Migraciones | nº 61 [2024] [ISSN 2341-0833]
DOI: https://doi.org/10.14422/mig.y2024.i61
Infancia en movimiento: redefiniendo la agencia infantil entre resiliencia y vulnerabilidad

Childhood on the Move: Redefining Children’s Agency Between Resilience and Vulnerability
Authors

1. Agencia infantil: ¿un nuevo paradigma en el estudio de la infancia en movimiento?

El siglo XX fue denominado “el siglo del niño” y probablemente en ninguna otra época anterior los niños1 habían ocupado un lugar tan destacado (Prout y James, 1997). Es entonces cuando se conforma una sociedad orientada hacia la infancia otorgando a los niños, niñas y adolescentes un lugar preeminente en las políticas sociales y educativas, así como en los marcos jurídicos (Zelizer, 1994). La clave para entender esta preocupación es la noción de infancia concebida como una etapa clave que condiciona las fases posteriores de la vida del individuo. Desde el acceso a la educación y salud hasta el desarrollo de habilidades sociales, las circunstancias en las que transcurre este periodo ejercen un impacto sustancial y duradero en el bienestar y la integración de los individuos en la sociedad (Chung y Walsh, 2010). Este enfoque ha llevado a una mayor atención hacia los factores que moldean la infancia, especialmente en contextos complejos como el de la migración, donde los niños se enfrentan a desafíos singulares que pueden influir profundamente en sus trayectorias vitales (Prout y James, 1997).

La centralidad social de la infancia y el reconocimiento de esta etapa como crucial en el ciclo de vida, ampliamente aceptados en el mundo occidental en el siglo XX, han tenido implicaciones en la manera de percibir el lugar y el papel de los niños y de las niñas en la sociedad. La concepción convencional de la infancia la describe como una fase caracterizada por la inocencia, la inmadurez y una dependencia significativa de los adultos. Esta perspectiva tiene como consecuencia que sean los adultos quienes definan las necesidades de los niños y asuman la responsabilidad de satisfacerlas, basándose en criterios exclusivamente propios. Además, dichos criterios están mediados por factores como el género, la clase social o el origen étnico (Keddell, 2023).

No obstante, en las últimas décadas se ha estado observando una transformación significativa en los enfoques teóricos en el análisis de la infancia. Un aspecto central del nuevo paradigma radica en reconocer que la infancia y las relaciones sociales de los niños constituyen un objeto de estudio valioso por sí mismo, y no únicamente en relación con cómo son construidas socialmente por los adultos (Horelli, 1998; Lee, 1998). Este nuevo enfoque ha resaltado que los niños deben ser concebidos como actores activos en la configuración de sus propias dinámicas sociales, en la de las personas que los rodean y en la de las sociedades en las que están inmersos. De este modo, se supera la visión que los trataba como simples receptores pasivos de determinantes estructurales externos (Qvortrup, 2005).

Estos cambios han influido también en la manera en la que se analiza desde la ciencia la infancia en diversas dimensiones de la vida social repercutiendo significativamente en los modos de comprender y analizar la infancia en el contexto migratorio. Los estudios han comenzado a destacar cómo los niños participan activamente en la configuración de los procesos sociales asociados a la migración (Huijsmans, 2011). Esta perspectiva redefine el papel de los niños en situación migratoria, reconociendo su capacidad de agencia y desafiando las visiones tradicionales que los describen como simples receptores pasivos de las decisiones adultas (Deng et al., 2022). En concreto, este enfoque rompe con la concepción de los niños migrantes como “objetos pasivos” que, como señala acertadamente Dobson (2009), se consideraba “objetos que representan una carga para el migrante adulto por su incapacidad de moverse o cuidarse a sí mismos, y como no-personas carentes de sentimientos o agencia propia”.

La literatura dedicada a la infancia migrante pone de relieve que los niños no son meros objetos pasivos en el proceso migratorio; por el contrario, participan en la toma de decisiones, toman la iniciativa en relación con el desplazamiento, negocian recursos y adoptan estrategias activas para enfrentarse a situaciones de riesgo (Deng et al., 2022). Aunque los desplazamientos de menores no acompañados son el ejemplo más evidente de la agencia infantil en contextos migratorios (Whitehead et al., 2007), esta se manifiesta de muchas otras maneras. Por ejemplo, en algunos casos, los niños influyen activamente en las decisiones que toman sus progenitores sobre la migración (Román González, Carrillo Cantú y Hernández-León, 2016). Esta capacidad de intervención resulta especialmente relevante en decisiones relacionadas con las migraciones de retorno, donde el criterio de los niños adquiere un peso significativo. Existe una abundante literatura que destaca el papel de los niños como importantes facilitadores de la inserción social de sus familias mediante el desempeño del papel de mediadores lingüísticos y culturales (Huang y Yeoh, 2011; Melander y Shmulyar Gréen, 2023). La agencia infantil se manifiesta en la participación activa en el sostenimiento económico de sus familias. Por ejemplo, en el caso de los niños que trabajan como vendedores ambulantes, su contribución económica ha demostrado ser esencial para el bienestar y el progreso de sus hogares (Estrada, 2013). En el ámbito educativo, los niños migrantes frecuentemente enfrentan desafíos significativos, como barreras lingüísticas, discriminación y desventajas socioeconómicas. Sin embargo, la literatura destaca cómo, a pesar de estas adversidades, muchos de ellos desempeñan un papel activo en su propio aprendizaje y en la construcción de espacios inclusivos dentro de las escuelas (Poveda, Jociles y Franzé, 2014). Estos espacios no solo fomentan su desarrollo personal, sino que también enriquecen la diversidad cultural de los entornos escolares.

Estos ejemplos dan cuenta de cómo la infancia migrante no solo es un reflejo de las condiciones estructurales y desafíos del proceso migratorio, sino también un agente dinámico que transforma dichas condiciones. Los niños migrantes desarrollan habilidades adaptativas y resiliencia que les permiten sortear barreras económicas, culturales y sociales. Además, su capacidad para integrarse en contextos nuevos, establecer redes sociales y actuar como puentes entre sus familias y las comunidades receptoras resalta su papel protagónico en los procesos de integración (Orellana, 2009; White et al., 2011).

Por otra parte, la agencia infantil en contextos migratorios no está exenta de tensiones y contradicciones. Mientras que su participación activa puede ser una fuente de empoderamiento, también puede estar marcada por dinámicas de vulnerabilidad y explotación, como en el caso del trabajo infantil en condiciones precarias. Este doble filo subraya la importancia de comprender la agencia infantil en sus múltiples dimensiones, incluyendo su potencial transformador y las limitaciones impuestas por las desigualdades estructurales (White et al., 2011).

En los últimos años, algunos autores han señalado que, aunque en muchos aspectos la agencia de los niños en movimiento en diversos contextos migratorios es un hecho indudable, existe el riesgo de sobredimensionar y descontextualizar su autonomía, atribuyéndoles una agencia y responsabilidades comparables a las de los adultos (Diaz-Strong, Padilla-Rodriguez y Torres, 2024). Así pues, los menores a veces son percibidos con características y prerrogativas propias de los adultos, ignorando su condición de niños. Este fenómeno de adultización implica la atribución de responsabilidades propias de los adultos a los niños migrantes, incluyendo su papel en el proceso de migración y en la inserción en las sociedades de destino (Hlass, 2019; Puig, 2022).

El caso de los menores no acompañados es una ilustración clara de cómo persiste una profunda incomprensión de la complejidad de la agencia de los niños en las dinámicas migratorias (Thompson et al., 2017; Corona Maioli et al., 2021). Como indica Hlass (2019), el mismo término “menor no acompañado” enfatiza la anomalía de migrar en solitario, en contraste con otras formas de infancia migrante, que suelen percibirse como más normalizadas debido a su dependencia de los adultos. Esta percepción en términos de anomalía de los menores que migran solos se refleja en la negación de su estatus de infancia, especialmente en el caso de aquellos niños que, con frecuencia, pertenecen a grupos racializados y minoritarios. En los contextos legales e institucionales, esta negación contribuye en no pocas ocasiones a la criminalización de estos menores (Galli, 2023).

Esta representación binaria del niño migrante, por un lado, determinada por la cosificación de unas categorías de menores y, por otro, por la adultización de otras, a menudo se estructura en torno a otras categorías binarias. Tales categorías, como migrante del Norte Global versus migrante del Sur Global, migrante documentado versus indocumentado, migrante laboral versus solicitante de asilo, o víctima de trata versus infractor, no solo se manifiestan en los discursos públicos, sino que también influyen en los fundamentos epistémicos de los estudios sobre migración —también migración infantil (Diaz-Strong, Padilla-Rodriguez y Torres, 2024)—. Estas distinciones simplificadoras limitan la comprensión de las experiencias de los niños migrantes, impidiendo abordar su realidad en toda su diversidad y complejidad.

Por tanto, la infancia migrante debe conceptualizarse no como una categoría hermética, sino más bien como una categoría que surge de la interacción entre la agencia de los niños y las relaciones sociales en las que están inmersos. Como señalan Hess y Shandy (2008), la participación de los niños en los procesos migratorios puede describirse como “la tensión entre la estructura y la agencia”, lo que refleja su posición como actores independientes frente a determinantes externos, como las políticas e instituciones estatales. Este enfoque permite entender la infancia migrada como un espacio de interacción dinámica, donde las decisiones individuales de los niños se ven continuamente modeladas por las restricciones y oportunidades del contexto en el que se encuentran.

2. El propósito y contenido de la sección monográfica

En definitiva, aunque la infancia migrante se ha consolidado en las últimas décadas como un tema central dentro de los estudios migratorios, aún persisten retos de naturaleza epistemológica relacionados con una comprensión más profunda de la particularidad de la posición de niños y niñas en un proceso tan complejo y dinámico como las migraciones (Galli y Garip, 2024; Huijsmans, 2011). Este reto ha impulsado la propuesta de esta sección monográfica, cuyo objetivo principal es el de abordar y reflexionar sobre las diversas dimensiones que configuran la experiencia de los menores en los contextos migratorios.

Por ello, se busca analizar la migración infantil y las situaciones de refugio, enfatizando la agencia de los niños y niñas como actores activos en sus trayectorias migratorias. Esto permitirá profundizar en las complejas dinámicas de vulnerabilidad y resiliencia que los menores migrantes y refugiados enfrentan, tanto durante el trayecto como en el país de destino, destacando cómo estas experiencias interactúan con su capacidad de agencia. Los menores no acompañados se han convertido recientemente en un foco de atención tanto para los medios de comunicación como para la comunidad científica (Corona Maioli et al., 2021; Quiroga y García Giráldez, 2023; Seidel et al., 2022). Aunque analizar las particularidades y contextualizar el fenómeno de los menores no acompañados resulta crucial, especialmente debido a los estigmas sociales y narrativas prejuiciosas que se han construido en torno a ellos, hemos considerado necesario adoptar una panorámica más amplia. Nuestra idea ha sido abordar ambos fenómenos de la migración infantil, tanto los niños que viajan solos como aquellos que lo hacen acompañados por adultos, desde una perspectiva global. Creemos que así será posible comprender mejor el papel activo que los menores desempeñan, cómo participan en las decisiones relacionadas con la migración y cómo contribuyen a las distintas estrategias de adaptación.

Por lo tanto, esta sección monográfica se orienta a explorar las múltiples facetas de la migración infantil, reconociendo su complejidad y diversidad, aunque sin pretender agotarlas. Se pone un énfasis particular en destacar la agencia de los menores como actores activos en sus procesos migratorios, subrayando su capacidad para influir en sus trayectorias y en los contextos que los rodean. Los artículos que integran esta sección de la revista Migraciones ofrecen una mirada integral y crítica sobre las experiencias de niños y niñas migrantes, abordando desde diversas perspectivas y contextos la interacción entre vulnerabilidad, resiliencia y dinámicas transnacionales, y contribuyendo a una comprensión más profunda de su papel en los procesos migratorios.

La sección monográfica está conformada por cuatro artículos que abordan diversos aspectos de los procesos migratorios y se enmarcan en distintos contextos geográficos y sociales.

El artículo “Reagrupación familiar de menores de origen extranjero en Navarra: propuesta analítica a través de cinco etapas” de Lasheras Ruiz, Jabat Torres y Andueza Imirizaldu analiza el fenómeno de la reagrupación familiar en Navarra mediante un marco conceptual de cinco etapas: salida, distancia, decisión de reagrupar, reencuentro y encaje. Se identifican las tensiones estructurales que dificultan la reunificación, incluyendo los requisitos legales y socioeconómicos, así como los desafíos emocionales y prácticos enfrentados por menores y progenitores. Los resultados muestran que la prolongada separación paternofilial fractura los vínculos, y los reencuentros suelen estar marcados por extrañamientos y conflictos. También se pone de evidencia que el proceso de encaje en la sociedad de destino enfrenta obstáculos educativos, laborales y sociales que afectan la integración y la reconstrucción del vínculo familiar.

El artículo “Infancia y crianzas transnacionales: el caso de la migración senegalesa a España” de Gómez Garrido y Thomàs-Vanrell examina las dinámicas de cuidado infantil en familias transnacionales senegalesas, destacando el papel central de las redes comunitarias en la crianza de los menores, tanto en el país de origen como en el destino. Mediante entrevistas biográficas, los autores identifican cómo estas redes mitigan los efectos negativos de la separación parental prolongada, a la vez que evidencian la importancia de integrar configuraciones familiares diversas en las políticas públicas. Este análisis desmitifica los modelos occidentales de familia nuclear, resaltando prácticas colectivas y transgeneracionales como claves en la organización del cuidado y la construcción de pertenencia transnacional.

El artículo de Kamionka, Macková y Jirka, “Miedo por los niños, vínculo madre-hijo y trayectorias futuras de movilidad de los desplazados ucranianos en Chequia y Polonia: los niños como factor de huida y vida tras la invasión a gran escala” (en inglés), aborda la posicionalidad infantil y su vínculo con la agencia en el contexto de la migración de refugiados ucranianos que se han desplazado debido a la invasión rusa iniciada el 24 de febrero de 2022. Los autores se centran en las dinámicas familiares y en el concepto de hacer familia en el contexto transnacional configurado por el conflicto bélico. Los análisis de las entrevistas realizadas principalmente con madres de niños bajo protección temporal en Chequia y Polonia revelan que los menores no solo desempeñaron un papel importante en la motivación de decisiones de huir de Ucrania, sino que también determinan la organización de la vida en los países de acogida y las trayectorias futuras de movilidad. En definitiva, este artículo subraya cómo los niños se posicionan como actores transformadores dentro de las redes familiares transnacionales, lo que lleva a una reorganización de las dinámicas de poder en torno a ellos.

Finalmente, el artículo “La construcción de ‘vulnerabilidad’ y ‘agencia’ en niñas y adolescentes no acompañadas: percepción de las y los actores intervinientes en Chile” de Ortiz-López, Poblete-Godoy, Acuña Ramirez, Dufraix Tapia, Salinas Pérez, Pavez-Soto y Alfaro Contreras analiza las experiencias de las niñas y adolescentes en el corredor migratorio chileno focalizándose en las construcciones de vulnerabilidad y agencia por parte de las autoridades, profesionales y activistas que intervienen en su acogida. El estudio pone de relieve que las menores se encuentran en una situación de vulnerabilidad extrema, expuestas a circunstancias como el embarazo, la explotación sexual y diversas manifestaciones de violencia. Sin embargo, también resalta las estrategias de agencia que estas menores desarrollan a lo largo del trayecto migratorio, permitiéndoles enfrentar y superar las condiciones adversas. En consecuencia, los autores insisten en la necesidad de un cambio en la concepción y el diseño de las políticas de protección y acogida, proponiendo un enfoque más equitativo e integral que supere la visión de victimización, y reconozca la capacidad de agencia y la participación activa de las menores migrantes en el proceso migratorio.

3. Descifrando la complejidad de la agencia infantil

A partir de los artículos que componen esta sección monográfica surgen temas transversales que reflejan la complejidad y los retos de la migración infantil. En este sentido, la perspectiva transnacional se presenta como un enfoque adecuado para examinar los impactos y las consecuencias de la agencia infantil migrante. Todos los artículos destacan cómo las experiencias migratorias infantiles trascienden las fronteras geográficas; nos muestran que la migración no es un fenómeno limitado al país de destino; más bien, las relaciones y prácticas familiares atraviesan y conectan múltiples contextos, influyendo tanto en las vidas de los niños, niñas y adolescentes migrantes como en las experiencias vividas por las familias en los países de origen. Esta perspectiva permite comprender cómo las familias mantienen vínculos emocionales, culturales y económicos a pesar de las distancias físicas. Por ejemplo, en el caso de las familias senegalesas estudiadas por Gómez Garrido y Thomàs-Vanrell, se evidencia cómo las redes transnacionales de cuidado permiten amortiguar los impactos de la separación parental prolongada, mientras que en el análisis de Lasheras et al. se documenta cómo las separaciones forzadas y las reunificaciones afectadas por barreras legales moldean las emociones y sentimientos, impactando así las relaciones familiares en contextos transnacionales.

En relación con esto, otro tema recurrente es el de las dinámicas familiares y de redes de cuidado, destacando cómo las migraciones transforman estas estructuras familiares y los sistemas de cuidado. Estas transformaciones se caracterizan por la reorganización de roles familiares y la dependencia de redes comunitarias y familiares extendidos para el cuidado de los niños. Los artículos evidencian cómo las familias migrantes desarrollan estrategias de adaptación que incluyen el apoyo mutuo entre familiares y la integración de cuidadores no parentales, como vecinos o amigos. En el caso de Navarra, Lasheras et al. analizan cómo las etapas del proceso de reagrupación afectan desde la raíz a la organización de las familias, creando desafíos para la integración y la revinculación emocional entre padres e hijos. Por su parte, Gómez Garrido y Thomàs-Vanrell resaltan la importancia de las prácticas colectivas de cuidado en el contexto de las familias transnacionales senegalesas, mostrando cómo estas redes pueden garantizar estabilidad y bienestar incluso en situaciones de separación prolongada. En cambio, Kamionka et al. ilustran cómo la agencia de los niños se manifiesta a través de la incertidumbre en los proyectos futuros de las madres, quienes se sienten indecisas sobre si quedarse o regresar. Esta incertidumbre configura las dinámicas familiares y los arreglos de cuidado en el país de destino.

En consecuencia, la resiliencia infantil emerge como un aspecto central en los artículos, subrayando la capacidad de los niños para enfrentar las adversidades propias de sus contextos migratorios. Lejos de ser simples receptores pasivos, los menores muestran agencia, adaptándose a situaciones complejas y, en algunos casos, influyendo directamente en decisiones familiares críticas. Tanto en las experiencias documentadas en Navarra como en las familias senegalesas o en el caso de los ucranianos refugiados en Chequia y Polonia, los niños participan activamente en la construcción de sus realidades, desde ejercer de mediadores lingüísticos y culturales en el destino hasta tomar un rol activo en las estrategias de retorno o reagrupación familiar. Aunque los artículos reconocen las limitaciones que enfrentan los niños, también subrayan su capacidad para desarrollar estrategias de afrontamiento que reflejan resiliencia y adaptabilidad, incluso frente a sistemas que tienden a adultizarlos o subestimar su agencia. Este último aspecto queda muy bien reflejado en el artículo de Ortiz-López et al. sobre el caso de las menores no acompañadas en Chile.

De forma complementaria, la vulnerabilidad se presenta como un componente esencial para entender cómo los niños, niñas y adolescentes se adaptan a las transformaciones que conlleva la migración. La vulnerabilidad se manifiesta aquí en diversas formas y destaca por sus múltiples causas. Son numerosos factores y circunstancias que pueden agravar la situación de vulnerabilidad de los menores, como la separación geográfica de la familia, el riesgo de explotación, las barreras legales, entre otros. Todo esto no solo dificulta el bienestar de los menores migrantes, sino que también los expone a situaciones de desprotección, lo que puede resultar en un acceso limitado a derechos fundamentales como es la salud, la educación o la seguridad. Por otra parte, la capacidad de los menores para reconstruir los lazos afectivos y las redes de apoyo en el país de destino puede verse afectada no solo por los desafíos estructurales, sino también por las diferencias culturales. Cabe destacar también que el género es un factor importante que acentúa la vulnerabilidad, como se ha evidenciado en los artículos de Ortiz-López et al. y en el de Gómez Garrido y Thomàs-Vanrell siendo las niñas las más desfavorecidas o afectadas por esta situación.

Así mismo, los artículos subrayan la urgencia de reconocer la agencia infantil en el diseño e implementación de políticas públicas. Por ejemplo, Ortiz-López et al. muestran cómo algunas políticas migratorias en el Norte Global favorecen estructuras familiares específicas, como la familia nuclear. Estas medidas fuerzan decisiones difíciles sobre la reunificación familiar (sobre quién y cómo reagrupar), y a menudo prolongan la separación de las familias. Desde otra óptica, los estudios de Gómez Garrido y Thomàs-Vanrell, y de Ortiz-López et al. sugieren que las políticas aborden la protección infantil desde una perspectiva de diversidad familiar, mostrando que las familias de menores migrantes incluyen también estructuras no tradicionales donde la comprensión de roles, de responsabilidades y de los cuidados se aleja del modelo de la familia nuclear occidental. Además, el estudio de Ortiz-López et al. pone en evidencia la necesidad de aplicar un enfoque inclusivo y sensible al género en las políticas sociales, insistiendo en la idea de que es necesario capacitar a los responsables de implementar estas políticas (trabajadores sociales, ONG, etc.) para que sean competentes en fomentar la agencia infantil.

En lo que respecta a la metodología, los autores de los estudios incluidos en esta sección monográfica optaron por un enfoque cualitativo, que se mostró idóneo para comprender en profundidad la agencia infantil en el contexto de la migración y el refugio. Dichos estudios destacan cómo el análisis de narrativas y trayectorias biográficas permite abordar la complejidad de diversas prácticas relacionadas con los riesgos y desafíos del trayecto migratorio, así como con los procesos de inserción en los países de destino. Si bien los autores no entrevistaron directamente a los niños, ya que esto planteaba consideraciones éticas (como la vulnerabilidad, el riesgo de evocar recuerdos dolorosos y la necesidad de proteger el bienestar emocional de los niños), decidieron recoger y analizar perspectivas de progenitores, cuidadores y otros actores institucionales. Esta elección metodológica permitió resaltar la agencia infantil de manera indirecta y segura, revelando también los distintos tipos de agencia de los menores no acompañados, así como los arreglos familiares de las personas que reunifican y de quienes son reunificadas.

4. Reflexión final: la agencia infantil frente a los desafíos de las políticas públicas

Esta sección monográfica demuestra que, aunque el tema de la infancia inmigrante ha recibido una atención considerable en los últimos años, sigue siendo un campo que ofrece un rico material empírico y teórico para los estudios migratorios. Afortunadamente, muchos estudios han comenzado a distinguir entre tratar a los niños migrantes como simples protagonistas de las narrativas migratorias y reconocerlos como agentes activos en los procesos de migración. Si bien lo primero ha sido explorado por autores desde hace décadas, lo segundo solo se ha consolidado como paradigma en años recientes.

No obstante, los estudios presentados en esta sección destacan que la agencia de los niños no siempre implica resiliencia ni excluye la vulnerabilidad. Además, subrayan que el papel y la capacidad de resiliencia infantil están profundamente influenciados por el contexto migratorio y las dinámicas internas familiares. En este sentido, los trabajos incluidos ponen de manifiesto la importancia de analizar tanto la fragilidad de la infancia inmigrada como su capacidad para desarrollar estrategias de adaptación y resistencia frente a los desafíos que enfrentan.

Los cuatro artículos presentados en esta sección evidencian que la infancia en situación migratoria no es una categoría analítica unidimensional ni universal, ya que varía en función de factores como el contexto, el origen, la clase social y el género, entre otros. Además, cuestionan la simplificación común de entender la migración infantil exclusivamente como un flujo del Sur global hacia el Norte global, destacando que los movimientos migratorios son más diversos y complejos, con múltiples trayectorias regionales e intrarregionales que también merecen atención.

Que podamos reconocer estas complejidades no solo enriquece el debate académico y nuestro entendimiento de los procesos migratorios, sino que también resulta fundamental para orientar el diseño y la implementación de políticas públicas dirigidas a la población migrante. Una conceptualización de la infancia en movimiento que contemple su complejidad y multidimensionalidad permite plantear, desarrollar e implementar políticas más sensibles a las necesidades sociales, económicas y psicológicas de las distintas categorías de infancia migrante (Ensor y Goździak, 2010).

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