Las migraciones internacionales han sido un componente clave del cambio demográfico en Europa en las últimas décadas siendo el caso español uno de los más paradigmáticos. En el transcurso del último cuarto de siglo, España se ha consolidado como un país receptor de inmigrantes, llegando a los 8,2 millones de residentes nacidos en el extranjero (el 17,1% de la población) en 2023, comparado con los 1,4 millones (3,6% de la población) registrados en el año 2000. Estas cifras se lograron a través de dos oleadas migratorias sin precedentes: la primera, desde principios de la década hasta 2008; y la segunda, tras la Gran Recesión, a partir de 2014. Durante el primer boom, el máximo número de llegadas se registró en 2007, con cerca de un millón de inmigrantes internacionales, lo que posicionó a España solo por detrás de Estados Unidos en volumen de migraciones, duplicando las del Reino Unido ese mismo año (Naciones Unidas, 2015). En el segundo, las cifras de 2022 y 2023 (con la nueva Estadística de Migraciones y Cambios de Residencia) superan los 1,2 millones de entradas.
La baja fecundidad que se experimenta en España (Esteve et al., 2021) ha acentuado aún más el papel de la migración como principal componente impulsor de la dinámica demográfica. En efecto, desde 2017 las migraciones constituyen el factor determinante del crecimiento poblacional, siendo clave para contrarrestar el crecimiento natural negativo, pero acentuando la polarización entre las provincias que ganan y pierden población. En este contexto, las migraciones son fundamentales no solo por su impacto demográfico que puede frenar e incluso revertir el declive poblacional, sino también por su papel como motor de transformaciones sociodemográficas. Estos cambios acelerados hacen de España un contexto privilegiado para estudiar el fenómeno migratorio y su impacto, sobre todo a escala subestatal, ya que los efectos de los cambios demográficos podrían diferir en función de las diferentes trayectorias migratorias previas de las distintas regiones. Por un lado, hay zonas que dependieron de la inmigración interna para su crecimiento, como Cataluña, Madrid, el País Vasco o las Islas Baleares. Por el otro, están las regiones que no necesitaban de las migraciones para mantener su población, como Andalucía y, por último, regiones tradicionalmente emigratorias, como Galicia.
Este trabajo emplea el concepto de demografía rápida, acuñado por Billari (2022), una metáfora que contrasta con la visión clásica de la demografía como el estudio de fenómenos lentos y predecibles. El autor argumenta que actualmente estamos presenciando una transición en la que, debido al impacto de las migraciones internacionales, los cambios demográficos rápidos se han vuelto no solo posibles, sino también cada vez más frecuentes. En un contexto de muy baja fecundidad y mortalidad como el español, las migraciones impulsaron la aceleración de una transformación previsiblemente lenta y, lo que es más importante, las migraciones internacionales en particular, han emergido rápidamente como un componente clave en la reproducción demográfica y la renovación poblacional.
Nuestro objetivo principal es medir la renovación poblacional de las provincias españolas durante el siglo XXI y el peso que han tenido las migraciones sobre esta renovación, teniendo en cuenta el origen de los migrantes (españoles y extranjeros) y el carácter interno o internacional de los movimientos migratorios. Para ello, en primer lugar, introduciremos los antecedentes teóricos, en los que destacaremos el papel de las migraciones como componente central del cambio poblacional, centrándonos especialmente en las últimas dos décadas en España. En segundo lugar, en la sección de datos se presentan las fuentes empleadas en este trabajo: el Padrón continuo para los datos de población, la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR) para los flujos migratorios y para el crecimiento natural, los datos del Movimiento Natural de la Población (MNP). En la metodología se presentan también las tasas empleadas por Billari (2022) para medir la renovación de la población y el peso de la migración sobre dicha renovación a escala provincial. El análisis se realizará para tres periodos: la primera oleada migratoria 2002-2007, la fase de contracción durante la Gran Recesión 2008-2013 y la segunda oleada migratoria 2014 en curso (solo detenida temporalmente por la pandemia de covid-19 en 2020). Por último, en la sección de conclusiones resumiremos y discutiremos el potencial de esta metodología, así como futuras líneas de investigación más allá de este análisis inicial.
Los flujos migratorios internacionales se han convertido en un elemento clave de la reproducción demográfica y social en los países receptores de inmigración en las últimas décadas, especialmente en un contexto de muy baja fecundidad y progresivo aumento de la longevidad. El saldo migratorio no solo se ha consolidado como el factor crucial para el crecimiento de la población, sino que ha adquirido progresivamente un papel cada vez más relevante en la ralentización del envejecimiento demográfico en Europa. Sin embargo, su impacto se limita principalmente al corto plazo, sin lograr revertir dicho proceso en el largo plazo (Billari y Dalla-Zuanna, 2011).
La creciente economía española basada en un modelo económico de bajo valor añadido creó una gran demanda de trabajadores poco cualificados (Domingo et al., 2007) en los sectores de la agricultura (Pedreño et al., 2015), la construcción (IOÉ, 1998), los servicios (García et al., 2009) y los cuidados (Oso y Parella, 2012). La inmigración internacional, a menudo sobrecualificada, ha satisfecho buena parte de dicha demanda adquiriendo un rol subalterno en un mercado laboral segmentado (Muñoz-Comet, 2016) ya vaticinado por Cachón (1995).
Ante esta aportación migratoria, la literatura demográfica ha señalado la creciente contribución de las migraciones internacionales al crecimiento de la población en Europa, especialmente en el sur del continente (Sobotka, 2009), y más concretamente en España (Reher et al., 2011), donde estas contribuyeron en mayor medida al crecimiento poblacional anterior a la Gran Recesión. Más recientemente, Bagavos (2022) se centra en el periodo posterior a esta y a la crisis de los refugiados, midiendo la aportación directa e indirecta de la migración al crecimiento demográfico en los países europeos. Por un lado, demuestra que la inmigración invierte el descenso poblacional esperado, especialmente en el sur de Europa, mientras que, por otro lado, el efecto directo de la migración neta ha sido mucho más importante que el indirecto (crecimiento natural de los migrantes).
Estas nuevas condiciones demográficas y socioeconómicas aceleran aún más el cambio en un contexto de baja fecundidad (Castro et al., 2018). Además, la dinámica y el ritmo del vuelco demográfico impulsado por las migraciones se caracterizan por su imprevisibilidad, causada principalmente por el contexto económico, las decisiones políticas y los avances tecnológicos, así como por sus efectos sobre la estabilidad de la población y la cohesión social (Cheong, 2007). Este cambio, impulsado por los flujos demográficos, puede medirse como la rotación o renovación poblacional, es decir, las entradas y salidas ocurridas en una población, tengan lugar a través del saldo migratorio o del crecimiento natural. En este sentido, se hace oportuno destacar la necesidad de construir indicadores que permitan cuantificar la velocidad del cambio demográfico y evaluar el peso específico de las migraciones en dicho proceso.
La literatura sobre la renovación poblacional, empleando el concepto de population turnover, ha priorizado la perspectiva de la geografía humana, a través del análisis de la migración y la movilidad en ciudades y áreas metropolitanas (Dieleman et al., 2000; Dennet y Stillwell, 2008), así como la relación de las condiciones socioeconómicas locales con la estabilidad de la población (Bailey y Livingstone, 2007). Otras medidas de renovación empleadas en demografía se centran en medir y proyectar la población activa, teniendo en cuenta el papel de las migraciones y la estructura de la población a través de la renovación de las cohortes (Ghio et al., 2022).
Billari (2022) introdujo recientemente un enfoque demográfico para cuantificar la velocidad del cambio poblacional. Para ello, empleó la tasa de renovación (Population Turnover Rate o PTR) y el porcentaje que representaban las migraciones sobre esa dinámica (Migration Share of Turnover o MST). Este cálculo fue realizado a escala estatal para todos los países del mundo. Es decir, utilizó el total de entradas y salidas en un territorio (migraciones y movimiento natural) y el peso en porcentaje de los flujos migratorios sobre el cambio total. Para ello, empleó las estimaciones de flujos migratorios bilaterales realizadas por Abel y Cohen (2019), basadas en datos de stock de migrantes y su evolución, en combinación con datos de crecimiento natural obtenidos de las Naciones Unidas.
Con esta contribución se introduce una simple tasa de rotación de la población para medir la renovación poblacional, superando una perspectiva más estática de indicadores como el porcentaje de un grupo específico en la población total o la migración neta, y permitiendo calcular de manera directa los flujos, la evolución de los cambios y su intensidad y peso relativo.
En nuestro caso, el análisis realizado permite superar la distinción previa entre migraciones y crecimiento natural, descomponiendo el componente migratorio por lugar de nacimiento (España o extranjero), el origen y destino (interno o internacional) y el tipo de movimiento (inmigración o emigración). Esto facilita la distinción del peso relativo de cada flujo poblacional, lo que, por un lado, permite abordar la dimensión temporal de los ciclos económicos y su impacto; y, por otro lado, realizar este análisis a escala provincial resulta crucial para entender la complejidad territorial del cambio demográfico y especialmente el migratorio. En esta línea, a nivel internacional, Billari et al. (2023) han llevado a cabo recientemente la primera aproximación a escala subnacional para varios países, entre ellos España, pero aún sin diferenciar entre componentes migratorios. Más recientemente, Ghio et al. (2024) sí han diferenciado entre el peso de diferentes flujos migratorios midiendo el peso de las migraciones en la renovación en municipios austríacos e italianos agrupados en diferentes categorías de urbanización.
Hasta donde sabemos, no existe una literatura consolidada que examine la migración desde la perspectiva de la renovación poblacional (turnover) en España, a excepción de la contribución de Damoun et al. (2022) para el Área Metropolitana de Barcelona. Sin embargo, existe una amplia literatura que ha estudiado los flujos migratorios, comenzando por las migraciones internas anteriores a las oleadas internacionales (García-Coll y Stillwell, 1999; Recaño, 2004 y 2010), el papel de la migración internacional en la reversión de la despoblación en las zonas rurales (Collantes et al., 2013; Gil-Alonso et al., 2023) y el efecto de la crisis en las tendencias migratorias (Domínguez-Mújica et al., 2014; Recaño et al., 2015) y más específicamente, de los migrantes internacionales en la migración interna post-Recesión (Prieto-Rosas et al., 2018; Gil-Alonso y Thiers-Quintana, 2019).
Se proponen dos objetivos principales:
Medir la dinámica de la demografía rápida en las provincias españolas durante el periodo 2002-2021.
Determinar el impacto demográfico de las dos oleadas migratorias y el periodo de recesión.
El primer objetivo consiste en calcular la renovación poblacional discriminando entre los distintos componentes demográficos a lo largo del siglo XXI, su evolución y peso sobre el cambio poblacional total. Dicho cálculo se realizará a través de la citada perspectiva de la renovación poblacional que, comparada con el saldo migratorio, permite calibrar de forma simple, por un lado, el cambio demográfico (entendido como entradas y salidas) y, sobre todo, por otro lado, el peso en porcentaje de cada tipo de flujo que participa en ese cambio. Los flujos migratorios se diferenciarán por lugar de nacimiento, su carácter nacional o internacional, y si se trata de emigraciones o inmigraciones. Medir periódicamente el protagonismo relativo de cada flujo natural o migratorio constituye una notable ventaja a la hora de comprender el grado de participación de los fenómenos principales de esta transformación, especialmente bajo los efectos de los ciclos económicos.
El segundo objetivo es analizar cómo han influido los ciclos económicos globales en la evolución de los componentes demográficos. Se examinarán tres periodos diferentes: el primero corresponde al auge migratorio inicial en los años de crecimiento económico (2002-2007); el segundo está marcado por los efectos de la Gran Recesión (2008-2013); y, el tercero, implica una nueva oleada migratoria tras la recuperación económica (2014-2021).
Todas las fuentes estadísticas consultadas en este trabajo se obtuvieron del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los datos de migraciones corresponden a la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR), disponible a escala municipal y provincial desde 2002 hasta 2021, y derivan de los cambios de municipio comunicados en el Padrón continuo. Además de las emigraciones e inmigraciones entre provincias o internacionales, las variables recogidas son sexo, lugar de nacimiento (país extranjero o provincia española), nacionalidad, edad y año de nacimiento. En referencia a los datos de población, estos provienen del Padrón continuo que proporciona actualizaciones anuales. Mientras que, para el crecimiento natural, nacimientos y defunciones, se han utilizado las Estadísticas del Movimiento Natural de la Población (MNP) del mismo organismo.
Los datos se han agrupado, calculado y presentado en tres periodos cronológicos: 2002-2007, 2008-2013 y 2014-2021. Esto se hace para diferenciar entre el primer boom migratorio en un contexto de bonanza económica, la crisis y sus efectos, y la recuperación económica con el segundo boom migratorio. Pese a la excepcionalidad del impacto de la pandemia del covid-19 en 2020, se ha decidido incluirlo igualmente en el tercer periodo. Aún con consecuencias considerables en la economía y las migraciones, la recuperación de los flujos migratorios en 2021 ha sido importante, y la agrupación de ese año concreto en el periodo no parece haber afectado los resultados descriptivos presentados en las tres etapas consideradas.
Respecto a las limitaciones de los datos, cabe precisar que las altas y las bajas internacionales de extranjeros entre 2002 y 2003 están notablemente subestimadas presentando diferencias en el registro entre provincias. A partir del año 2004 el INE incluye las altas por omisión (altas procedentes del exterior en las que se desconoce el país de procedencia) y las bajas por inclusión indebida (bajas hacia el extranjero en las que desconoce el país de destino). A partir de 2006 se mejoran los datos de las bajas por caducidad principalmente de extranjeros no comunitarios, y con ello las series de emigraciones.
Por último, la unidad de análisis utilizada es la provincia (NUTS-3) para un total de 50 provincias, mientras que el marco temporal se encuentra comprendido entre 2002 y 2021. No se tienen en cuenta los datos de la EVR de 2022 debido a la alteración en la medición de las migraciones internacionales de ese año, representando un desajuste muy grande con la serie utilizada. Finalmente, todas las operaciones con datos y gráficos se realizaron con el programa de análisis estadístico de datos R (R Core Team, 2024).
La tasa de renovación de la población o PTR, mide la velocidad de cambio de la población utilizando los flujos básicos de la dinámica demográfica, y se define de la siguiente forma (1):

Para un territorio j y un periodo (0,t) se expresa sumando las entradas y salidas en una población, es decir, la tasa bruta de natalidad (nj), la tasa bruta de mortalidad (mj), la tasa bruta de inmigración (ij) y la tasa bruta de emigración (ej).
El peso de las migraciones en la renovación (MST) en inglés Migration Share of Turnover (2) se define dividiendo las tasas migratorias entre el cambio total:

El MST se descompondrá en 8 componentes según el lugar de nacimiento de los migrantes (nacidos en el extranjero o nacidos en España), si los flujos son inmigraciones o emigraciones y si son internos (entre provincias) o internacionales. Estos componentes corresponden a los siguientes numeradores: (1) inmigración interna de españoles; (2) emigración interna de españoles; (3) inmigración interna de extranjeros; (4) emigración interna de extranjeros; (5) inmigración internacional de españoles; (6) emigración internacional de españoles; (7) inmigración internacional de extranjeros; (8) emigración internacional de extranjeros. A lo largo del texto, nos referiremos indistintamente a los nacidos en el extranjero como extranjeros y a los nacidos en España como españoles.
El peso del crecimiento natural sobre el cambio (NIST) en inglés Natural Increase Share of Turnover se calcula de la misma manera (3). El peso de la natalidad y de la mortalidad se calcularán con numerador nj y mj respectivamente.

Para empezar, el gráfico 1 muestra el PTR (expresado en tanto por 1000), así como el MST (en tanto por ciento) anuales para toda España a lo largo del periodo 2002-2021. El PTR alcanza un máximo histórico de 46,5‰ en 2007 coincidiendo con el pico de migración internacional previo al efecto de la Gran Recesión (efecto migración), sumado al mini baby boom que se experimentó entre el 2000 y el 2008 (efecto estructura). A continuación, los valores se desplomaron con el efecto de la crisis, alcanzando un 34,3‰ en 2012, antes de recuperarse gradualmente durante la segunda oleada con un nuevo máximo de 42,4‰ en 2019. Sin embargo, en 2020, el PTR volvió a sufrir una nueva caída hasta su segundo valor más bajo del siglo (34,4‰), impulsado por el cierre de fronteras debido a la pandemia global del covid-19 y un récord de baja fecundidad, a pesar del crecimiento de la mortalidad. Una rápida recuperación en 2021 impulsó de nuevo los valores, acercándolos a los de 2019 (40‰). A modo de comparación, Billari (2022) analiza la renovación poblacional en Italia y Alemania, cuyos máximos marcaron un 33,1‰ en 2007 para la primera y un 59,6‰ en 2016 para la segunda. Italia ha seguido una trayectoria migratoria similar a la de España, aunque su PTR máximo sólo superó los valores españoles en 2002 y 2003. Mientras que el máximo de Alemania coincide con la crisis de los refugiados de 2015. El PTR medio de los países europeos (2015-2020) fue de un 39,5‰.
El peso de la migración (MST), como principal motor de la renovación poblacional alcanzó un primer máximo en el año 2007, representando un 56,7% del cambio global. Tras la recuperación económica, en 2019 se registró un nuevo máximo con una proporción incluso superior del 61,1%. En 2004, la pronunciada subida se debió al efecto estadístico derivado de la corrección de las altas internacionales que no se contabilizaron correctamente con anterioridad. Con los efectos de la pandemia de 2020 sobre la movilidad, la migración cayó por debajo del 50%, pero se recuperó rápidamente en 2021 hasta el 58%. Siguiendo con la comparativa internacional, en el caso de Italia, el valor máximo anual observado fue menor, del 42,4% en 2007, mientras que Alemania alcanzó una mayor intensidad en 2016, con un 65,5%.
En el caso italiano, tanto el PTR como el MST experimentaron sus valores máximos en 2007, mientras que en España la segunda oleada migratoria, aún con números absolutos inferiores a la primera, tuvo un peso relativo más elevado que el primer boom. Esto se explica tanto por el decreciente peso del movimiento natural, como por la consolidación de los flujos internacionales. Estos últimos ya no solo se limitan únicamente a las entradas, sino que también incluyen un volumen importante de salidas, como por ejemplo las emigraciones de retorno, especialmente por motivo de un volumen de extranjeros cada vez más numeroso.

Fuente: elaboración propia con datos de las EVR, el MNP y el Padrón continuo (INE)
La dinámica de los distintos componentes migratorios y del crecimiento natural a nivel nacional (gráfico 2) sigue la tendencia cíclica de la inmigración internacional, cuyo peso decisivo condiciona a los demás componentes a valores más bajos, incluso cuando sus tasas brutas incrementan. Esto se observa claramente en los componentes del crecimiento natural, que experimentan un claro descenso durante las dos oleadas de alta inmigración internacional, y que recuperan protagonismo, de forma temporal, en épocas de contracción económica y migratoria.
El peso de la natalidad disminuye durante el periodo, a pesar de un repunte entre 2007 y 2009. Entre los años 2009 y 2015, llega a convertirse en el principal componente de la renovación de la población (representando entre un 25 y un 30% del peso total). Sin embargo, su tendencia a la baja provoca que la mortalidad la supere en 2016. Esta última, pierde protagonismo al principio del periodo debido al fuerte crecimiento de la inmigración, manteniendo valores constantes entre el 20 y el 25%, excepto en 2020 durante la pandemia, cuando alcanzó el 30,2% del cambio demográfico, convirtiéndose entonces en el principal componente.
La emigración crece con los años con el aumento de la presencia de población extranjera, alcanzando su punto culminante en 2013, cuando el principal componente migratorio fue la emigración de nacidos en el extranjero. Es importante destacar que estos flujos son los más difíciles de medir y que, además, no fueron captados con exactitud en el sistema estadístico hasta 2016. Con la segunda oleada migratoria, las emigraciones de nacidos en el extranjero se suman a las inmigraciones para elevar MST de los extranjeros al 55,7% en 2019 y al 53,2% en 2021, convirtiendo las migraciones internacionales en el componente central del cambio demográfico en los últimos años.
En contraste, el peso de las migraciones internacionales de los españoles presenta valores más bien residuales. Sin embargo, en el caso de la emigración, se produce un ligero incremento con los efectos de la crisis, cuando la emigración de nativos, mayoritariamente jóvenes, alcanzó el 4,3% de la renovación.

Fuente: elaboración propia con datos de las EVR, el MNP y el Padrón continuo (INE)
A partir de los resultados para el conjunto de España y considerando el impacto decisivo de las oleadas migratorias en el cambio demográfico, centramos ahora nuestra atención en la escala provincial para identificar distintos patrones territoriales. En la perspectiva de la demografía rápida es esencial tener en cuenta dos niveles de análisis diferentes, el geográfico y el temporal. Con el primero se pretende hacer hincapié en los desequilibrios entre territorios en términos de evolución demográfica; y con el segundo abordar el papel de los ciclos económicos y migratorios.
Como primera aproximación a las tendencias demográficas, el mapa 1 muestra las tasas de crecimiento de la población (en %) por provincias en los periodos seleccionados proporcionando una primera descripción general del crecimiento. Durante el primer periodo (2002-2007), solo cuatro provincias experimentan un crecimiento negativo, todas ellas en el noroeste del país (Lugo, Ourense, Zamora y Palencia). Las provincias mediterráneas lideran los valores positivos, junto con las islas, que son a grandes rasgos las zonas de más atracción migratoria, especialmente internacional. Asimismo, la periferia de Madrid destaca con los dos valores más elevados, Toledo y especialmente Guadalajara, con un 29,4% de crecimiento. En el segundo periodo (2008-2013), la combinación de la caída de la natalidad con los efectos de la crisis provoca una ralentización de las inmigraciones y un aumento de las emigraciones de retorno (Domingo y Sabater, 2013). Las provincias con crecimiento negativo se elevan a 15, y el crecimiento se ralentiza considerablemente, con un mínimo del -2% en Zamora y Teruel.
En el tercer periodo (2014-2021), la reactivación de la inmigración internacional no consiguió frenar el decrecimiento en 30 de las 50 provincias, todas ellas ubicadas en el interior del país. Destaca nuevamente Zamora, que lidera el decrecimiento con un valor del -5%. Las provincias que crecen se localizan en los principales destinos de la inmigración internacional: el litoral mediterráneo, las islas, Madrid, Guadalajara, Navarra y Álava. Asimismo, a partir de 2016, la mortalidad supera a la natalidad, mientras que la emigración internacional se mantiene elevada, superando incluso la inmigración en 2013 por un breve periodo de tiempo.

Fuente: elaboración propia con datos del Padrón continuo (INE)
En el mapa 2 se muestra la evolución de los valores por provincias de PTR, MST y NIST a lo largo de los tres periodos, lo que permite apreciar geográficamente la contribución de los componentes del cambio. A lo largo de los tres periodos, los patrones territoriales son similares, mostrando valores de renovación más altos alrededor de Madrid y a lo largo de la costa mediterránea. Los valores más destacados de renovación poblacional en 2002-2007 son 143‰ en Guadalajara, 98‰ en Girona, 97‰ en Tarragona y 94‰ en Almería. En estas provincias, el peso de las migraciones asciende a los valores más elevados, situándose cerca del 80%. Guadalajara es la única que supera este último valor alcanzando el 84%, ya que se trata de un caso de frontera difusa entre movilidad residencial y migración interna (Pozo y Rodríguez, 2006). A lo largo de los años, los valores más altos de PTR tienden a moderarse, mientras que el crecimiento del MST se observa de manera generalizada en todas las provincias, como resultado, Baleares y Toledo se unen en último periodo a Guadalajara superando el 80% de MST. Asimismo, provincias rurales interiores como Ciudad Real, Teruel, Huesca y Soria registran valores de MST superiores al 60%. Sin embargo, el creciente protagonismo de las migraciones no contrarresta el descenso de la población, debido al prominente peso de las emigraciones ya sean internas o internacionales, así como de la baja fecundidad y del creciente envejecimiento.
Los valores más elevados de PTR y MST se explican por varios factores. Uno de ellos es el efecto de desbordamiento en las mencionadas provincias de Guadalajara y Toledo, que reciben flujos residenciales desde Madrid. Girona y Tarragona destacan sobre todo por la atracción de flujos internacionales y parcialmente por las migraciones internas con Barcelona (Recaño, 2020). En el caso de Almería, su elevada atracción se debe principalmente a la demanda de mano de obra intensiva en el sector agrícola (Kostova, 2007). Por otro lado, provincias como Alicante, Baleares y Málaga, funcionan como centros turísticos, así como receptores de migraciones internacionales (Huete y Mantecón, 2010; Podadera-Rivera y Calderón-Vázquez, 2016).

Fuente: elaboración propia con datos de las EVR, el MNP y el Padrón continuo (INE)
El peso de la mortalidad (mapa 3) se consolida en las regiones con valores ya elevados en el primer periodo, superando el 25% del cambio total. En 2014-2021, estos aumentan en todo el territorio, alcanzando niveles en las regiones del sur que igualan o superan el peso de la natalidad. Los niveles de esta última disminuyen considerablemente en aquellas provincias de la mitad norte del país que, en los dos primeros periodos, mostraban valores entre el 15 y el 20%. Dichos resultados, reflejan la dinámica general del crecimiento vegetativo negativo, con la mortalidad superando la natalidad a partir de 2016.

Fuente: elaboración propia con datos de las EVR, el MNP y el Padrón continuo (INE)
Para analizar con mayor detalle el principal componente del crecimiento, las migraciones (mapas 4 y 5), se han distinguido ocho componentes. Estos corresponden a la descomposición de los flujos migratorios en función del lugar de nacimiento (España o extranjero) y abarcan cuatro tipos de movimientos: inmigraciones internas e internacionales, así como emigraciones internas e internacionales.
El peso de las migraciones de los nacidos en España (mapa 4) se debe fundamentalmente a los movimientos interiores, mientras que los internacionales, como se ha observado con anterioridad, no representan una proporción significativa del cambio global. Sin embargo, el patrón territorial muestra características específicas. En el caso de la inmigración internacional, los valores más altos (con un pico del 4% en el periodo 2002-2007) se dan en las provincias gallegas del noroeste, con una arraigada tradición migratoria hacia América Latina y Europa. Estas provincias también muestran los valores máximos en el caso de las emigraciones internacionales. Tras la crisis, las provincias gallegas siguen liderando este componente, aunque su peso aumenta en todo el país, especialmente en las provincias más pobladas y a lo largo de la costa mediterránea, donde los valores que superan el 2%. En el caso de los flujos internos de los españoles, la inmigración disminuye ligeramente a lo largo de los años, pero la emigración se mantiene elevada en las regiones más envejecidas en el noroeste, contribuyendo así al crecimiento negativo de estas áreas.
Adicionalmente, el peso de la emigración aumenta en las demás provincias interiores, especialmente en las del sur. Los flujos migratorios internos de españoles (tanto emigraciones como inmigraciones) constituyen los valores más altos de los componentes del MST junto con la inmigración internacional de extranjeros. Sin embargo, estas migraciones internas de españoles no definen el patrón geográfico del PTR. En otras palabras, no son el componente principal de la demografía rápida, a excepción de Guadalajara y Toledo.

Fuente: elaboración propia con datos de las EVR, el MNP y el Padrón continuo (INE)
El peso migratorio de los nacidos en el extranjero (mapa 5) es el factor crucial del crecimiento de la población observado en el mapa 1. Comenzando por la inmigración internacional, la primera oleada marca valores récord, especialmente en Madrid (principal punto de entrada de una parte importante de la inmigración internacional) y el litoral mediterráneo. Por un lado, provincias como Almería y Murcia se erigen como el principal ejemplo de la atracción del sector agrícola intensivo. Por otro lado, Málaga y Alicante destacan como polos de atracción de inmigrantes europeos o comunitarios, especialmente en edad de jubilación. Tras el periodo de depresión económica, la segunda oleada mostró una distribución geográfica menos dispersa, indicando una mayor concentración de la inmigración en las provincias de entrada. Efectivamente, los niveles más destacados se encuentran en los principales núcleos urbanos, Madrid y Barcelona, así como otras zonas de levante e islas: Alicante, Almería, Málaga, Valencia, Murcia y las Islas Baleares y Canarias. A modo de comparación entre las dos provincias más pobladas, cabe destacar que Barcelona presenta valores más altos durante la segunda oleada, mientras que en Madrid la primera oleada tuvo una mayor importancia. En cuanto a las emigraciones internacionales, su peso creció considerablemente en el segundo periodo, reflejando un patrón geográfico similar al de la inmigración internacional. Los valores más elevados se sitúan a lo largo del litoral mediterráneo y Madrid, es decir, las zonas que han acumulado la mayoría de la población extranjera del país.
El impacto de los flujos internos de los nacidos en el extranjero es considerablemente menor que el de los españoles. Los valores máximos predominan en la mitad oriental del país, sin coincidir completamente a nivel espacial con el peso de las migraciones internacionales. Durante el periodo 2002-2007, la emigración destaca en las provincias interiores, mayoritariamente rurales y poco pobladas, además de dos provincias costeras, Almería y Murcia, con una notable rotación de población inmigrante. Durante 2008-2013, los valores crecen alrededor de Madrid y en toda la mitad oriental del país, excepto Barcelona, que muestra niveles consistentemente bajos. En el último periodo 2014-2021, se produce un descenso generalizado y persistente de los valores en todas las provincias, aunque se mantienen los mismos patrones geográficos. En el caso de la inmigración interior, se produce una tendencia similar a la de la emigración, pero con valores más bajos en la mayoría de las provincias interiores poco pobladas, excepto en la periferia de Madrid. Esto evidencia la falta de alineación geográfica de migración interna e internacional, lo que indica distintos grados de retención de migrantes internacionales que llegan del extranjero, así como regiones rurales atractivas en las que las migraciones internas de los nacidos en el extranjero se han convertido en un elemento central. Igualmente, otro factor importante es la dispersión de los migrantes internacionales tras la crisis impulsada por la búsqueda de nuevas oportunidades laborales.

Fuente: elaboración propia con datos de las EVR, el MNP y el Padrón continuo (INE)
En resumen, las migraciones internacionales protagonizadas por los nacidos en el extranjero se concentran en los principales núcleos urbanos y en el litoral mediterráneo, pero sus migraciones internas son cruciales en provincias intermedias o rurales con industrias locales clave. Igualmente, las migraciones de los nacidos en España tienen un papel central, contribuyendo al crecimiento de los centros urbanos y otras provincias periféricas. Sin embargo, en el tercer periodo, estas migraciones constituyeron el principal factor de despoblación de algunas provincias interiores.
Para finalizar, se ha representado un mapa que resume los anteriores (mapa 6), mostrando el componente más destacado para cada provincia y periodo. Se aprecian patrones consistentes a lo largo de los tres periodos: por un lado, el noreste concentra la mortalidad y la emigración de españoles como componentes principales de la renovación; por otro lado, la región mediterránea y la capital muestran valores consistentes de la inmigración internacional, consolidada como motor indiscutible de la renovación poblacional.
Durante el primer periodo, la inmigración internacional es el componente principal en casi toda la mitad oriental del país. En contraste, en el segundo periodo, la emigración de españoles lidera los valores negativos de crecimiento (pasando de 10 a 18 provincias), mientras que, la natalidad destaca como primer flujo en Valencia, Murcia y Zaragoza. En el último periodo, la mortalidad avanza como componente predominante, incluyendo provincias como Zaragoza y Bizkaia, mientras que la natalidad se mantiene como principal componente únicamente Sevilla y Cádiz.
Este método permite observar, a lo largo del tiempo, cómo un componente demográfico central, como las migraciones internas o el crecimiento natural, puede verse eclipsado por el rápido crecimiento de las migraciones internacionales. Asimismo, el brusco declive de estas, permite que el peso relativo de otros flujos adquiera importancia, sin necesidad de haber crecido como tasas. Estos desarrollos ponen en evidencia mudanzas y permanencias en los sistemas demográficos provinciales: algunas provincias mantienen uno o varios componentes como fuente principal de la renovación poblacional, mientras que, en otras, se certifica una substitución del elemento que constituye la razón principal de su crecimiento o decrecimiento.

Fuente: elaboración propia con datos de las EVR, el MNP y el Padrón continuo (INE)
El cálculo de la renovación poblacional permite medir de forma sencilla la velocidad del cambio demográfico rápido y distinguir el peso variable de los distintos componentes a lo largo del tiempo o en diferentes periodos bajo shocks económicos. Las transformaciones aceleradas en un contexto de globalización migratoria pueden diferenciarse y detectarse midiendo dinámicamente el peso de cada componente demográfico. El caso más claro es el papel de la inmigración internacional y su espectacular ascenso eclipsando al resto de componentes, especialmente la fecundidad pese al mini baby boom entre 2005 y 2008 que no vio crecer su peso sobre la renovación.
Una aportación significativa de este método en comparación con las tasas migratorias o la migración neta, es la aplicación de una perspectiva amplia de la evolución demográfica que permite medir la renovación como flujos entrantes y salientes. Esta aproximación permite identificar qué factores impulsan o aceleran la rotación poblacional, evaluando el impacto de cada componente en el cambio global y analizando cómo su relevancia puede aumentar o disminuir de forma rápida. Para abordar las cuestiones inicialmente propuestas, se presentan los tres puntos siguientes:
Es crucial abordar esta cuestión a escala subnacional, examinando los desequilibrios en los cambios demográficos entre territorios, como ya han iniciado a explorar otros autores en otros contextos internacionales (Billari et al., 2023; Ghio et al., 2024). La combinación de los componentes responsables de estas rápidas fluctuaciones varía según las regiones y las características locales de cada territorio. Por ejemplo, si bien es cierto que las migraciones internacionales prevalecen en las provincias más desarrolladas y urbanas, muchas áreas rurales e intermedias experimentan un crecimiento migratorio global equivalente. Esto último, es debido principalmente a la especialización local o regional en sectores con alta demanda de mano de obra como el turismo (Huete y Mantecón, 2010) y la agricultura intensiva (Pedreño et al., 2015). Asimismo, con una población cada vez más envejecida, los futuros episodios de demografía rápida podrían acelerar la velocidad de estas transformaciones en términos de desigualdades territoriales y su reproducción.
En primer lugar, en un contexto de envejecimiento debido al aumento de la mortalidad y la baja fecundidad, el auge de las migraciones internacionales puede provocar cambios veloces en una población postransicional. En su aproximación, Billari (2022) indica que los países más propensos a experimentar dichos cambios son aquellos con poblaciones más pequeñas, sin embargo, países más populosos y con un Índice de Desarrollo Humano elevado, también manifiestan niveles elevados de renovación demográfica. Efectivamente, España resulta ser un caso paradigmático, en el cual las migraciones internacionales juegan un rol decisivo en la aceleración poblacional, exhibiendo niveles de renovación y migraciones notablemente superiores a Italia, país con una trayectoria demográfica muy similar a España y estudiado con más detalle por Billari.
En segundo lugar, un aspecto clave en este trabajo es examinar cómo los ciclos económicos han desempeñado un papel central en la aceleración del cambio demográfico. Los resultados concuerdan con la literatura existente sobre el impacto de los ciclos económicos en los flujos migratorios y la mutación de tendencias territoriales durante las diferentes oleadas: la primera caracterizada por un crecimiento generalizado impulsado por factores de atracción, mientras que la segunda por una tendencia a la concentración en algunas provincias y dominada por factores de expulsión (Domingo y Bayona-i-Carrasco, 2024). Los tres periodos estudiados pueden resumirse del siguiente modo: el primer auge fue excepcional no sólo por su magnitud, que abarcó diversas regiones del país, y no se limitó únicamente a las áreas económicamente más dinámicas o a las grandes urbes. Este periodo inicial se caracterizó por factores de atracción de una economía en crecimiento. Con el efecto de la crisis, los componentes migratorios internos y el crecimiento natural ganaron peso como motores del cambio demográfico con el declive de las migraciones internacionales. En la segunda oleada migratoria, emerge un panorama completamente diferente al de la primera, mientras que la renovación total no alcanza los registros de la primera oleada, el peso de las migraciones los supera. La mortalidad avanza en las regiones más envejecidas como principal componente, la emigración española se consolida, y las migraciones internacionales definidas ahora por factores de expulsión recobran fuerza en Madrid y el área mediterránea. Esta investigación contribuye a establecer un marco comprensivo para la predicción de los efectos de las fluctuaciones económicas en los cambios demográficos, siguiendo el ejemplo de otros fenómenos sociales más consolidados en la literatura, como el impacto de los ciclos económicos en la pobreza (Morales y Cortés, 2014).
En tercer lugar, la dimensión provincial constituye un aspecto clave. Examinar la renovación poblacional a distintas escalas y más allá del nivel estatal es fundamental para una mejor comprensión de las dinámicas territoriales y diseñar políticas y decisiones más adecuadas a las particularidades de cada región. Los resultados a escala provincial indican claros desequilibrios territoriales en términos de crecimiento y componentes demográficos. A pesar del rol central de la inmigración internacional en el litoral mediterráneo y el área de Madrid, en buena parte del país otros componentes siguen siendo primordiales, como las migraciones internas de nativos y más recientemente la mortalidad.
Para finalizar, aunque las migraciones internacionales han supuesto el motor del crecimiento de la población y de la renovación poblacional para el conjunto del país, su contribución a nivel provincial ha sido dispar, insuficiente para contrarrestar el peso de la mortalidad en provincias más envejecidas y de carácter más rural. En la literatura se han destacado resultados similares, subrayando que el impacto de las migraciones en revertir la despoblación es limitado, con una discutida capacidad de retención de la inmigración internacional (Lardiés-Bosque y del Olmo-Vicén, 2023). Aquellos municipios rurales que beneficiaron de las migraciones pudieron crecer principalmente por dos factores, por un lado, su situación geográfica en áreas periurbanas que les ha permitido beneficiarse de la suburbanización, por otro lado, la atracción de inmigrantes internacionales con un cierto dinamismo económico (Gil-Alonso et al., 2023). Sin embargo, los municipios más remotos, especialmente después de la Gran Recesión agravaron su situación acelerando procesos de despoblación difícilmente reversibles.
Igualmente, el menor papel de las migraciones internacionales en provincias interiores, acompañado de la caída de la natalidad, ha dado lugar al mantenimiento y consolidación de las migraciones internas como flujos importantes en estas provincias, en especial las emigraciones de nativos, acentuando así el decrecimiento demográfico en estas zonas. En esta misma línea, la literatura de la despoblación confirma que las áreas rurales del norte y del noroeste como las más perjudicadas por este fenómeno (De Cos, 2023). Así pues, pese a la creciente incidencia de las migraciones internacionales, en un contexto de baja fecundidad y mortalidad creciente por la estructura envejecida por edad, queda por ver si esta tendencia está encubriendo una evolución convergente o divergente a nivel provincial, donde las regiones con mayor desarrollo económico crecen con las migraciones internacionales mientras que en las provincias de menor desarrollo y más rurales, van quedando cada vez rezagadas, dependiendo de la renovación poblacional impulsada por la mortalidad y las emigraciones.
A partir de este trabajo, nos planteamos tres objetivos futuros. El primero, relacionar el análisis de la renovación y el peso de las migraciones en dicha renovación con indicadores de desarrollo económico y social de las regiones, del mismo modo que la literatura en otros marcos de estudio, relacionando los niveles de pobreza y la renovación y estabilidad de la población (Bailey y Livingstone, 2007), en especial la aproximación de la geografía humana en ciudades abordando la cohesión social y el arraigo en los barrios en relación a las condiciones socioeconómicas de sus habitantes (Bailey et al., 2011). El segundo, ampliar la escala de análisis, convencidos de la utilidad del indicador para las políticas públicas. Por ejemplo, para abordar la complejidad de la despoblación en áreas rurales desde el enfoque empleado a lo largo de este trabajo, será clave introducir la escala municipal. Autores como Goerlich et al. (2016) y Molinero y Alario (2022) han propuesto agrupaciones municipales de gran utilidad para diferenciar con más detalle entre niveles de ruralidad y urbanización, puesto que las ciudades medianas o capitales de provincia suelen concentrar la mayoría del crecimiento en las provincias rurales. El tercero, incluir la estructura de edad en el análisis de la renovación. Para este fin, la perspectiva del metabolismo demográfico (Ryder, 1965), recuperada recientemente por Lutz (2012), resulta de gran interés. El metabolismo demográfico se define como el cambio social a través de la sucesión de las diferentes generaciones en un territorio y se ha empleado en la literatura internacional para estudiar y proyectar el capital humano (Lutz et al., 2014). Igualmente, aplicaciones más recientes abordan las transformaciones demográficas debidas a la inmigración (Domingo y Bayona-i-Carrasco, 2021), examinando los efectos de las migraciones internacionales e internas en diferentes cohortes en el Área Metropolitana de Barcelona. Esta aproximación, permitiría explorar el impacto desigual de las migraciones en los patrones generacionales y territoriales.
Incluir estas mencionadas tres dimensiones es primordial para seguir explorando los efectos de la aceleración de la renovación demográfica, a través de una mayor adaptabilidad y mejor aplicación en diferentes contextos. En definitiva, la metodología expuesta en este trabajo permite incorporar el factor de la velocidad en los cambios demográficos e identificar el componente acelerador de los mismos. Asimismo, trasciende el simple porcentaje de la población inmigrada o del saldo migratorio como indicador, y permite anticipar la evolución futura de la dinámica demográfica, siendo conscientes del posible efecto del ciclo económico.
Este artículo forma parte de la tesis doctoral de Osama Damoun del programa de doctorado en Demografía de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) – Centre d’Estudis Demogràfics (CED-CERCA) financiado con la ayuda predoctoral PRE2021-098309 del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Está incluido en los resultados del proyecto I+D+I Migraciones y estrategias de reproducción demográfica y social en España: género, origen y clase (MIGRA-GOC) financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (PID2023-148711OB-I00).
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