Movilidad y migraciones en el escenario mediterráneo es un libro de dos autores consolidados en el estudio de los movimientos migratorios como son Joan Lacomba y M.ª Isolda Perelló. El libro comienza definiendo las nociones de migración y movilidad, dos conceptos relacionados pero distintos. La migración se refiere al desplazamiento de personas de un lugar a otro, con la intención de establecerse de forma permanente o semipermanente en el lugar de destino. La migración implica un cambio de residencia con la intención de mejorar las condiciones de vida, ya sea por motivos económicos, sociales, políticos o personales. La migración puede ser tanto voluntaria como forzada, y tiene un impacto significativo tanto en los países de origen como en los países de destino. La movilidad, por otro lado, se refiere al desplazamiento temporal de las personas, ya sea dentro de un mismo lugar, como una ciudad o una región, o entre diferentes países. A diferencia de la migración, la movilidad no implica necesariamente un cambio permanente de residencia ni la búsqueda de establecerse en un nuevo territorio.
Ambos fenómenos, migración y movilidad, están influenciados por una serie de factores, como las condiciones económicas, políticas y sociales, así como por las políticas migratorias y los acuerdos internacionales entre los países. Además, las mejoras en las tecnologías de transporte y comunicación han facilitado la movilidad de las personas en todo el mundo. Es importante destacar que la migración y la movilidad plantean desafíos y oportunidades para las sociedades y los individuos involucrados. Los países deben abordar estas cuestiones de manera integral, asegurando el respeto de los derechos humanos de los migrantes, promoviendo la integración social y económica, y buscando soluciones sostenibles para los desafíos que pueden surgir en relación con la migración y la movilidad.
Después de presentar la dicotomía conceptual, los autores describen el escenario sobre el que se desarrollarán los cuatro capítulos: el mar Mediterráneo. Un escenario geopolítico con una importancia estratégica innegable y con un peso específico en las relaciones políticas y económicas a escala global. Y así ha sido desde hace siglos, pues la situación que hoy conocemos es el resultado de periodos de guerras y tiempos de paz, transacciones comerciales, culturales y procesos migratorios han ido construyendo a lo largo del tiempo. En la actualidad una veintena de estados de tres continentes, algunos insulares, tienen costas en este accidente geográfico de 46 000 km de litoral, convirtiéndolo en crisol cultural. El Mare Nostrum, al-Baḥr al-Mutawāsiṭ (“mar intermedio”), es un espacio que separa y une diferentes realidades y culturas. Separa por la, a veces insalvable, masa de agua de 2,5 millones de km2. Y une por la oportunidad que supuso para (y desde) las civilizaciones y culturas náuticas que, asomadas a sus orillas, iniciaron una red de contactos más o menos estrechos en todos los territorios ribereños; contactos y relaciones que han configurado un territorio con unas características propias tan peculiares que siguen vigentes hoy día.
Así, los autores defienden la idea de un escenario complicado y complejo (tal como se utilizan ambos términos en la sistémica del riesgo) que responde a una serie de fenómenos y casuísticas arraigadas en el tiempo y que tratan de adaptarse a la sociedad posmoderna. No tratan ni se aventuran en dar soluciones sencillas a presupuestos complejos, sino que se afanan de describir la situación de manera sosegada desde cuatro enfoques que plasman en los correspondientes apartados, con el objetivo de entender mejor las dinámicas migratorias actuales.
El primer capítulo hace hincapié en cómo el cambio demográfico atiende en cierta medida al desequilibrio poblacional que existe entre países emisores y receptores, sobre todo en un escenario con rutas históricas milenarias entre los países ribereños que en la actualidad suman 500 millones de habitantes. No olvidan los autores la importancia de los cambios económicos y de desarrollo y de las desigualdades persistentes entre los diferentes escenarios, teniendo en cuenta el índice de desarrollo humano (IDH) como instrumento de medida y cómo los países del Norte se convierten en focos de atracción. Los cambios políticos de la última década tampoco han contribuido a estabilizar la población sino más bien al contrario, aumentando los flujos Sur-Norte. Añade también en este capítulo dos importantes cambios socioculturales vividos en todo el planeta, como son la globalización, las inquietudes de los jóvenes y los nuevos modelos de comunicación y el incipiente papel de la mujer en sociedades conservadoras. Un último elemento importante en este primer bloque son los cambios ambientales y el reto climático. Estos cambios han generado un efecto amplificador en los fenómenos migratorios, aumentando el flujo de personas hacía los países europeos.
El segundo capítulo analiza las tres principales rutas de entrada en Europa. Destaca una ruta por el oeste a través del estrecho de Gibraltar, una ruta central a través de Sicilia e Italia y una ruta por Oriente Próximo con una puerta de entrada a través de Turquía y Grecia. Estas tres rutas, la occidental, la central y la Oriental se han consolidado tras los procesos de industrialización que marcaron las diferencias económicas, pero también a partir de las crisis de refugiados que han hecho que los flujos migratorios no paren de crecer en los últimos años. Los países que componen la región mediterránea están caracterizados por mantener marcados desequilibrios económicos, políticos, institucionales y culturales, que se han visto incrementados tras la consolidación del proyecto europeo y el proceso de globalización económica. Estas asimetrías en el grado de desarrollo han sido la causa de que las migraciones se hayan producido especialmente en dirección Sur-Norte.
En el tercer capítulo se realiza un análisis detallado de las respuestas políticas ante el desafío migratorio. Se comienza señalando el precedente que representó la creación del espacio Schengen. Esta iniciativa, que implicaba la eliminación de los controles fronterizos entre los países participantes, marcó un hito en la integración europea y facilitó la libre circulación de personas dentro de este espacio. Sin embargo, a medida que aumentaba la presión migratoria, surgieron nuevas iniciativas tanto a nivel europeo como en las relaciones bilaterales con los países vecinos del sur. Estas iniciativas, como las políticas euromediterráneas y de vecindad, se centraron más en contener los flujos migratorios que en abordar la migración como un fenómeno humano y social complejo. Se buscaba, en cierta medida, promover la estabilidad y la prosperidad en los países del sur para mitigar las causas subyacentes de la migración. En este contexto, surge el Frontex como una respuesta más directa y operativa para controlar los flujos migratorios en las fronteras exteriores de la Unión Europea. Este organismo, considerado el brazo armado de la UE en materia migratoria, se encarga de coordinar y fortalecer la seguridad en las fronteras europeas con el objetivo de contener la migración masiva y gestionarla de manera más efectiva. Sin embargo, su papel y sus acciones han sido objeto de debate y críticas en relación con los derechos humanos y la protección de los migrantes.
En el cuarto punto, se aborda el Mediterráneo como un espacio de movilidad en el que las tradicionales formas de desplazamiento evolucionan con el paso del tiempo. Frente a las migraciones agrícolas tradicionales, que eran temporales y se producían tanto de norte a sur como de sur a norte, los autores centran su atención en la movilidad de grupos empobrecidos y no sedentarios. Estos grupos se desplazan por todo el Mediterráneo mediante actividades de comercio para subsistir, fenómeno que algunos autores han denominado como “comercio bazar”. También recalcan en este apartado el sobredimensionamiento de la movilidad a través de los nuevos medios de transporte, cada vez más asequibles. No obstante, estos desplazamientos modernos, aéreos, tienden a una migración normalmente de carácter regular, por ser posible una serie de controles metódicos. Concluyen destacando la complejidad del fenómeno que integra diferentes subsistemas y que conecta de manera intensa flujos entre unos y otros países. Así pues, nos encontramos ante un Mediterráneo convertido en un importante espacio de movilidad humana entre los países costeros, pero también entre estos y los de su entorno, gracias la conexión entre sistemas migratorios, así como entre migraciones y diferentes tipos de movilidad, que es lo que proporciona al Mediterráneo un dinamismo humano (social, económico y cultural) que lo transforma en una región excepcional en el ámbito de las relaciones internacionales.
Además del análisis contextual expuesto a través de los capítulos antes descritos, Lacomba y Perelló recopilan una considerable documentación complementaria imprescindible para investigadores del fenómeno migratorio dedicando una treintena de páginas a recoger 350 documentos, entre artículos, libros, legislación y prensa, a modo de registro bibliográfico. También incluyen un compendio de tablas y mapas en el apartado de anexos para comprender mejor los conceptos trabajados a lo largo del ensayo.
En definitiva, Movilidad y migraciones en el escenario mediterráneo se convierte en un texto, si no imprescindible, sí altamente recomendable para comprender el fenómeno migratorio en el arco mediterráneo y sus implicaciones políticas, culturas y comerciales.