marco geográfico que, más allá del nivel nacional, constituye un vector de atracción migratoria para los ciudadanos brasileños. Doce años después, varias de las tendencias identificadas en aquel artículo se han consolidado, al tiempo que han emergido nuevos perfiles, ajustados a las nuevas dinámicas políticas, económicas y sociales que han marcado desde entonces la historia europea. Es el caso de la crisis económico-financiera de 2008, la pandemia sanitaria provocada por el COVID-19 y, más recientemente, la Guerra de Ucrania y sus efectos sobre el mercado energético y la inflación en la zona euro.
Ante este panorama general, se hace necesaria una reflexión, sobre las características y motivaciones de la migración brasileña para y en el espacio ibérico, reflexión que justifica la elaboración de este monográfico. Importa, pues, formular algunas cuestiones relevantes, a saber: ¿qué es lo que sabemos de la inmigración brasileña en España y en Portugal?, ¿qué temas y problemáticas han centrado las investigaciones sobre esta comunidad de inmigrantes en ambos países?, ¿qué nos queda por saber sobre estas migraciones en el contexto ibérico?, ¿cuáles son los retos que la movilidad ibero-brasileña representa en el futuro? La mayoría de las investigaciones se ha ocupado de los factores contextuales (condiciones políticas, sociales y económicas de los países de origen y de destino), relacionales (redes de contacto, sobre todo, en el espacio transnacional) e individuales (capital cultural, intelectual y lingüístico) para explicar la elección y las trayectorias migratorias de los ciudadanos brasileños en Portugal (Malheiros, 2007; Pinho, 2014) y España (Solé et al., 2011).
La adhesión en 1986 de Portugal y España a la Comunidad Económica Europea (CEE) supuso un revés en los flujos migratorios de las antiguas colonias hacia la Península Ibérica. Una vez superado ese revés, los nacionales de América Latina llegan de nuevo a ambos países, dando continuidad a los flujos transoceánicos o transatlánticos iberoamericanos (Masanet y Padilla, 2010). La pertenencia a la UE ha sido, pues, el ingrediente de atracción para que ambos países se consoliden como destino europeo privilegiado para los inmigrantes brasileños. A esto se le añade el periodo de serias dificultades económicas por el que atravesó Brasil en la década de los 80 (inestabilidad financiera y altas tasas de inflación), fruto del proceso de democratización que puso fin a una fase de dictaduras continuadas. Este contexto de expulsión provocó un aumento de la sensación de inseguridad en el país, con el consiguiente incremento de la emigración (Pinho, 2014) y el establecimiento y refuerzo de redes sociales de contacto con inmigrantes brasileños en otros países (Assis y Siqueira, 2009).
En esta introducción al monográfico “Migración brasileña en Portugal y España: dinámicas y nuevos paradigmas” distinguimos algunos apartados específicos, que tienen por objetivo arrojar luz no solo sobre lo que sabemos de la inmigración brasileña en los dos países (evolución y perfiles de los inmigrantes), sino también sobre lo que queda por saber. Así pues, las siguientes páginas se dedican al análisis de la evolución de esos flujos entre finales de los años 80 hasta los días de hoy; para desde ahí identificar los temas y problemáticas que han merecido la atención de la comunidad científica: la feminización de la inmigración brasileña y su exotización, las dinámicas afectivas y familiares de parejas binacionales, y los inmigrantes altamente cualificados (estudiantes internacionales y profesionales). En una sección final, rescatamos algunas cuestiones menos tratadas o que requieren todavía mayores esfuerzos de investigación.
En Portugal, el primer periodo de inmigración brasileña tuvo lugar entre mediados de 1980 y mediados de 1990 (Malheiros, 2007). Durante estos años, los profesionales brasileños cualificados estuvieron bien representados en sectores como el marketing, la informática y la medicina dental, dada la necesidad de mano de obra derivada del proceso de reestructuración y modernización de la economía portuguesa tras la entrada en la UE.
Entre finales de la década de 1990 y principios del siglo XXI, se distingue un segundo período de inmigración brasileña a Portugal, con un perfil menos cualificado que el primero (como explicaremos más adelante). En España, hasta finales de los años 80, los brasileños constituían un grupo numéricamente imperceptible, siendo una comunidad esencialmente integrada por artistas y exiliados políticos (Masanet y Padilla, 2010, p. 64). Es, sobre todo, a partir de mediados de los años 90 y la primera década del siglo XXI, cuando se observa una primera fase de inmigración brasileña en España (Solé et al., 2011) que coincide con el tipo de inmigrante que Portugal había recibido entre mediados de los 80 y medianos de los 90. Por lo tanto, las motivaciones de esos inmigrantes no respondían estrictamente a factores económicos, ya que eran más cualificados que los brasileños residentes en Portugal durante este mismo periodo. Según Solé et al. (2011, p. 215) “esta inmigración incluía una población joven, urbana, altamente especializada, con buena formación académica y con proyectos migratorios construidos con el objetivo de capitalizarse cultural, social, profesional y económicamente”.
En realidad, el aumento de la emigración brasileña a partir de las décadas de 1980 y 1990 se inscribe en los movimientos migratorios internacionales de los países del “Sur global” hacia los países del “Norte global”, intensificados a raíz de la globalización neoliberal iniciada en la década de 1970 (Castels, 2010). En este sentido, el énfasis en el libre comercio ha estimulado una movilidad cada vez más notoria de profesionales altamente cualificados (Salt, 1997; Brandi, 2006) y de académicos (Altbach y Knight, 2007), movilidad apoyada en y facilitada por las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) (Rizvi, 2011).
Por lo tanto, a partir de los años 80, los brasileños más cualificados, con mayores aspiraciones profesionales y con acceso las nuevas TIC, empezaron a buscar nuevas oportunidades fuera de Brasil. En este contexto, la proximidad histórica, cultural y lingüística, ha permitido que Portugal surgiera entre los países que, en un primer momento (entre 1980 y 1990), ejerció mayor atracción para esos inmigrantes. Posteriormente entre 1990 y la primera década del siglo XXI, también España logrará captar estos profesionales, no solo por su proximidad geográfica, sino también en virtud de sus similitudes culturales, lingüísticas y sociales con Portugal.
A finales de los años 90 y principio del siglo XXI, los brasileños que han llegado presentaban un perfil menos cualificado (operarios y trabajadores de servicios y comercio) y desempeñaban, en su mayoría, trabajos precarios, manuales y de corta duración. Este fenómeno ilustra aquello que Machado (2003) ha denominado por “etnización del mercado de trabajo” y Padilla (2006a; 2006b) de “proletarización de la inmigración” en Portugal. Durante este segundo periodo, dos factores han contribuido para incrementar el número de brasileños en el país luso: (1) Entre 2000 y 2003 se firmaron diversos acuerdos bilaterales entre Brasil y Portugal (entre ellos, el “Acuerdo Lula”1), que han facilitado la entrada y la permanencia de brasileños en Portugal (Dos Santos et al., 2016). (2) Y los Estados Unidos, que hasta ese momento eran el principal receptor de inmigrantes brasileños, tras los atentados del 11 de septiembre en 2001, endurecieron la fiscalización de sus fronteras y aumentaron el control sobre la población extranjera residente. Esta situación condujo a que muchos brasileños que pensaban emigrar tuviesen que optar por otro destino. Asimismo, y considerando las relaciones históricas, culturales y lingüísticas con Portugal, optaron como primera opción por el país luso.
La segunda fase de la inmigración brasileña hacia España es reconocida a partir del 2004, “cuando aparecen nuevos perfiles de inmigrantes brasileños procedentes de las clases trabajadoras” (Solé et al., 2011, p. 215). Como vimos, mientras la segunda fase de inmigración brasileña en Portugal (menos cualificada) fue identificada entre finales de los años 90 y principios del siglo XXI, en España ese mismo tipo de inmigración laboral solo surge a partir del siglo XXI. Según Masanet y Santos (2018), la necesidad de mano de obra estuvo relacionada con el boom inmobiliario en España y las oportunidades de empleo creadas, sobre todo, en el sector de la construcción. Así, este nuevo perfil fue constituido por “una inmigración sin cualificación académica (tal como en Portugal) y en su mayoría sin permisos de residencia y trabajo” (Solé et al., 2011, p. 215). Al igual que en Portugal, los inmigrantes brasileños han pasado a ocupar trabajos rutinarios no manuales (ex. empleados de servicios de cara al público) y manuales (ex. construcción), más allá de los llamados “trabajos de reproducción social” (ex trabajos domésticos, como cuidadores de personas mayores y de niños), lo que también ha llevado a un proceso de “etno-estratificación del mercado de trabajo” derivado por una expresiva presencia de inmigrantes en trabajos precarios (Ripoll, 2008).
Para Masanet y Padilla (2010), en esta segunda fase se asistió al aumento de una inmigración brasileña poco cualificada en España, derivada, sobre todo, de la salida de brasileños que ya vivían en Portugal y han optado por cambiarse al país vecino en busca de más y mejores oportunidades de empleo. España, en efecto, atravesaba un periodo de prosperidad económica y una política de inmigración más flexible, dando oportunidades para lograr mejores salarios. Además, la cercanía geográfica con Portugal, la existencia de fáciles accesos y transportes, y la existencia de redes sociales ibéricas han posibilitado el incremento de una inmigración circular entre ciudadanos brasileños. La existencia de estas redes sociales se inscribe en un contexto colonial y poscolonial entre los países transatlánticos, sobre todo, en los lazos históricos y culturales obtenidos a raíz de la colonización portuguesa (Masanet y Padilla, 2010). Esas relaciones sociales y familiares se han consolidado a través de los nacionales de Portugal y España que emigraron a Brasil, y que permitieron que la presencia de antepasados portugueses y españoles en ese país influyera, igualmente, en la elección de inmigrantes brasileños para Portugal y España.
Desde 2008, tanto Portugal como España viven un período de recesión económica, causada por la transferencia de la crisis financiera desde Estados Unidos a Europa. En consecuencia, se ha producido un aumento del desempleo en ambos países, lo que ha afectado principalmente a los inmigrantes que no tenían permiso de residencia o que se encontraban desempleados (Masanet y Baeninger, 2011). Por su parte, Brasil experimentó un período de fuerte expansión económica hasta 2011, lo que permitió, incluso con la crisis de 2008, que se mantuviera el crecimiento (aunque débil hasta 2014). Esta situación provocó una caída de la tasa de desempleo, lo que motivó, por un lado, que muchos brasileños emigrados regresaran al país (Nunan y Peixoto, 2012; Iorio y De Albuquerque Ferreira, 2013) y, por otro, que se haya producido una migración recíproca (Augusto et al., 2022), es decir, que muchos portugueses y españoles hayan emigrado a Brasil en este periodo2. Según el Ministerio de Justicia brasileño, en 2011 se expidieron 1.564 permisos de residencia a ciudadanos portugueses en Brasil, casi el doble que el año anterior (Souza y Chatti Iorio, 2018). Del mismo modo, los permisos de trabajo concedidos a los ciudadanos españoles en Brasil en ese mismo año, según el Ministerio de Trabajo brasileño, fueron 1902 (Fernandes et al., 2016).
La tabla 1 registra la evolución de la población brasileña en la Península Ibérica desde, precisamente, la crisis de 2008. En ese periodo, Portugal tuvo un descenso en el número de permisos de residencia para brasileños, pasando de 119 363 en 2010 a 111 445 en 2011; y en España, ese flujo disminuyó de 8691 en 2010 a 7945 en 2011 (tabla 1):
Año | Inmigrantes brasileños en Portugal | Inmigrantes brasileños en España |
---|---|---|
2008 | 106 961 | 20 209,5 |
2009 | 116 220 | 10 305,8 |
2010 | 119 363 | 8 502,8 |
2011 | 111 445 | 7 629,7 |
2012 | 105 622 | 6 327,0 |
2013 | 92 120 | 4 932,6 |
2014 | 87 493 | 5 613,4 |
2015 | 82 590 | 7 208,8 |
2016 | 81 251 | 10 004,5 |
2017 | 85 426 | 12 731,0 |
2018 | 105 423 | 15 649,0 |
2019 | 151 304 | 16 683,0 |
2020 | 183 993 | 8 471,0 |
2021 | 204 694 | 6 829,0 |
En este sentido, mientras que en 2009 algunos autores consideraban “problemático saber si la ‘segunda ola’ de inmigración (brasileña en Portugal) […] fue seguida por una ‘tercera ola’, más numerosa y con características diferentes, o si, por el contrario, fue sólo la ‘segunda ola’ la que se intensificó durante el último año” (Góis et al., 2009, p. 129), en 2018, ya se hablaba de la existencia de una “tercera ola” (França y Padilla, 2018) e incluso en 2021 de la presencia de una “cuarta ola” (Fernandes et al., 2021). França y Padilla entienden que (2018), tras unos años de ralentización de los flujos migratorios derivado de la crisis financiera del 2008, se produce una reactivación de la emigración brasileña a Portugal a partir de 2016 (tercer periodo), con características diferenciadas de los periodos anteriores: una mayor diversidad de perfiles de los inmigrantes, concretada en su capacidad financiera y emprendedora, los altos niveles de cualificación profesional, un estatuto educativo más elevado y la progresiva incorporación de ciudadanos jubilados. Fernandes et al. (2021) también han identificado un tercer momento de la inmigración brasileña a Portugal, aunque consideran que éste ha tenido lugar unos años antes, y que, a partir de 2014, ante el nuevo ciclo político y económico del país (crecimiento del empleo y disminución del desempleo), se da inicio a un cuarto flujo de inmigrantes brasileños con perfiles todavía más diversos que en el periodo anterior.
En los estudios sobre la inmigración brasileña en España, la subdivisión en diferentes periodos no se encuentra tan problematizada como en el caso portugués. Como se ha mencionado anteriormente, se destaca un segundo periodo de la migración brasileña en España a partir de 2005/mediados de la primera década del siglo XXI, tras el cual no se han identificado periodos. Sin embargo, pese a la disminución de brasileños registrada en ambos países en 2011, se ha observado una contratendencia materializada en el aumento del flujo de universitarios brasileños tanto en Portugal como en España. En Portugal, la concesión de permisos para estudiantes brasileños en 2010 fue de 2400, mientras que en 2011 ese número se elevó a 2995 (tabla 4). Al igual que en Portugal, en España el número de estudiantes brasileños ha aumentado ligeramente desde los 3828 del curso académico 2010/2011 hasta los 3.940 del año académico 2011/2012 (tabla 5). En este sentido, se puede decir que, al igual que en Portugal, el nuevo perfil de inmigrante brasileño en España puede potencialmente haber iniciado un nuevo periodo.
Uno de los rasgos de la inmigración brasileña es su evidente feminización tanto en Portugal (Góis et al., 2009; Masanet y Padilla, 2010) como en España (Solé et al., 2011; Figueiredo, 2019). La intensificación de los flujos migratorios de brasileñas, y su dominio en el espacio físico e imaginario de los países ibéricos, ofrece nuevos desafíos para los estudios migratorios, así como para el análisis y reconstrucción de sus trayectorias sociales y de movilidad.
Si observamos las cifras de esta feminización, observamos que, en el país luso, datos más recientes (RIFA, 2021), revelan que esta feminización se ha mantenido a lo largo del tiempo, ya que, en 2021, del total de brasileños residentes en el país (204 694), el 55% (111 986) eran mujeres (tabla 2). La lectura de la tabla permite observar que las mujeres brasileñas han superado el número de varones brasileños alrededor de 20.000 en todos los años. En realidad, si en 2010 el peso de las brasileñas era de 56% del total de los brasileños, en 2021 ese peso se mantenía en los 54,7%.
Año | Hombres brasileños en Portugal | Mujeres brasileñas en Portugal |
---|---|---|
2010 | 52.478 | 66.885 |
2011 | 47.518 | 63.927 |
2012 | 44.127 | 61.495 |
2013 | 36.515 | 55.605 |
2014 | 33.956 | 53.537 |
2015 | 31.700 | 50.890 |
2016 | 30.938 | 50.313 |
2017 | 32.900 | 52.526 |
2018 | 42.848 | 62.575 |
2019 | 65.146 | 86.158 |
2020 | 81.320 | 102.673 |
2021 | 92.708 | 111.986 |
En España, según Ripoll (2008), las condiciones del mercado laboral también han dictado una creciente feminización de la inmigración procedente de América Latina, ya que esta ha ocupado, principalmente, el sector doméstico. Asimismo, el flujo migratorio brasileño fue uno de los colectivos más feminizados del país (Ripoll, 2008; Solé et al., 2011; Figueiredo, 2019). Según Solé et al. (2011), entre 2001 y 2008, alrededor del 65% de los inmigrantes brasileños en España eran mujeres (tasa media anual), y en 2021 la mayoría (56%) de los inmigrantes brasileños seguían siéndolo (INE, España). La tabla 3 ilustra esta evolución:
Año | Hombres brasileños en España | Mujeres brasileñas en España |
---|---|---|
2010 | 44 282 | 73 526 |
2011 | 38 399 | 69 197 |
2012 | 34 500 | 65 370 |
2013 | 30 787 | 61 041 |
2014 | 26 581 | 54 551 |
2015 | 24 103 | 49 760 |
2016 | 24 200 | 49 198 |
2017 | 25 937 | 50 211 |
2018 | 28 400 | 53 312 |
2019 | 32 267 | 58 037 |
2020 | 36 210 | 62 445 |
2021 | 35 055 | 60 378 |
Los datos de la tabla 3 revelan que en 2010 las brasileñas representaban 62,4% del total de los brasileños en España (y 10 puntos porcentuales por encima de las brasileñas en Portugal), y en 2021, ese número se mantenía en los 63,2%.
La feminización de la migración brasileña para y en los dos países ibéricos ha permitido reflexionar sobre varios procesos y fenómenos alrededor de sus trayectorias, experiencias y dinámicas transnacionales. Asimismo, la formación de las parejas binacionales (Checa y Arjona, 2017); Raposo y Togni, 2009; Roca, 2007) o de sus divorcios (Gaspar et al., 2021); la construcción de estereotipos y estigmas de mujer brasileña que las vinculan a un imagen hipersexualizada (Assis y Siqueira, 2021; Gomes, 2011; Masanet y Santos, 2018), y su conexión al mercado del sexo y el erotismo (Padilla, 2007a; Peixoto 2007; Piscitelli, 2007) han sido algunos de los temas que han encabezado los estudios científicos en los dos países. Esta imagen tiene repercusiones en la inserción de las inmigrantes brasileñas en el mercado de trabajo y en sus procesos de inclusión en las sociedades de acogida. Asimismo, y según el estudio de Padilla y França (2015) en Portugal, las mujeres brasileñas se insertan en el mercado laboral de forma más precaria que sus congéneres masculinos, en ocupaciones más precarias, sueldos más bajos y largas jornadas laborales. Además, muchas de esas ocupaciones están asociadas a una “tipificación sexual de las ocupaciones”, en profesiones con actividades personales, familiares y domésticas, contribuyendo para reproducir los papeles y estereotipos de género atribuidos a estas mujeres inmigrantes.
Otro tema dentro de la feminización de la inmigración brasileña es la formación de relaciones afectivas, sobre todo entre mujeres brasileñas y varones de los países de destino. En 2009, Raposo y Togni (2009) ya señalaron que los matrimonios transnacionales, con especial expresión en Portugal entre mujeres brasileñas y hombres portugueses, han ido aumentando en consonancia con el incremento de los flujos migratorios, creando realidades interculturales específicas, que podrían contribuir a aumentar tanto su integración como sus prejuicios en la sociedad de acogida. Este aumento de los matrimonios luso-brasileños ha sido, posteriormente, confirmado por Gaspar, Ferreira e Ramos (2014), cuyos trazos más expresivos de las parejas apuntaban para mujeres brasileñas más jóvenes que varones portugueses, y con un nivel de cualificación mediano.
Este trabajo, sin embargo, dejaba de lado las parejas homosexuales, cuyo reconocimiento legal se había concretado en 2010, con la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo (Ley N.º 9/2010, 31 de mayo). Los estudios realizados a raíz de la legalización del matrimonio gay en Portugal son, todavía hoy en día, escasos. Por ello, el artículo de Ramos y Ferreira en esta monografía viene a colmatar una laguna sobre estas parejas. Las autoras trazan la evolución y las características más relevantes de los matrimonios homosexuales binacionales (luso-brasileños) en Portugal entre 2010 y 2020, comparándolos con las parejas heterosexuales binacionales. En este sentido, a la par del conocimiento sobre los matrimonios transnacionales, tenemos más información sobre este tipo de matrimonios menos visible, formado por parejas binacionales y homosexuales. Según Theodoro (2021), existe una invisibilidad en las experiencias de las comunidades inmigrantes LGBTQI+ (lesbianas, gays, bisexuales, trans y travestis, queer, intersexuales y otras existencias de género y sexualidad), a pesar de la innegable existencia de una “visibilidad interseccional” con respecto a las dificultades que afectan a estas comunidades en comparación con las que afectan las comunidades heterosexuales. En otras palabras, formar parte de la comunidad LGBTQI+ y ser inmigrante implica una mayor precarización de la experiencia migratoria que ser heterosexual e inmigrante. En este contexto, el artículo de Ramos y Ferreira pretende dar visibilidad a los matrimonios homosexuales, ya que, según los microdatos matrimoniales disponibles en el Instituto Nacional de Estadística de Portugal, entre las parejas binacionales, ha habido un aumento más significativo de matrimonios del mismo sexo que de matrimonios heterosexuales. Así, para las autoras, entender las diferencias en los matrimonios entre parejas binacionales y comprender si hay diferencias entre las parejas del mismo sexo y las heterosexuales, “constituye una contribución al conocimiento del mercado matrimonial dentro de los grupos que son minoritarios por el hecho de ser, no sólo inmigrantes, sino también homosexuales”.
En este monográfico, el artículo de Becerril y Jiménez aporta nuevos datos sobre los matrimonios binacionales hispano-brasileños (heterosexuales y homosexuales), así como los divorcios. A partir de datos del Movimiento Nacional de la Población (MNP) y de la Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios (ENSD) en España entre 2015 y 2020, los autores avanzan con datos objetivos, y que confirman tendencias anteriores (Checa y Arjona, 2017), sobre la mayor presencia de parejas binacionales homosexuales formadas por varones, en comparación con las parejas binacionales formadas por mujeres. Además, Becerril y Jiménez identificaron que, aunque los matrimonios y divorcios entre las parejas brasileñas siguen siendo más altos que entre las parejas brasileñas y españolas, entre las parejas binacionales hubo un aumento de las separaciones con esposas brasileñas en comparación con los maridos brasileños. Este dato por sí solo es bastante relevante, ya que puede acarrear numerosas consecuencias (en relación con la custodia de los hijos o el pago de la pensión de alimentos, por ejemplo). Por lo tanto, teniendo en cuenta la configuración de los matrimonios celebrados entre nacionales de los dos países y los divorcios que pueden ocurrir posteriormente, los autores llaman la atención sobre los posibles problemas que pueden surgir. Por ejemplo, el tipo de custodia más asignado en divorcios binacionales es la exclusiva hacia la madre, y el varón es quien fundamentalmente paga las pensiones. En los divorcios binacionales el hombre brasileño paga el 76,1% de las pensiones, lo contrario con los datos de los divorcios entre los nacionales, donde el varón se hace cargo de pensión alimenticia en un porcentaje menor, el 61,4%.
La violencia es otro problema que merece un análisis interseccional cuando afecta a las mujeres inmigrantes. Dias y Ramos (2019) ya habían discutido este fenómeno en relación con las inmigrantes brasileñas en Portugal, dado que esta condición de inmigrante puede conducir, a veces, a una serie de dificultades materiales y sociales que, a su vez, conllevan a obstáculos en el acceso a los derechos básicos, y expone a las mujeres a algunas formas de violencia que se guían no sólo por la nacionalidad, sino también por el género. En este sentido, los autores identificaron manifestaciones de violencia en las esferas psicológica, simbólica, moral e institucional que, sin embargo, son poco denunciadas por las víctimas o conocidas entre la opinión pública.
En esta monografía, Silva y colegas nos traen la visión de un tipo más específico de violencia de género, en que las mujeres brasileñas en Portugal son víctimas de violencia física o psicológica perpetuada dentro de sus propias relaciones íntimas. Se trata, por tanto, de un tipo de violencia que no proviene de la sociedad de acogida, sino de su entorno más cercano (sus parejas). A través de un cuestionario aplicado a 114 mujeres brasileñas residentes en Portugal, los autores observaron que estas mujeres traen de Brasil las experiencias de violencia en sus relaciones íntimas y acaban perpetuando este modo de vida en Portugal. Asimismo, ya antes de emigrar, estas mujeres eran víctimas de la violencia (especialmente psicológica o verbal) en Brasil, sin con todo, tal como han identificado Dias y Ramos (2019), haberlo denunciado. En este sentido, el artículo de Silva y colegas es una advertencia importante a la necesidad de que la sociedad de acogida desarrolle estrategias de actuación que lleven a la protección real de estas víctimas silenciosas, provenientes de otro país, de otra cultura, con otros hábitos y costumbres. Es decir, es una mirada novedosa sobre la violencia de género, considerando las intersecciones que también pueden influir en esta violencia; una clave importante es, en efecto, el nivel educativo de la muestra analizada en este artículo: todas estas mujeres presentan un nivel de cualificación elevado, característica esta que podrá estar relacionada con un mayor grado de percepción y de ocultación con el tipo de violencia de género sufrida (psicológica y verbal).
A partir de 2008, los estudiantes brasileños se convirtieron en la mayor comunidad de extranjeros presente en las universidades portuguesas (Fonseca y Hortas, 2011; Iorio, 2018). Impulsados por el crecimiento económico vivido en Brasil durante este período, muchos brasileños comenzaron a emigrar para estudiar en Portugal y, en menor medida, España. En Portugal, el número de nuevas concesiones de permisos de residencia (AR) para estos estudiantes aumentó constantemente, a excepción de una leve caída en el año escolar 2014/2015, debido a que un año antes el país dejó de formar parte del Aviso del Programa Ciencia sin Fronteras (CsF). El CsF se lanzó oficialmente en Brasil, en diciembre de 2011 en Brasil. Un año más tarde Portugal ya era el principal destino para los estudiantes de pregrado brasileños, lo que colocó a este país en el segundo lugar en el número total de becas para estudiar fuera (2775), detrás de los Estados Unidos (que ya había recibido 3898). En abril de 2013, Portugal fue excluido de la convocatoria de este Programa, al entenderse que, supuestamente, no estimulaba el aprendizaje de un nuevo idioma. El efecto de esta situación llegó hasta 2015 (Iorio, 2018). Desde entonces, el número de permisos de residencia (AR) para estudiar portugués en la universidad ha seguido aumentando, disminuyendo tan solo en 2020 debido a la pandemia causada por el virus COVID-19 (tabla 4).
Año | Nuevos permisos de residencia para estudiar en la educación superior (Acumulado) | Nuevos permisos de residencia para estudiar en la educación superior (Flujo) |
---|---|---|
2010 | 2820 | 2400 |
2011 | 3492 | 2995 |
2012 | 5163 | 4807 |
2013 | 2164 | 1224 |
2014 | 1684 | 745 |
2015 | 1419 | 756 |
2016 | 1838 | 1119 |
2017 | 3043 | 1537 |
2018 | 6363 | 4291 |
2019 | 11 321 | 6472 |
2020 | 8787 | 3958 |
En España, la presencia de estudiantes internacionales también ha aumentado considerablemente en los últimos años, estudiantes procedentes, sobre todo, de otros países europeos y de América Latina (Kingeski y Nadal, 2020). Entre las comunidades latinoamericanas, los brasileños, no se equipararon al número de estudiantes de otros países latinoamericanos. A pesar de todo, no han dejado de aumentar: entre 2000 y 2017, España fue la sexta opción de los estudiantes brasileños, por detrás de Estados Unidos, Portugal, Francia, Reino Unido y Argentina (Kingeski, 2021). Como señala Kingeski (2021, p. 164), “la proximidad cultural e idiomática y la dependencia de las becas caracterizaron (entre 2000 y 2017) el flujo de estudiantes brasileños de educación superior a España”. Los datos del Ministerio de Universidades del Gobierno de España sitúan a los brasileños entre la 11.ª (en 2015/216) y la 14.ª posición (en 2020/2021), por detrás de estudiantes de Marruecos, Rumanía, de otros países europeos (Italia, Francia, Alemania, Portugal y Reino Unido), latinoamericanos (Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Venezuela y México), Estados Unidos y China.
Para Ploner y Nada (2019, p. 373), la presencia de estudiantes internacionales oriundos de los llamados países “en desarrollo” o “recientemente industrializados” como Brasil, “se ha convertido en un fenómeno omnipresente en la enseñanza superior europea”. A través de las trayectorias poscoloniales subyacentes, facilitadoras de la movilidad internacional de estos estudiantes a países europeos, se observa cómo, según los autores, la herencia poscolonial que la educación superior europea dejó en las antiguas colonias sigue influyendo actualmente en la migración de los estudiantes. Por lo tanto, como ya apuntaron França et al. (2018), las políticas portuguesas para atraer a los estudiantes internacionales incluyen elementos basados en las ideas de la teoría poscolonial, que buscan mantener a Portugal como líder o como centro de la educación superior entre los países de lengua portuguesa. Pese a ello, un factor interesante mencionado por estas autoras fue la adhesión de Portugal a la UE, que contribuyó no solo al aumento del número de estudiantes de otros países miembros, sino al potencial atractivo para estudiantes de países terceros. En esta línea, además del legado poscolonial que la educación superior europea dejó en las antiguas colonias, los países europeos que pertenecen a la Unión Europea (como Portugal y España) han empezado a atraer a más estudiantes internacionales, además de los contingentes originarios de sus antiguas colonias.
Año | Brasileños en el Sistema Universitario Español | Total de estudiantes extranjeros en el Sistema Universitario Español |
---|---|---|
2010-2011 | 3828 | 136 192 |
2011-2012 | 3940 | 136 859 |
2012-2013 | 3612 | 131 961 |
2013-2014 | 3710 | 131 046 |
2014-2015 | 3602 | 140 398 |
2015-2016 | 3899 | 153 193 |
2016-2017 | 3376 | 166 963 |
2017-2018 | 4175 | 185 145 |
2018-2019 | 4411 | 194 741 |
2019-2020 | 4439 | 208 321 |
2020-2021 | 3512 | 175 382 |
Si entendemos la migración cualificada como de profesionales especializados en busca de mejores oportunidades laborales (y no académicas), entre 1999 y 2008, la migración socio-profesional de los brasileños en Portugal pasó por “una descualificación a su llegada, con una ligera mejora a lo largo del tiempo, pero sin llegar nunca a los valores (más positivos) registrados en Brasil” (Egreja y Peixoto, 2011, p. 52). En otras palabras, los profesionales cualificados que emigraron de Brasil durante este periodo aceptaron trabajos menos cualificados, aunque algunos de ellos consiguieron trabajos más cualificados con el paso del tiempo que, con todo, no se ajustaron exactamente a sus cualificaciones. Aunque a partir de 2008, la crisis económica que afectó a Portugal disminuyó el stock de brasileños hasta 20163, un “título que tuvo una evolución positiva en Portugal (con una variación de más del 65% de 2015 a 2016) fue el de residencia para la actividad profesional independiente (donde podemos incluir a profesionales cualificados). En la emisión de este nuevo título en 2016, los brasileños se destacaron con más del 23,5% de los valores emitidos, según el Informe Estadístico Anual de los Indicadores de Integración de Inmigrantes 2017” (Souza y Iorio, 2018, p. 324). En consecuencia, pese a la disminución del stock de brasileños en Portugal hasta 2016, podemos sostener que el número de estudiantes y profesionales cualificados ha aumentado durante este periodo.
En este sentido, el artículo de Azevedo, França y Cairns en este monográfico desarrolla un análisis novedoso y reciente de la inmigración brasileña cualificada/ de brasileños cualificados en Portugal. A partir de 20 entrevistas en profundidad realizadas en la zona de Lisboa a lo largo de 2019, los autores tratan de averiguar si estos inmigrantes se trasladaron a Portugal en respuesta a la crisis política de Brasil, aun siendo conscientes de que también Portugal estaba atravesando una coyuntura económica difícil, y que esto podría influir en la calidad de su estilo de vida. Los discursos de los entrevistados han revelado que, pese a saber que su situación podría deteriorarse en Portugal, muchos creen que “es mejor ser pobre en Portugal que estar en Brasil”. Egreja y Peixoto (2011) ya habían apuntado en la misma dirección: era más que probable que estos inmigrantes sufriesen una devaluación profesional, ganasen menos dinero y nunca consiguiesen los empleos y salarios que tenían en Brasil. Sin embargo, lo que Azevedo, França y Cairns revelan de forma novedosa, es que los brasileños cualificados que emigran hoy a Portugal son conscientes de estas dificultades y a pesar de ello, prefieren el estilo de vida que tienen en el país de destino a la continua preocupación por cuestiones de seguridad física en Brasil.
A raíz de la creciente diversificación de los flujos migratorios de los brasileños para el espacio ibérico, tanto Portugal como España tienen hoy una mayor diversidad en los perfiles de los inmigrantes brasileños. De esta forma, “tanto en la migración brasileña en Portugal como la que tiene como destino España, hallamos la existencia de una diversidad o multiplicidad de razones para emigrar que, muchas veces, se combinan entre sí” (Masanet y Padilla, 2010, p. 71). Pese a que varios autores sigan afirmando que “la mayoría de los inmigrantes brasileños en España y Portugal aluden a razones de tipo económicas que se reflejan en las escasas oportunidades económicas y laborales en origen” (Masanet y Padilla, 2010), esas razones están relacionadas a otros factores contextuales, individuales y relacionales tanto en Brasil, como en Portugal y España.
Entre los “nuevos” inmigrantes brasileños, es importante destacar algunos grupos sociales más visibles en los últimos años en Portugal y España y relacionados, sobre todo, con perfiles más calificados y privilegiados. Como hemos señalado antes, en este monográfico, el artículo de Leonardo Azevedo y colegas introduce un grupo social que últimamente está ganando peso en Portugal, y que, además, ya había sido identificado en otros contextos europeos como el Reino Unido (Robins, 2019): los brasileños que inmigran por estilo de vida (lifestyle migrants) y que aspiran a “una vida cosmopolita” y de “moda” en Europa. Azevedo, França y Crains parten del análisis de las condiciones políticas en Brasil como factores impulsores en las decisiones de emigración de estos individuos cualificados. El abordaje de los autores es, indudablemente, novedoso y permite reflexionar como inmigrantes brasileños cualificados “aceptan” un proyecto de movilidad social descendente caracterizado por precariedad e incertidumbre, en pro de aspiraciones a un mejor estilo de vida y, sobre todo, para lograr una estabilidad política (y ontológica) no alcanzable en Brasil.
De igual modo, entre los grupos de nuevos inmigrantes “privilegiados” se encuentran también los brasileños inversores que han solicitado la residencia en ambos países mediante la concesión de los visados dorados o visas de inversión. Estos visados, aprobados en 2012 en Portugal y en 2013 en España, otorgan a los extranjeros que invierten en el país bajo algún concepto (compra de vivienda, transferencia de capitales o creación de empleo, entre otros), un permiso de residencia que les posibilita solicitar, además más tarde, la nacionalidad de ese país (Ampudia de Haro y Gaspar, 2019). En el caso de Portugal, según Fernandes et al., (2021), los brasileños que ingresaron en el país con visados dorados forman un grupo distinto dentro del universo de los inmigrantes brasileños, y algunos optaron por Portugal porque las condiciones eran más favorables que en los Estados Unidos (es decir, mayor seguridad y compartir el mismo idioma). Para França y Padilla (2018), estos inmigrantes están contribuyendo a asociar la imagen brasileña con individuos con un alto poder adquisitivo, y con potencial inversor en Portugal, imagen muy distinta a la feminización y precarización laboral asociada, por veces, a este contingente de inmigrantes.
La idea de que los brasileños inversores están en aumento en Portugal es, sin embargo, contradicha por el número de visados dorados concedidos en los últimos años. Según los datos del SEF, entre octubre de 2012 hasta septiembre de 2022, 1137 ciudadanos brasileños han obtenido el permiso de residencia a través de visados dorados. En concreto, estos inversores brasileños totalizan cerca de 10,17%, muy por debajo de los inversores chinos que representan 46,5% del total de solicitudes. Además, si analizamos los flujos de los visados dorados emitidos en Portugal en 2022 para individuos brasileños, observamos que estos han estabilizado alrededor de los 10 visados mensuales entre enero 2022 y septiembre del mismo año4. En España, el número de visados dorados concedidos a brasileños es más elevado que en Portugal para el mismo periodo: a 31 de diciembre de 2021, fueron emitidos un total de 1645 visados (5,94%) para brasileños en un total de 27 701 visados, encontrándose estos ciudadanos en la sexta posición entre aquellas nacionalidades más frecuentes en pedidos (Ministerio de Inclusión, Trabajo Social y Migraciones, 2022).
Un tercer grupo de ciudadanos “privilegiados” que ha surgido recientemente en la Península Ibérica son los judíos sefarditas. En España la Ley 12/2015 y en Portugal el Decreto-ley 30-A/2015, ambos aprobados en 2015, garantizan la atribución de la nacionalidad española o portuguesa a los descendientes de los judíos con ancestralidad sefardita, cuyas familias habían sido expulsadas en 1492 (de España) y en 1496 (de Portugal). Esta Ley “ibérica” ilustra aquello que Gesser y Pinheiro (2019) denominan “isomorfismo institucional”, una vez que ambos países replican e imitan ciertas estructuras legales, con consecuencias sociales, políticas y culturales importantes no solo en el contexto nacional como también transnacional. La concesión de unas de las nacionalidades ibéricas con objetivo de “reparación histórica” es un ejemplo claro. Sin embargo, los criterios para solicitar la nacionalidad sefardita en ambos países han divergido.
Asimismo, España ha dado inicio al proceso exigiendo un nivel intermedio de castellano acreditado por el Instituto Cervantes, y conocimientos de la cultura española y de la Constitución; estos procedimientos, aunque aparentemente poco costosos, han resultado en alguna complejidad logística por los costes de intermediarios involucrados en la solicitud (abogados, traductores, etc.). A su vez, Portugal simplificó el proceso al exigir tan solo con probar el linaje sefardita y una relación directa (sin documentos) a la Península Ibérica como suficiente.
En España, hasta el 30 de junio de 2022, han sido registrados 153 774 pedidos de ciudadanos descendientes de sefarditas (Ministerio de la Justicia, 2022). Una de las consecuencias de estos criterios fue que la mayoría de los individuos que reclamaran la nacionalidad son latinoamericanos; entre ellos, los brasileños registraban a la fecha 1059 solicitudes y 832 concesiones. En Portugal, a finales de 2021, entre las solicitudes de nacionalidad a raíz de la ancestralidad sefardí, los brasileños representaban el 7,47% de los extranjeros que habían solicitado la nacionalidad portuguesa (en un total de pedidos 86 557). El número de pedidos de los judíos brasileños, pese a ser bajos, se encuentran en tercer lugar, por debajo de los israelíes y turcos (Carmo, 2022). Asimismo, es de esperar que, en los próximos años, este contingente siga solicitando la nacionalidad lusa, derivando en un posible proyecto migratorio.
Tras doce años de la publicación del artículo de Érika Masanet y Beatriz Padilla con el que abríamos estas páginas, hemos pretendido reflexionar (y retomar) en este monográfico sobre la distintividad de los flujos migratorios de inmigrantes brasileños para el espacio ibérico en las últimas décadas; con el objetivo de identificar, qué tipo de interrogantes se han colocado sobre este tipo de migración y analizar los desafíos y las cuestiones que se siguen colocando. Para ello, hemos reunido algunas contribuciones que, de forma novedosa, han avanzado con algunos hallazgos todavía poco destacados.
Los cuatro artículos que componen este monográfico —más allá de esta introducción, que pretende también clarificar algunos temas—, abren espacios de conocimiento todavía poco explorados, y pretenden ser el inicio (o la continuación) de investigaciones futuras sobre este grupo migratorio tan presente en Portugal y España. Asimismo, cada uno de estos artículos trae el enfoque hacia grupos de brasileños (re)emergentes y que empiezan a consolidarse en la Península en los últimos años: a) Azevedo, França y Cairns nos hablan de los “inmigrantes de estilos de vida” cualificados, desafiando las pesquisas hasta aquí elaboradas sobre lifestyle migrants y sus orígenes occidentales; b) Ramos y Ferreira en Portugal y Becerril y Jiménez en España aportan datos recientes sobre la consolidación —y aumento— de las parejas binacionales luso-brasileñas (en el primer caso) e hispano-brasileñas (en el segundo), destacando el aumento de las parejas binacionales homosexuales como grupo invisible hasta la legalización de los matrimonios gays en ambos países; y c) Silva y colegas recogen una muestra de mujeres brasileñas cualificadas para enseñar como la violencia de género se encuentra tan presente en sus vivencias transnacionales (en Brasil y Portugal).
Los artículos aquí retratados confirman la preferencia de los investigadores por el tema de la feminización de la migración brasileña en el espacio ibérico. Entendemos esta preferencia, ya que la comunidad de mujeres brasileñas, tanto en Portugal como en España, ha demostrado ser mayor que la de los varones. Creemos que las futuras investigaciones deberán abordar también la realidad de los hombres brasileños en la Península Ibérica, ya que, tras el primer y segundo periodo de esta inmigración, poco se sabe sobre sus trayectorias migratorias y sociales, así como su inserción en las sociedades portuguesa y española. Además, es fundamental seguir investigando la evolución de la inmigración brasileña de estudiantes y profesionales cualificados en ambos países, así como la inmigración de los jubilados, de los inversores o aquellos individuos que utilizan los “visados dorados”, y más recientemente, de los judíos sefarditas.
Las temáticas de la inmigración brasileña en Portugal y España no se agotan, ni mucho menos, en esta monografía. Nuestro objetivo fue, tan solo, rescatar nuevas (y viejas) problemáticas de esta inmigración transatlántica, cuyas configuraciones se manifiestan, concomitantemente, en los dos países ibéricos.
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