La investigación en migraciones internacionales se ha enriquecido en las últimas décadas a través de los estudios sobre familias transnacionales. Estos han aportado varios elementos de interés al hecho migratorio: en primer lugar, han permitido ir más allá de la cuestión de las remesas económicas para poner en valor otros recursos, como los cuidados, que se invierten, transfieren y activan en el proceso migratorio; en segundo lugar, han transformado la imagen de la migración como una línea recta, con un punto de partida y otro de llegada, para entender otras experiencias como las migraciones circulares, y formas más complejas de relacionarse con el territorio, así como establecer y sostener vínculos (Kane, 2002; Sow, 2007). En este último sentido, estos estudios conectan con diversas investigaciones realizadas sobre la simultaneidad de espacios distantes en los que se relaciona un grupo humano, lo cual también implica una idea más compleja de los procesos de formación de identidad y sentimiento de pertenencia. Coulibaly-Tandian (2008) emplea el término migralidad (migración y movilidad) para referirse a la combinación de diferentes temporalidades y relaciones con el espacio.
Sean cuales sean las condiciones del hecho migratorio, el momento en el proceso de regularización y obtención de derechos en la llegada, y los contextos de acogida, la cuestión de las redes familiares transnacionales de las personas migrantes reaparece como una constante en las investigaciones internacionales. En este trabajo queremos explorar cómo a través de las redes transnacionales de familias senegalesas con vínculos en Europa (Mallorca especialmente) circulan tanto transmisión y cambio, tradición y modernidad. Es gracias a estas redes que se atraviesan fronteras, no sólo geográficas, sino también simbólicas y culturales. Dichos vínculos, cuya organización hunde las raíces en las formas de la familia del África occidental, aportan un apoyo central tanto en los países de acogida como en los países de origen. Finalmente, estas redes permiten una recomposición original de los vínculos familiares y de la organización del cuidado a los menores, sosteniendo la pertenencia a distintos lugares y las relaciones intergeneracionales, reconfigurándolas en el tiempo y el espacio. Dichas recomposiciones dan cuenta de las estrategias comunitarias para gestionar el cuidado familiar en un sentido transgeneracional y transnacional, fórmulas que a su vez son portadoras de visiones alternativas y de un rico sincretismo (Vatz Laaroussi y Bolzman, 2010).
El objetivo de este trabajo es analizar, a través de un estudio cualitativo, cómo se organiza el cuidado de los menores, hijas/hijos de emigrantes senegaleses, en el país de origen y en España. Y detectar, de manera indirecta, el posible impacto que ha tenido la ausencia de los padres, sobre la vida cotidiana y el bienestar de los menores. En definitiva, conocer las dinámicas de cuidado a menores en familias senegalesas transnacionales.
El enfoque de las cadenas globales de cuidado introdujo en la década pasada una mirada feminista sobre los efectos del capitalismo en la privatización de los cuidados en el Norte Global, y la transferencia de cuidados del Sur al Norte (Ehrenreich y Hochschild, 2002; Parreñas, 2005; Barañano y Marchetti, 2016). En esta literatura las personas migrantes son siempre mujeres y, además de analizar el papel que juegan supliendo esa energía que sostiene la vida en el Norte, importa el impacto de su ausencia en el origen. Es así que el foco de esta literatura ha sido también el de la maternidad a distancia (Parreñas, 2001). Para el presente trabajo nos interesan las aportaciones sobre el sostenimiento de los vínculos en las familias transnacionales de la literatura de las cadenas globales de cuidado (Zimmerman et al., 2006), así como las dificultades de las relaciones en la distancia, la vivencia de las ausencias, y cómo éstas afectan a los menores.
Frente a la perspectiva de cadenas globales de cuidado, el enfoque de la circulación del cuidado ha permitido complejizar el estudio de las transferencias inmateriales sin desechar las remesas del análisis, consideradas como una dimensión más del cuidado. Asimismo, ha incorporado otros actores en el análisis que también juegan un papel en el mantenimiento de las familias transnacionales, como pueden ser los padres y otros parientes (Baldassar y Merla, 2014; Oso, 2016).
La literatura en torno a las cadenas globales de cuidado se ha apoyado principalmente en material empírico de migraciones de Latinoamérica y Filipinas hacia Estados Unidos y Europa (Ehrenreich y Hochschild, 2002; Parreñas, 2005; Zimmerman et al., 2006; Skornia y Cienfuegos Illanes, 2016). En ella, la familia nuclear se presume como el modelo ideal de familia, y la estabilidad de la misma como aquello que garantiza bienestar a los menores. Es bajo esos mismos supuestos que se ha enfatizado en otras investigaciones las consecuencias emocionalmente dolorosas de estas separaciones, a través de conceptos como el de pérdida ambigua (Boss, 2016; Solheim y Ballard, 2016), según el cual las distancias producirían una angustia y un dolor, en ocasiones incluso traumático, en los menores.
Lo cierto es que conocemos aún poco de las familias transnacionales en otros contextos, como es el caso de las migraciones producidas en y desde el África occidental. Acercarnos a otros terrenos es importante, puesto que el contexto, concretamente las normas culturales de socialización y de crianza, debe tenerse en cuenta a la hora de estudiar los cuidados en familias transnacionales y de hipotetizar el impacto que las migraciones tienen en el bienestar de los menores (Mazzucato y Shans, 2011; González Ferrer et al., 2012; Suárez-Orozco et al., 2002). Para el caso de la migración senegalesa hacia España, contamos con el trabajo pionero de Vázquez (2014), que muestra la importancia de esa familia extensa en el proceso migratorio hacia el estado español. Y el rol tan importante de figuras como la nuera cuidadora.
La migración senegalesa a España está condicionada por rígidas barreras migratorias debido a obstáculos legales (Sobczyk et al., 2020) y por el racismo institucional. Los flujos migratorios, en su inicio mayoritariamente masculinos, han construido familias transnacionales cuyos miembros permanecen separados durante largos períodos de tiempo, siendo poco frecuentes las reunificaciones, y realizándose éstas principalmente en el país de origen (González Ferrer et al., 2012). Esta es una situación no siempre elegida, sino determinada en ocasiones por largos períodos de irregularidad que impiden la visita a familiares. Si bien, en otros casos la separación aparece relatada como una elección condicionada, en la que se valoran tanto los gastos que supone la vida en España, como el propio modelo educativo (considerado excesivamente laxo y volcado al consumo), así como las posibles experiencias de racismo y discriminación que puedan sufrir los menores en este país.
En ese sentido, el caso de las familias transnacionales de origen senegalés podría ser uno de los más dramáticos en relación al impacto emocional producido por las largas separaciones entre padres e hijos1. Sin embargo, necesitamos ser muy cautelosas y no imponer los marcos culturales de la familia occidental. Senegal es un país donde los vínculos de la familia extensa y la práctica de acogida juegan un importante papel en la crianza de los hijos (Beck et al., 2015; Sagna et al., 2018). La distribución de los cuidados entre miembros que trascienden los límites de la familia nuclear2 durante largos periodos es una práctica central y muy extendida desde hace varias décadas en los países de África occidental, y juega un papel fundamental en las migraciones transnacionales (Alber, 2003; Coe, 2017). De hecho, el sistema de reciprocidad y solidaridad familiar consistente a trasladar los menores a la casa familiar de uno de los progenitores, o de otra persona cercana a la familia, no tiene sus raíces en la migración internacional (Gasparetti, 2011), sino en dinámicas previas habituales de la sociedad senegalesa (Sagna et al., 2018), y que son empleadas también en los procesos de movilidad dentro de un mismo país o hacia otros países africanos. Además, se trata de una práctica que permite tejer nuevas relaciones sociales entre los grupos y reforzar las existentes entre generaciones (Morovich, 2011; Whitehouse, 2011).
En estas prácticas más comunitarias, el menor tiene referentes emocionales que van más allá del padre o la madre biológica. El propio lenguaje es significativo: la palabra mamá se puede dirigir a la madre, a una tía, o a la madre de un amigo que es importante para la persona. Los estudios comparativos (Morovich, 2007; Whitehouse, 2011; Beck et al., 2015; Coe, 2013; 2017) con menores que están en una situación de acogida con un pariente, amigo, o amiga, muestran que esta práctica no tiene un impacto negativo en el menor: su bienestar es el mismo que el de los menores que viven con sus progenitores (Beck et al., 2015). En realidad, ni siquiera el término acogida permite comprender la organización de la familia en África occidental, en la que de manera habitual las prácticas y responsabilidades de crianza se distribuyen entre varios adultos y no se realiza la misma distinción que en Occidente entre los padres biológicos y otros cuidadores. Es por ello que la ausencia de un progenitor no es vivida de la misma manera: no se entiende la paternidad y la maternidad como una relación exclusiva en la que el vínculo entre progenitor y menor es sagrado, como ocurre en el modelo de familia occidental (Vandermeersch, 2002; Coe, 2017, p. 399; Grysole, 2018). Por otra parte, sí hay una separación de roles de género en el marco de estas comunidades, especialmente en lo relativo a algunas tareas de cuidado como cocinar, lavar la ropa o limpiar, que recaen habitualmente en las mujeres y niñas (Baldé, 2020).
Además de considerar la perspectiva transnacional en el estudio de las migraciones internacionales de población originaria de África del oeste, consideramos algunos trabajos que tienen en cuenta la perspectiva de circularidad en los procesos migratorios (Tarrius, 2002). De este modo, pretendemos dar cuenta del papel que juegan las estrategias familiares en los procesos migratorios y cómo estas relaciones originan un sentimiento de pertenencia a múltiples lugares en las y los migrantes y sus hijos e hijas.
En este trabajo pretendemos identificar el rol de las familias extensas y su articulación con la noción de red transnacional, que se refiere al conjunto de relaciones interpersonales que conectan a personas migradas, sus familiares, las personas retornadas, sus relaciones cercanas y amistades, así como otras relaciones personales que formen parte del entorno local del nuevo país de residencia de las personas que han vivido un proceso migratorio (Hily et al., 2004). Para algunos autores, la construcción de la parentalidad/maternidad transnacional abarca una amplia gama de prácticas, en que progenitores, hijos y otros familiares participan del proceso migratorio, basadas en un fuerte sentido de solidaridad y reciprocidad (Gasparetti, 2011).
Hemos identificado empíricamente, a través de una investigación cualitativa, algunos de los recursos útiles que las personas mencionan en sus relatos para la construcción del proceso migratorio, y concretamente, aquellos que pueden jugar un rol determinante en el cuidado transnacional: crianza, acompañamiento y educación de los niños y niñas de las familias entrevistadas. Por tanto, dedicaremos una atención especial a identificar el apoyo transnacional intergeneracional (Baldassar, 2008). En el trabajo nos remitiremos a la noción de red comunitaria haciendo referencia a la noción clásica de Hily et al. (2004) con la idea que la red constituye una estructura intermediaria entre los migrantes individuales y su contexto social. Además de considerar el papel involuntario que juega la infancia en dicho proceso.
La metodología del trabajo se apoya, en una primera fase, en observación a través de visitas a casas familiares de senegaleses emigrados a España. En ese proceso se realizaron 10 entrevistas en profundidad, 7 a varones y 3 a mujeres, con edades comprendidas entre los 25 y los 48 años. A su vez, se organizó un grupo de discusión con varones retornados de España. En una segunda fase, se han realizado 25 entrevistas en profundidad en Mallorca, con un enfoque cualitativo y biográfico (Bertaux, 1981) a migrantes que residen en España y a personas retornadas a Senegal3.
Género | Edad | Hijos | Tiempo viviendo en Mallorca |
---|---|---|---|
15 hombres | 19-60 años | 7 sin hijos | Entre 4 y 25 años |
10 mujeres | Media: 38 años | 18 con hijos | Media: 16 años |
La primera fase de la investigación se desarrolló en puntos de Senegal donde tradicionalmente se ha dado alta emigración a Europa, y concretamente, a España. La elección de dichos puntos vino dada, por una parte, por la estancia de investigación de una de las autoras en la Universidad Gaston Berger de Saint Louis; y, por otra parte, a través de los relatos de inmigrantes entrevistados en un grupo de discusión en Mallorca, que permitieron seleccionar ciudades y barrios de donde procedía la mayoría. Estos primeros relatos, más cercanos a la conversación informal, se pudieron dar gracias al apoyo de una ONG en Mallorca.
Así, en la primera fase, y coincidiendo con la estancia de investigación, se entrevistaron a adultos en los barrios de pescadores de Guet Ndar y Goxu Mbaac, en Saint Louis, al noroeste de Senegal, en el sur de Saint Louis, en Louga, en municipios de la zona metropolitana de Dakar (Pikine y Guédiawaye), y de dos ciudades al este de Dakar: Thiès y Diourbel. En esta fase de la investigación, como hemos mencionado al principio de la sección, fue muy importante también la observación en las visitas a hogares. El acceso al terreno en Saint Louis, se realizó a través de un trabajador de la Universidad Gaston Berger, originario de uno de estos barrios. Nos puso en contacto con un informante clave gracias al cual pudimos ir elaborando la muestra a través de la técnica de bola de nieve. Asimismo, fue fundamental el apoyo de una asociación formada por personas que habían emigrado o retornado de España. Algunas entrevistas se realizaron en francés o en español, pero en la mayor parte fue necesario el empleo del wolof como lengua de comunicación. Tuvimos el apoyo de una estudiante de Filología española para la traducción simultánea. El acceso a las familias de las otras zonas seleccionadas se dio a través de los propios migrantes residentes en Mallorca. Con el fin de facilitar los trámites del Comité de Ética de Investigación correspondiente, se optó finalmente por no entrevistar a menores, sino exclusivamente a adultos. De esa manera pudimos tener la aceptación del proyecto antes de empezar las entrevistas4. Para complementar, se dio un gran peso a la observación.
La investigación tiene una segunda fase con entrevistas a personas senegalesas que llevan como mínimo cuatro años en Mallorca. La muestra incluye entrevistas a varones (15) y mujeres (10) entre 19 y 56 años. El guion de entrevista, en formato de entrevista abierta, da importancia al relato biográfico con el fin de tener en cuenta diferentes momentos en la trayectoria vital. La muestra de la investigación es mayor, pero para el presente artículo hemos considerado sólo aquellas personas que tienen hijos/as, residiendo o no con ellos en Mallorca; y a su vez a quienes como menores pasaron su infancia en Senegal, aunque sus progenitores estaban en España.
La primera fase de entrevistas en Senegal tuvo lugar entre 2019 y 2021. La segunda fase se ha realizado entre 2021 y 2023. El universo de referencia de la población empadronada en Mallorca es de 4364 en 2022 (Instituto Nacional Estadística, 2024), aunque, atendiendo a que se trata de una población que sufre violencias institucionales que le pueden impedir ejercer derechos fundamentales, como el empadronamiento, probablemente el número de personas originarias de Senegal residiendo en Mallorca, podría ser superior. La proporción de población senegalesa en 2022 respecto al total de población extranjera es minoritaria (2,6%) respecto al resto de orígenes, pero es una población cinco veces mayor respecto al inicio de los años 2000. Se trata de un aumento considerable atendiendo al conjunto de población extranjera que se ha doblado en el período 2000-2022 (Instituto Nacional Estadística, 2024).
Hemos llevado a cabo un análisis biográfico, en el que se tiene en cuenta la trayectoria vital de la persona y la interpretación que ella misma hace de este proceso. A su vez, como procedimiento, nos hemos apoyado en el Método de la Teoría Fundamentada de Datos (Corbin y Strauss, 2015). Es decir, hemos empleado una codificación abierta, para pasar después a una codificación axial a partir del material de las entrevistas. El programa Atlas.Ti nos ha permitido sistematizar el análisis y muy especialmente, compartir y trabajar de manera colaborativa en la interpretación. En todo momento damos gran importancia al contexto y a la comprensión de las diferentes tradiciones familiares que emergen y sobre las que nos hemos documentado. Asimismo, intentamos no caer en un positivismo naif según el cual los verbatims serían datos directos de la realidad que no necesitan ser interpretados (Serrano Pascual y Zurdo Alaguero, 2023, pp. 124-128).
Los resultados indican el fuerte peso de la familia transnacional: prácticamente todos los entrevistados tienen parientes (hermanos, tíos, primos) en otros países europeos y combinan relaciones entre dos o varios continentes. Esas relaciones pueden ser en un momento dado un punto de apoyo para transitar a otros lugares, en una búsqueda de estrategias de vida. En otras palabras, no hay un proceso lineal de migración, sino que éste es un proceso de ida y vuelta que en ocasiones incluye otros puertos diferentes. Este tipo de situaciones han sido constatadas en otros trabajos (Finch, 1989; Bianchi et al., 2006; Gasparetti, 2011; Vázquez, 2014) y especifican los diferentes tipos de ayudas que se intercambian entre familiares, como el de Gasparetti (2011) que analiza la migración de senegaleses a Italia. En su trabajo ella detecta la importancia de la reciprocidad expresada por el deber de los senegaleses en el extranjero de acoger a un familiar, entendido como familia extensa, que haya migrado a Europa en búsqueda de mejores oportunidades económicas.
Las personas entrevistadas, en su totalidad, han sostenido durante años familias transnacionales, en las que progenitores e hijos/as pasan largos períodos separados (Alber, 2003; Coe, 2017). El estudio presentado muestra que los efectos de estas ausencias, tanto en términos de recursos materiales y relacionales como de vínculo emocional, son atenuados por la existencia de una amplia red comunitaria transnacional que trasciende la familia nuclear y que sostiene el cuidado de menores en esos años.
En la mayor parte de los casos la crianza tuvo lugar en la llamada casa familiar. Este es un término empleado por las y los senegaleses para referirse al hogar, normalmente patrilocal, donde va a vivir un nuevo matrimonio y se crían los menores. Allí pueden convivir varios hermanos con sus respectivas mujeres, y los hijos que tengan. De esta manera, la crianza se reparte entre varias mujeres que pertenecen a diferentes generaciones, lo que nos permite identificar apoyos intergeneracionales en el sentido de Baldassar (2008). Esta casa familiar, referencia común en las entrevistas en Mallorca, fue observada también durante el trabajo de campo exploratorio en Senegal.
En los hogares visitados y las entrevistas realizadas pudimos observar, por una parte, que la norma de patrilocalidad no siempre se mantiene. Los menores hijos de emigrantes son criados en algunos casos en la casa familiar del padre; en otros de la madre. Las decisiones sobre dónde vivir se toman en función de las capacidades que tenga cada hogar de sostener otra nueva unidad familiar. Esa capacidad se entiende como una combinación del espacio disponible en la casa, los recursos económicos, y los recursos en forma de cuidados (el tiempo disponible para cuidar de los menores, o existencia de algún pariente que pueda dar mejor apoyo educativo).
Esa misma lógica, la de optimización de recursos muy diversos, se aplica también a la práctica extendida de acogida. Entre los entrevistados emigrados, dos habían enviado a sus hijos (uno a un hijo, y otro a una hija) a la casa familiar de un amigo, donde los menores eran cuidados en el contexto de esa otra familia en que diferentes personas, especialmente las mujeres de la familia, incluyen al hijo o hija de su amigo como uno más de los menores de la casa. El razonamiento para esta decisión era que allí podría acceder a una mejor educación. Así pues, el cuidado y bienestar del menor no se plantea como una cuestión de vínculos biológicos, sino una cuestión de quién tiene más capacidad en ese momento de cuidar del menor. Esto evidencia la posibilidad de tejer vínculos entre grupos no necesariamente familiares y reforzar las relaciones entre distintas generaciones (Morovich, 2011; Whitehouse, 2011). La optimización de recursos, por otra parte, no está relacionada únicamente con los recursos económicos. Son varios los factores que están en la base de esa decisión: el tiempo disponible en un hogar (donde quizás en una unidad familiar hay menos menores), o la posibilidad de ofrecer una mejor educación son factores fundamentales.
A través del trabajo de campo observamos, por una parte, que la estructura de los hogares, compuestos por varios miembros de una familia extensa, permite una organización colectiva de los cuidados, donde las tareas de cocinar o limpiar son distribuidas entre varias personas, pero siempre mujeres, sin recaer en una sola. Un mismo hogar puede tener una media de 15 menores residiendo en el mismo. Por otra parte, los hogares reproducen diferenciaciones de género, jugando los varones el rol de breadwinner5, y las mujeres encargadas de las tareas señaladas arriba. Ahora bien, la mayor parte de las mujeres participan también de una economía informal, vendiendo pescado fresco en el muelle, aperitivos de pescado frito, o cous-cous de mijo en los caminos. Pero nunca se produce la situación inversa: que los varones cocinen o limpien6. Aunque sí pasan tiempo con los menores. Las mujeres de un hogar se distribuyen estas tareas por días de la semana (por ejemplo, una cocina los lunes, otra los martes, y así sucesivamente).
La atención a las pequeñas es llevada a cabo por las mujeres, parcialmente también por los varones, pero de manera continua por otros menores de la casa. Esto aparece en los relatos, pero se hizo particularmente visible en la observación de los hogares durante las entrevistas: los/las menores pasan todo el tiempo con sus primos, hermanos y otros niños que estén en el hogar. Y se crea una cadena de cuidados al interior del mismo por la que los menores aprenden a cuidar unos de los otros a muy temprana edad. Esta parece ser una base importante del bienestar de los menores. Y es mencionada también en los relatos de las personas entrevistadas en Mallorca, al hablar de las visitas a Senegal:
Mis hijos disfrutan mucho cuando vamos a Senegal de vacaciones. Allí pueden pasar el día fuera jugando, tienen a sus primos y se lo pasan muy bien. Cuando llegas te choca al principio ese ruido de tanta gente. A los pocos días nos acostumbramos. [Entrevista 22, mujer]
En combinación con ese tiempo compartido con otros menores se dan también unos vínculos más diversos y amplios que el de la familia nuclear. El hecho de que los menores se críen con sus tías, abuelas, abuelos… y no exclusivamente con sus padres podría ser una fuente de protección frente a las obligadas ausencias que se dan en el proceso migratorio. Y, de hecho, esas ausencias no eran interpretadas en ningún momento como un proceso doloroso, como sí se menciona en otras investigaciones sobre migraciones (Solheim y Ballard, 2016); más bien evidencian la existencia de un apoyo transnacional intergeneracional (Baldassar, 2008). Al preguntar si los menores habían sufrido la ausencia del padre, lo primero que surgía era la sorpresa por la propia formulación de la pregunta: La presencia o ausencia del padre no parecía ser una cuestión que plantearse en relación al bienestar de los menores. En todo caso, ante la pregunta, tanto madres como padres aseguraron que los menores no habían notado la ausencia del progenitor. La respuesta más habitual era: “era muy pequeño”, o “estaban también sus tíos” y “jugaban con sus primos”. Es decir, el hecho de que en el hogar había otros adultos que podían ser igualmente cuidadores. Pero, además, el estar siempre acompañado por otros menores. Así pues, uno de los objetivos iniciales de la investigación, que era detectar este sentimiento de pérdida ambigua, este duelo sin duelo, en los menores, chocaba con la mirada de los propios familiares y personas migrantes.
De hecho, en los relatos de las personas migradas emergen otras figuras de referencia: una hermana, una tía…
[En Senegal] La persona más cercana era mi hermana mayor. Ella se vino antes aquí [a España]. Ella era como nuestro padre y nuestra madre, y cuidaba de nosotras, mucho, mucho, de nosotras. Es sólo 4 años mayor, pero cuidaba mucho, mucho de nosotras. Y al venir aquí siguió cuidándonos. (Entrevista 8, mujer)
[En Senegal] pasaba mucho tiempo con mis hermanos. También mi tía. La casa familiar es grande y podíamos estar todos. También mis abuelos. Si veían algún comportamiento que no les gustaba, se lo decían a mi tía. Y a veces también me han llevado un tiempo a otra casa de mi tía, para mi educación y que me portara mejor, porque ella tenía esa habilidad, para darme una educación. (Entrevista 18, mujer)
La persona principal de referencia puede ser, por lo tanto, una figura diferente de la madre o el padre, tanto en lo relativo a la educación como en cuanto al vínculo afectivo.
Es en ese contexto de otras figuras como referente que se puede interpretar mejor por qué las ausencias del padre o de la madre no son tan importantes. Asimismo, estos relatos muestran que la acogida de los menores con la familia extensa o las amistades mantiene su bienestar al igual que si estuviesen con sus progenitores (Beck et al., 2015).
Prácticamente todas las personas entrevistadas en Mallorca, habían dejado a sus hijos en Senegal en el momento de emigrar, para que los cuidara allí la familia extensa. Este dato en principio podría interpretarse en relación a las dificultades en los trámites de reagrupación. Efectivamente, los estudios cuantitativos sobre migración senegalesa a Europa muestran que las reagrupaciones familiares son poco frecuentes, y normalmente se producen en el país de origen, como señalan González Ferrer et al. (2012). Sin embargo, los menores entrevistados que nacieron en España también fueron enviados a Senegal para su crianza. Lo cual indica que la decisión no está relacionada con los trámites administrativos. Dos parecen ser los factores que condicionan estas decisiones:
Por una parte, como se ha señalado arriba, la familia extensa permite una optimización de recursos a la hora de la crianza, además de calcular que sus salarios no serán suficientes para que una familia numerosa pueda vivir en España porque el coste de vida es mucho más alto (Gasparetti, 2011). Es, por así decirlo, un importante protector frente a la crisis de cuidados que afronta el modelo familiar y las vidas laborales del Norte Global (Barañano y Marchetti, 2016).
Por otra parte, hay una clara intención de mantener los vínculos con el país de origen, de conectar con la familia, de que los menores aprendan la lengua y la cultura de su país:
Mi madre me llevó allí [a Senegal] para conocer la cultura, porque claro, si yo hubiera estado toda mi vida aquí [en Mallorca], sin haber ido ahí ni una vez, pues, no sé…, sería muy raro esperar a esta edad e ir. Sería algo muy brusco, sería algo… y fui pequeña y me criaron allí más de 5 años, con los abuelos y tíos en la casa familiar. Así pude aprender el idioma, la cultura, estudiar el Corán sobre todo, que es nuestro Libro Sagrado. Conocer la religión, entonces… tener esa visión entre los dos mundos. En el mundo que estoy viviendo aquí y el mundo que tengo ahí, sabes… Estuve hasta los 8, 9 años… Cuando volví tenía la mente abierta, conocía la cultura, sabía lo que se vivía ahí, lo que se vive aquí también. (Entrevista 13, mujer)
Ser criada en Senegal se ve como algo necesario, una conexión con las raíces y la propia cultura. Esta práctica es ampliamente compartida en otros procesos migratorios de países de África central y occidental como señalan varios autores (Morovich, 2011; Whitehouse, 2011). Al poder conocer también la cultura de España, las personas menores senegalesas desarrollan unas grandes competencias interculturales, una mirada entre las dos orillas. Y los progenitores ven importante esa conexión con la cultura senegalesa, como una cuestión identitaria, pero también en conexión con unos valores que consideran importantes frente al modelo occidental.
Prefiero que mis hijos vivan en Senegal para aprender bien la cultura. Aquí solo estarían pensando en consumir. (Entrevista 10, varón)
Esa crianza, combinando ambos países, ha implicado también que los menores sean escolarizados en diferentes sistemas, haciendo frente a los cambios cuando se incorporan a la nueva escuela. Como se evidencia en el siguiente relato:
El niño ya tiene dos años y medio y el hermano tiene cinco meses, la grande (7 años) estaba estudiando aquí, pero se fue a Senegal porque necesitaba estar con mi madre para que la vea... Todo eso... Pero va a volver ahora en octubre. Antes de octubre. Estaba haciendo colegio ahí. Pero tiene que venir para hacerlo aquí también. Estaba estudiando ahí y no quería cortarlo de ahí para que venga aquí para empezar de cero. Entonces estoy intentando combinar las dos. No sé cómo, pero estoy intentando. (Entrevista 14, mujer)
Equilibrios complejos, la crianza se valora como un período de aprendizaje, y también de conexión con la gran familia. Sostener esta crianza transnacional forma parte de decisiones reflexionadas, en las que se sortean de la mejor manera posible las barreras entre países.
Así pues, se comprende mejor el hecho de que, comparado con otros grupos de migrantes, los senegaleses opten por renunciar a la reunificación familiar y decidan, en cambio, dejar un tiempo a los menores con la familia extensa en Senegal. Este proceso se explica por una combinación de factores como la optimización de recursos, la configuración de las familias (extensas y con un fuerte componente comunitario), y finalmente, las preocupaciones sobre la transmisión de valores e influencias culturales (Gasparetti, 2011).
Los períodos de crianza en Senegal, con la voluntad de transmitir la cultura a las nuevas generaciones, fomentan a su vez la circularidad de los que están en Europa. Así, una de las frecuentes razones de los retornos constantes a Senegal es visitar a sus familias: esposas, maridos, hijos, pero también padres, hermanos, madres, hermanas, tías, primas y todos los miembros de la familia extensa. En el caso de las y los migrantes senegaleses en Mallorca, la economía fuertemente marcada por la estacionalidad favorece esa continua circularidad.
La crianza en Senegal, con la familia extensa, suele ser relatada como una etapa feliz por la mayor parte de los menores actualmente adultos. Igualmente, ésta es la percepción que tienen los progenitores. Más complicado parece el proceso de emigrar de nuevo (o de retornar) a España. Los menores relatan dificultades de adaptación en la llegada, al tener que convivir en un marco de familia nuclear, con unos progenitores prácticamente desconocidos, y en un contexto cultural completamente diverso.
No conocía a mi padre al llegar a España. Solo le había oído la voz por teléfono. (Entrevista 6, varón)
Yo tenía mi vida hecha en Senegal; era muy buena alumna. Súper, súper buena alumna…Y luego llegas aquí y no hablas ni catalán, ni castellano…, y tienes que empezar de cero, repetir, y que nunca había repetido en mi vida. Tampoco sabía cómo vivían mis padres aquí, que era super duro… el estilo de vida, la manera de vivir… no era lo que me esperaba. Es que tampoco conocía muy bien a mis padres; he tenido que conocer a mis padres a los 17 años y eso no es fácil. (Entrevista 8, mujer)
Después de años de crianza en la casa familiar en Senegal, el regreso a España implica vivir con los progenitores y en un marco más cercano a la familia nuclear. Frente a lo que intuitivamente se podría pensar (desde esa mirada de la familia occidental), ese regreso con los padres no es un proceso nada fácil. Los menores han tejido vínculos fuertes con otros familiares, y los progenitores, ya sea el padre o la madre, son unos desconocidos para la hija.
Emigrar de nuevo a Europa en el momento de finalizar la infancia o la adolescencia está relacionado normalmente con las oportunidades educativas y profesionales que ofrece el continente. Sin embargo, como relata la entrevistada [8], ese proceso no es fácil. En relación a la familia, paradójicamente, volver al espacio de la familia nuclear emigrada puede ser un proceso difícil emocionalmente.
Asimismo, el regreso a España implica un proceso de adaptación a la escuela no exento de dificultades, incluyendo las derivadas del racismo.
Al principio volver me costó… se me habían olvidado muchas cosas, sobre todo la lengua. Todo en catalán…y, claro, me costaba muchísimo. Pero ya…, en meses empecé a hablar perfectamente. Pero… bueno… uff, era un poco difícil relacionarme con los otros niños, siempre estaba como un poco apartada, ellos se metían conmigo, y yo estaba calladita, no sabía nada.
E: ¿Y al principio se metían contigo por qué?
Supongo por el color de mi piel…Pero a los 2, 3 años empecé a adaptarme y algunos de ellos son súper amigos ahora. (Entrevista 13, mujer)
La vuelta aquí fue súper rara, era súper diferente, porque en la escuela donde yo iba en Senegal son súper grandes y teníamos un patio muy grande, enorme; y aquí pequeño, que siempre se cierran las puertas, me sentía… no sé… todo cerrado. Y recuerdo el año que vine aquí, llovía mucho, incluso había nevado y más duro todavía [...] No me sentía bien. No es por la gente, era yo que no estaba acostumbrada a vivir en ambientes así. Un cambio súper grande. Y también yo…, incluso en la calle me sentía muy mirada por el pañuelo, pienso que es cómo me visto. Me sentía súper observada… No me gustaba ser el centro de las miradas.
E: ¿Y tú interpretas que es por el pañuelo?
Sí, sí. O por ser negra y llevar pañuelo, porque no es muy común aquí… (Entrevista 7, mujer)
El retorno a España es, de acuerdo con los relatos, un proceso duro. Por una parte, al tener que amoldarse a la forma de vida en la familia nuclear, con unos progenitores a los que no se ha tratado tanto. Por otra parte, por las experiencias de racismo en la escuela.
Pese a estas dificultades, el retorno a España (una decisión de los progenitores en muchos casos) está motivado por la búsqueda de oportunidades educativas, lo que marca un paso decisivo en las futuras posibilidades laborales. Efectivamente, las personas que acceden a la formación reglada, aunque sea en la última etapa, redibujan su horizonte en Europa, bien en este país, o en otros posibles a los que reemigrar (Gómez Garrido et al., 2022).
Las relaciones coloniales sostenidas hoy en día entre el Norte y el Sur Global han provocado una dependencia económica particularmente dramática en el caso del continente africano. En países del África occidental, como Senegal, se vienen dando importantes movimientos migratorios que en las últimas décadas han buscado nuevos destinos, como España e Italia. El endurecimiento de las políticas migratorias en el contexto europeo provoca en muchos casos largos años de situación irregular, en las que los emigrantes no vuelven a encontrarse con sus familiares y amigos. El estudio exploratorio aquí presentado, con migrantes varones y mujeres y sus familiares, muestra que los efectos de estas ausencias, tanto en términos de recursos como de vínculo emocional, son atenuados por la existencia de una amplia red comunitaria que trasciende la familia nuclear y que sostiene el cuidado de menores en esos años. Es una red en la que emergen figuras clave del cuidado diferentes del padre o la madre, como puede ser una tía, o abuela. Al mismo tiempo, los propios menores juegan un papel fundamental en la atención y cuidados de otros menores más pequeños.
Pese a los desafíos que presenta la crianza de los menores entre los dos países, la red comunitaria funciona como una complementariedad entre la familia extensa y el enriquecimiento mutuo con los vínculos elegidos, que pueden ser de amistad o de proximidad como las y los vecinos. Las entrevistas realizadas permiten ilustrar la complejidad de la construcción de la crianza en la distancia, y la diversidad de prácticas asociadas con la migración transnacional. En un contexto de precariedad de las vidas migrantes, la red de apoyo comunitario es una fuente de riqueza al favorecer el sostenimiento de los cuidados de las y los menores. El trabajo muestra cómo las senegalesas y senegaleses entrevistados aprovechan sus redes familiares y comunitarias para criar a sus hijos al emprender un proceso migratorio. Por otra parte, la organización del cuidado en la distancia no se explica meramente por una cuestión económica o de optimización de recursos, sino que indica la relevancia de valores culturales y la construcción de estrategias familiares que permitan fraguar nuevas oportunidades en la comunidad. En esta investigación evidenciamos que el regreso a España tras la crianza en Senegal refuerza el apego con los valores culturales senegaleses, aunque las vivencias en terceros países permiten generar un sentimiento de independencia y emancipación en la etapa de juventud y configuración de la identidad adulta. En los relatos se valora la conexión con la familia extensa en el origen como la conexión con las propias raíces culturales. Al mismo tiempo, se da importancia a las oportunidades educativas y laborales en etapas más cercanas a la edad adulta, razón por la que muchos menores regresan en ese momento al país europeo.
Sería recomendable que futuros trabajos exploraran el papel de esta colectivización del cuidado en el bienestar de menores y mayores. En ese sentido, podríamos arriesgarnos a hipotetizar que, aunque África occidental sufre una escasez de recursos en forma de capital económico, consecuencia del hecho colonial, su forma comunitaria de organización de los cuidados es una riqueza que la sitúa lejos de la angustia occidental. Esta comunitarización, sin embargo, tiene consecuencias desiguales desde el punto de vista de género. Aunque en este trabajo se han podido hacer algunas observaciones sobre los roles de género en la distribución de tareas de cuidado, es importante profundizar en el futuro sobre esta división sexual del trabajo.
Como reflexión final se valora la necesidad urgente de incluir en las políticas sociales modelos más sensibles a la diversidad de modelos familiares. Es habitual en muchas instituciones que tienen contacto con población migrante, y particularmente, los Servicios Sociales Comunitarios, partir de un modelo concreto de familia, correspondiente con la familia nuclear occidental. Desde ese marco, no se están respetando otras configuraciones familiares. En este trabajo, a partir de la constatación de una distribución transnacional e intergeneracional del cuidado a los menores provenientes de familias implicadas en procesos migratorios, defendemos la consideración de los modelos familiares en un sentido que trascienda el modelo occidental de familia nuclear. Estas dinámicas familiares evidencian la colaboración habitual de otros parientes diferentes al padre y la madre en las tareas de reproducción, y tienen su raíz en otros modelos de cuidado más colectivos, habituales en otros contextos sociales como en los países de África occidental.
Al mismo tiempo, detectamos en el propio trabajo vinculado a este proyecto de investigación, que esos mismos profesionales de los Servicios Sociales Comunitarios no entienden el sentido de las trayectorias migrantes de los menores, puesto que parten de un supuesto modelo ideal de migración lineal. Esperamos que esta modesta contribución abra vías de investigación en las que se profundice sobre esta diversidad de modelos familiares conectada a su vez a procesos migratorios no lineales.
Este trabajo se ha realizado mediante el apoyo de la Oficina de Cooperación al Desarrollo y Solidaridad de la UIB (OCDS-CUD2019/10). Las autoras agradecen a la OCDS, Càritas Mallorca, la Asociación de Migrantes Retornados de España en Saint Louis, Senegal y a la Asociación de Inmigrantes Senegaleses en Baleares, YAPO, el apoyo brindado durante todo el proceso de trabajo de campo. Así mismo, agradecen los pertinentes comentarios y sugerencias de las revisoras anónimas y los/las editores de este monográfico.
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ID | Sexo | Edad | Hijos | Tiempo en España | Permiso de residencia | Situación familiar | Crianza suya o de familiares |
---|---|---|---|---|---|---|---|
E_3 | V | 48 | 3 | 14 | Períodos alternos con permiso y sin permiso | Casado por segunda vez | Se crio con sus abuelos y familia Sus hijos se crían en Senegal |
E_4 | M | 53 aprox. | 3 | 25 | Sí | Casada y con hijos | Parte de los hijos criados en Senegal, parte en España |
E_5 | V | 28 aprox. | No | 8 aprox. | Sí | Soltero sin hijos | Se crio con su tía y otros familiares en Senegal |
E_6 | V | 26 | No | 15 | Sí | Soltero sin hijos | Se crio una parte de tiempo en Senegal |
E_7 | M | 29 | No | Nació en España - marchó a Senegal para crianza | Sí | Soltera sin hijos | Se crio en Senegal con su tía y su abuela |
E_8 | M | 29 | 1 | Nació en España - marchó a Senegal para crianza | Sí | Casada con una hija | Criada en Senegal Cuida ella de su hija en Mallorca |
E_9 | V | 60 aprox. | 7 | 19 | Sí, pero períodos sin documentación | Casado con 7 hijos | Se crio en Daara (escuela musulmana) en Senegal Los hijos se han criado en Senegal |
E_10 | V | 42 | 3 | 23 | Sí | Casado con 3 hijos | Emigró siendo menor. Crianza en Senegal y, posteriormente, al llegar a España, en centro de menores. Sus hijos se crían en la casa familiar, en Senegal |
E_11 | V | 40 | 0 | 13 años | Períodos con papeles y sin papeles | Casado. La mujer vive en Senegal | Se crio con la madre en la casa familiar |
E_12 | V | 25 | 0 | 4 años | No | Soltero sin hijos | Se crio con sus padres en Senegal. En Mallorca vive con sus tíos |
E_13 | M | 19 | 0 | Nació en Mallorca | Sí | Soltera sin hijas | La enviaron a Senegal entre los 2 y 7 para ser criada por abuelos en la casa familiar |
E_14 | M | 33 | 3 hijos | 15 años en Mallorca | Sí | Marido en Senegal, hijos criados con la familia de origen | Crianza de los hijos entre Senegal y España. En Senegal con la madre de la entrevistada |
E_15 | V | 52 | 3 hijos | 8 aprox. | Nacionalidad española | Casado en España, primera mujer en Senegal, sus hijos siempre han vivido en Senegal | Crianza hijos en Senegal con su madre |
E_16 | V | 56 | 5 hijos | 24 años en Mallorca | Nacionalidad española | Poligamia, una mujer en Gran Canaria con un hijo y el resto de hijos con su primera mujer en Senegal | Crianza hijos entre Senegal y España |
E_17 | V | 2 hijas (17 y 8 años) | 19 años en Mallorca | Nacionalidad española | Hija 17 años con su mujer en Senegal y otra niña en Mallorca con su exmujer | Crianza hijos en Senegal con la exmujer | |
E_18 | M | 3 hijos (15, 9, 2) | 13 años en Mallorca | Permiso de residencia | El marido vino hace más de 20 años a Mallorca y luego volvió a Senegal donde se conocieron y se casaron y más tarde ella vino a vivir a Mallorca con su primer hijo | Crianza hijos en España | |
E_19 | M | 19 | No | 6 años en Mallorca | Permiso de residencia | Vino a Mallorca por reagrupación familiar, su madre vivía en Mallorca desde hace 15 años, se crio con su tía en la casa familiar de su padre | Se crio en Senegal con su tía |
E_20 | V | 50 | 1 hija (14 años) | 22 años en Mallorca | Sí | Su hija vive con su madre, casada con el entrevistado, viven separados. | Hija criada en Senegal con su madre |
E_21 | M | 43 | 4 hijos (17, 14, 13 y 8 años) | 20 años en Mallorca | Sí | Casada y cohabitación con el marido e hijos desde que son más mayores | Hijos criados en Senegal, casa familiar del marido |
E_22 | M | 29 | 2 hijos | 12 años en Mallorca | Sí | Vino a Mallorca porque su madre vivía aquí, ella se crio con sus tías y estudió en Senegal hasta los 15 años, intentan ir a Senegal de vacaciones en diciembre-enero cada dos años más o menos | Se crio en Senegal con sus tías |
E_24 | V | 43 | 3 hijos (14, 13 y 8 años) | 15 años en Mallorca | Nacionalidad española, segunda exmujer española | Su primera exmujer vive en Dakar con sus hijos en la casa familiar de los tíos del entrevistado, el padre les pasa una manutención para los estudios de los dos pequeños en un internado | Crianza hijos en Senegal en casa familiar tíos entrevistado |
E_25 | M | 35 | 3 hijos (17, 15 y 7 años) | 20 años en Mallorca | Sí, permiso residencia | La entrevistada llegó a Mallorca a los 15 años porque su madre había venido cuando ella era pequeña, más tarde conoció a su marido en Mallorca, se casó y tienen 3 hijos | Se crio en Senegal |