Migraciones [2025] [ISSN 2341-0833]
DOI: https://doi.org/10.14422/mig.22447.019
Repensando las masculinidades migrantes: varones pakistaníes en Barcelona

Rethinking Migrant Masculinities: Pakistani Men in Barcelona
Autor
Resumen

Este artículo presenta los avances de una investigación en curso sobre las experiencias migratorias de varones pakistaníes en Barcelona, centrándose en los cambios y continuidades en la configuración de las masculinidades. A partir de un enfoque cualitativo, el estudio combina observación participante con 24 entrevistas semiestructuradas realizadas entre 2022 y 2024 a hombres pakistaníes y mujeres de la comunidad. Los resultados preliminares revelan, por un lado, la persistencia del mandato de proveedor como eje central de la identidad masculina; por otro, la emergencia de prácticas cotidianas que expresan formas de masculinidad más flexibles y situadas. Asimismo, se observa cómo el tránsito migratorio es narrado como una prueba de sacrificio personal que refuerza la validación simbólica de la hombría. El artículo se inscribe en el campo de los estudios de género y migración, aportando a la comprensión de los procesos de reconfiguración identitaria que experimentan los varones migrantes en contextos transnacionales marcados por desigualdades estructurales.

This article presents ongoing findings from a research project on the migration experiences of Pakistani men in Barcelona, focusing on the transformations and continuities in the construction of masculinities. Based on a qualitative approach, the study combines participant observation with 24 semi-structured interviews conducted between 2022 and 2024 with Pakistani men and women from the community. Preliminary results reveal, on the one hand, the persistence of the breadwinner mandate as a central axis of masculine identity; and on the other, the emergence of everyday practices that reflect more flexible and context-specific forms of masculinity. Furthermore, the migratory journey is often narrated as a personal sacrifice that reinforces symbolic validation of manhood. This article contributes to the fields of gender and migration studies by shedding light on the complex identity reconfiguration processes faced by male migrants in transnational contexts shaped by structural inequalities.

Key words

Masculinidad; pakistaníes; migración; Barcelona

Masculinity; Pakistanis; migration; Barcelona

Fechas
Recibido: 18/03/2025. Aceptado: 19/06/2025

1. Introducción

El presente artículo es parte de una investigación mayor en desarrollo, en la que se abordan los cambios y continuidades en la configuración de las masculinidades desde las experiencias migratorias de varones pakistaníes en la ciudad de Barcelona y su área metropolitana. En concreto nos preguntamos cuáles son los impactos que la migración tiene sobre los varones pakistaníes y si su ejercicio de la masculinidad se ve modificado en el nuevo entorno social que habitan. La investigación se apoya en las reflexiones que señalan la supervivencia de prácticas en la construcción de representaciones de la masculinidad, bajo mandatos simbólicos impuestos por la cultura hegemónica del país de procedencia (Godelier, 1986; Gilmore, 1994; Cornwall y Lindisfarne, 1994; Huerta Rojas, 1999; López Moya, 1999; o Gutmann, 1993 en Briones, 2009) y que reconocen la existencia de múltiples masculinidades (Connell, 1997; Connell y Messerschmidt, 2005).

Los estudios sobre masculinidades en contextos migratorios han tenido un desarrollo relativamente tardío dentro del campo de los estudios de género, priorizando durante décadas el análisis de las experiencias femeninas en la migración (Anthias y Lazaridis, 2000). Enguix et al. (2018) señalan que, a partir de la década de 1990, los estudios críticos sobre los varones y las masculinidades han tenido un crecimiento significativo. En esta línea, diversos autores han advertido que las masculinidades no pueden analizarse como entidades homogéneas, sino que se producen en contextos específicos de poder y diferenciación cultural (Cornwall y Lindisfarne, 1994; Viveros, 2002).

No obstante, a pesar del creciente interés en los estudios sobre las masculinidades (Connell, 2005; Kimmel, 2005) la intersección entre migración y masculinidad sigue siendo un área menos explorada dentro de la literatura académica (Charsley, 2005; Gutmann, 2003). Como destacan Donaldson y Howson (2009), los estudios sobre migración han tendido a naturalizar la figura del migrante masculino como un sujeto neutral o exclusivamente motivado por razones económicas, sin problematizar las dinámicas de género que configuran su experiencia. Sin embargo, investigaciones más recientes han comenzado a cuestionar esta omisión, señalando que la migración también afecta profundamente los referentes de género, generando tensiones, redefiniciones y crisis asociadas a la masculinidad en contextos transnacionales (Broughton, 2008) a nivel local.

En este sentido, se ha destacado que la construcción de las masculinidades migrantes se inscribe en dinámicas transnacionales que desbordan el marco territorial del país de acogida. Los varones migrantes negocian sus identidades de género no solo en función de los mandatos culturales del entorno inmediato, sino también en relación con normas, vínculos y expectativas que se mantienen activas en el país de origen. Como subraya Ye (2014), estas prácticas se reconfiguran en espacios de frontera atravesados por jerarquías transnacionales que articulan regímenes de género, ciudadanía y pertenencia. En esta línea, Rosas (2008) demuestra cómo muchos hombres conservan formas de control y autoridad sobre sus familias mediante mecanismos simbólicos y económicos que operan a través de ambas orillas. Estas tensiones, lejos de derivar en transformaciones lineales, pueden generar procesos contradictorios de reafirmación, adaptación o crisis de la masculinidad, en función de factores como el estatus legal, la inserción laboral o la posibilidad de sostener el rol de proveedor desde la distancia.

En los últimos años, investigaciones como las de Yasir (2023), Kukreja (2023) y Hossain (2023) han profundizado en cómo los procesos migratorios inciden en las formas de representar y vivir la masculinidad entre varones del sur de Asia en Europa. Estos estudios muestran que el desplazamiento puede activar procesos simultáneos de resistencia, adaptación o reafirmación de modelos tradicionales de género, lo que refuerza la necesidad de examinar estas dinámicas en contextos específicos aún poco explorados, como el de Barcelona.

El presente trabajo se propone analizar el caso barcelonés, enmarcado en un proceso de amplia transformación demográfica experimentado por el Estado español en las últimas décadas, a raíz de la llegada sostenida de personas migrantes provenientes de diversas regiones del mundo. Esta población se ha asentado de forma desigual en el territorio, concentrándose especialmente en comunidades autónomas con economías más dinámicas, como Cataluña, Madrid, Andalucía o la Comunidad Valenciana. En este escenario, Cataluña se ha consolidado como el principal destino para la comunidad pakistaní, que ha registrado un crecimiento sostenido y se ha convertido en uno de los colectivos migrantes con mayor crecimiento de la región. Según el Observatorio Permanente de la Inmigración (OPI), a 31 de diciembre de 2023 residían en España 93 501 personas de nacionalidad pakistaní, de las cuales 43 991 lo hacían en Cataluña.

Pese a esta prolongada presencia, aún no se han desarrollado investigaciones empíricas centradas en cómo los varones pakistaníes experimentan y negocian sus masculinidades en diálogo con el entorno social que los recibe. Esta investigación se sitúa, por tanto, en una intersección aún poco abordada: la de las masculinidades y la experiencia migratoria, desde una perspectiva antropológica y de género. Desde una perspectiva crítica de género, este trabajo parte del supuesto de que las identidades no son esencias individuales, sino construcciones sociales y relacionales producidas en contextos de poder (Butler, 1990; West y Zimmerman, 1987). En el caso de las masculinidades, estas se configuran a través de mandatos culturalmente aprendidos y sostenidos por estructuras jerárquicas (Connell, 1997; Gilmore, 1994). La migración puede tensionar o redefinir estos esquemas, al confrontar a los varones con nuevos modelos de género, estructuras sociales y expectativas normativas (Charsley, 2005; Hondagneu-Sotelo y Messner, 1999).

El principal aporte de este artículo radica en su enfoque empírico sobre un colectivo escasamente explorado en los estudios de género y migración en el contexto español: los varones pakistaníes residentes en Barcelona. Mientras que en países como el Reino Unido, con una larga tradición de migración pakistaní, se han desarrollado investigaciones en esta línea (Charsley, 2005, Ahmad, 2016; Lum, 2016; Malik, 2016) en el caso catalán y español este vacío persiste. El artículo busca saldar esa ausencia, aportando una mirada situada que enriquezca las discusiones teóricas sobre la masculinidad como construcción migrante, situada y en tensión.

A partir de esta realidad, el objetivo de este artículo es hacer una aproximación sobre los impactos que la experiencia migratoria tiene sobre los varones pakistaníes, y si su ejercicio de la masculinidad se ve transformado, tensionado o reformulado en relación con las normas y prácticas culturales del nuevo entorno. Para ello, esta investigación se basa en un diseño cualitativo, con enfoque etnográfico, que nos ha permitido captar la complejidad de las experiencias de los varones en los entornos en los que habitan, escuchar sus relatos, observar las interacciones y prácticas cotidianas y aproximarnos a la comprensión de cómo perciben y reinterpretan sus identidades masculinas en el contexto migratorio (Roca-Girona et al., 2010).

2. Hacia una teorización de las masculinidades en la migración pakistaní

Las investigaciones sobre masculinidades han experimentado un notable crecimiento desde la década de los 90, consolidándose como un campo interdisciplinario que indaga en la construcción social del género desde la perspectiva de los varones. Connell (1997) introdujo el concepto de “masculinidad hegemónica” para describir aquellas formas de ser varón que sostienen la dominación masculina y subordinan tanto a las mujeres como a otras masculinidades. Tras las críticas iniciales —que apuntaban a su rigidez tipológica y su potencial esencialismo— el concepto fue revisado por Connell y Messerschmidt (2005), quienes destacaron su carácter relacional, dinámico y contextual. Esta revisión introdujo la posibilidad de analizar masculinidades múltiples, en conflicto, distribuidas a nivel local, regional y global.

En el contexto de Pakistán, la literatura académica (Aslam, 2014; Qureshi, 2012) constata que la masculinidad se refuerza a través de normas que asocian a los hombres con la provisión económica, el sacrificio personal y les adjudican el rol de qawwam o protectores de la familia. Estas expectativas pueden verse desafiadas o amenazadas en situaciones de desempleo o de soltería en las zonas rurales, exponiéndolos a la marginación social (Chowdhry, 2019). También durante el proceso migratorio la ruptura que genera la migración en la identidad masculina, obliga a los hombres a renegociar, cuestionar o reconstruir sus roles tradicionales y su identidad masculina, lo que implica enfrentar nuevas vulnerabilidades y desafíos al rol de proveedor (Hondagneu-Sotelo y Messner, 1999).

Se ha examinado las masculinidades, la migración y la experiencia de los varones pakistaníes desde dos perspectivas principales. En primer lugar, se observa que la migración refuerza las normas patriarcales tradicionales, destacando que los hombres migrantes se ven presionados para mantener su estatus de proveedores mediante la acumulación de bienes y el envío de remesas, considerados fundamentales para demostrar una “hombría exitosa” (Ahmad, 2016; Lum, 2016; Malik, 2016). En esta reconfiguración de la masculinidad, Kokab et al. (2020) detectó que, por ejemplo, en Gran Bretaña, algunos varones jóvenes veían el gimnasio como un espacio clave para fortalecer su estatus social dentro de la comunidad, no solo como proveedores y protectores, sino también como líderes. Este espacio ofrecía una plataforma para construir redes sociales y demostrar fuerza física. Sin embargo, la migración también puede desencadenar una “crisis de masculinidad”, ya que las barreras estructurales impuestas en el país de destino limitan la capacidad de los migrantes para cumplir con estos mandatos, generando conflictos de identidad (Qureshi, 2012).

En este sentido, Kukreja (2020) documenta la experiencia de hombres del sur de Asia migrantes en Grecia, quienes resignifican el sufrimiento y la exclusión como pruebas de valor, operando como estrategias compensatorias frente a procesos de emasculación simbólica. Khan (2024), centrada en varones pastunes1 que participan en procesos de migración circular hacia Arabia Saudita, muestra cómo los hombres no solo adaptan sus cuerpos al trabajo físico, sino que reformulan sus emociones, su lugar en la jerarquía familiar e incluso asumen roles antes feminizados —como asumir ciertas tareas domésticas— como estrategias de sostenimiento del mandato de proveedor.

Lejos de entenderse como rupturas radicales, estas adaptaciones expresan una flexibilidad que mantiene vigentes los marcos patriarcales bajo nuevas formas (Khan, 2024). De la misma manera, Yasir (2023), en su estudio sobre trabajadores migrantes pastunes en Milán, destaca cómo el cuerpo se convierte en un recurso central para sostener la identidad masculina. El esfuerzo físico, la movilidad urbana y la capacidad de aguante frente a la precariedad laboral son valorizados como atributos morales. Sin embargo, estas prácticas también revelan tensiones: la imposibilidad de cumplir plenamente con el ideal de proveedor genera frustración, sensación de fracaso y necesidad de redefinir los criterios de masculinidad desde la marginalidad.

En segundo lugar, una parte de la literatura consultada sostiene que la migración tiene el potencial de desafiar y transformar las normas patriarcales tradicionales, especialmente en las relaciones de poder dentro del hogar. En estudios sobre migrantes pakistaníes en el sur de China, Choi (2018) observa cómo los hombres adaptan sus roles familiares debido a las nuevas presiones sociales y económicas que trae la migración. Sin embargo, aunque estos hombres asumen, por ejemplo, roles de cuidado considerados femeninos, estas transformaciones prácticas no siempre se traducen en una crítica directa a las ideologías patriarcales. La adaptación a las nuevas realidades culturales y sociales en los países de destino generan tensiones en las relaciones de género, sugiriendo la posibilidad de cambios más profundos (Choi, 2018) obligando a muchos a reconsiderar sus roles familiares y a negociar nuevas formas de autoridad en el hogar (Ahmad, 2016).

Por su parte, algunos estudios sobre esposos migrantes musulmanes en Dinamarca y el Reino Unido muestran cómo también experimentan vulnerabilidad debido a la dependencia económica respecto de sus esposas y a las dificultades para acceder al mercado laboral del país receptor (Charsley y Liversage, 2015). Kukreja (2018) argumenta que la migración facilita una transformación de las masculinidades, generando espacios para el desarrollo de masculinidades emergentes que responden a los desafíos del contexto transnacional. Un ejemplo de ello son los ghar damads en el Reino Unido (Charsley, 2015), hombres que se han reagrupado y residen con las familias de sus esposas, desafiando así las expectativas tradicionales de masculinidad pakistaní. Esta situación reconfigura las relaciones de poder dentro del hogar y obliga a los hombres a renegociar su identidad masculina en un entorno de dependencia y vulnerabilidad.

En este sentido, Yuval-Davis (2006) subraya la importancia de un análisis interseccional para visibilizar las vulnerabilidades de los hombres migrantes, abordando las múltiples capas de opresión que afectan sus experiencias. En este sentido es reseñable la representación homogénea de los hombres musulmanes como figuras patriarcales y opresoras, lo cual oculta otras condiciones de marginación económica y social que dificultan el cumplimiento de su rol de proveedores y líderes familiares (Razack, 2004). A su vez, también existen prácticas que reflejan la “doble raíz” del migrante (Werbner, 1999), quien, a pesar de adaptarse al nuevo contexto, mantiene sus lazos culturales y refuerza las estructuras patriarcales.

En definitiva, mientras que algunos estudios subrayan cómo la migración refuerza las normas patriarcales tradicionales al reafirmar los roles masculinos de proveedor y protector, otros estudios muestran cómo las experiencias migratorias pueden desafiar y transformar las dinámicas de poder dentro del hogar y la comunidad. Esta dualidad refleja la complejidad del fenómeno migratorio en la construcción de las masculinidades pakistaníes, las cuales se ven continuamente renegociadas en función de los contextos sociales y económicos tanto en las comunidades de origen como en las de destino. Nuestro análisis partirá de esta doble perspectiva para observar, a la luz de los datos obtenidos, las experiencias de los hombres pakistaníes en la ciudad de Barcelona.

3. Metodología

La investigación en curso se enmarca en una estrategia metodológica de tipo cualitativo, desde un enfoque etnográfico. Esta elección responde a la necesidad de explorar en profundidad las experiencias subjetivas y las prácticas cotidianas de los varones pakistaníes migrantes en el contexto barcelonés. Como señalan Roca-Girona et al. (2010), la etnografía no solo permite acceder a los significados que las personas atribuyen a sus prácticas sociales, sino que también implica una experiencia dialógica en la que el/la investigadora se vincula afectivamente con los sujetos del estudio, en un proceso de coproducción de conocimiento. Se han tenido en cuenta las características de las unidades familiares que han migrado a Cataluña, atendiendo a los vínculos sociales, laborales e intergeneracionales y a la organización doméstica, para explorar, desde las perspectivas de varones y mujeres, cómo se ejerce la masculinidad en los ámbitos familiar y laboral.

El trabajo de campo se llevó a cabo durante dos estancias de investigación en Barcelona y su área metropolitana: la primera entre febrero y julio de 2023, y la segunda entre febrero y julio de 2024. El acceso al campo no fue inmediato. Al comienzo, se intentó contactar a posibles informantes recorriendo negocios, asociaciones y espacios públicos, con escasa respuesta. Con el tiempo, el contacto con un director de una asociación política quien facilitó nuevas redes y muchas entrevistas se concretaron gracias a la mediación de personas conocidas por los potenciales entrevistados. Mi posicionalidad —una mujer argentina ajena a la comunidad— condicionó las formas de aproximación. No obstante, esa misma condición de extranjera migrante favoreció empatías iniciales y, con el tiempo, permitió generar relaciones de confianza sostenidas.

Se llevaron a cabo un total de 24 entrevistas semiestructuradas a personas de origen pakistaní, priorizando las voces de los varones, aunque también se incluyó la participación de 5 mujeres. Las entrevistas, se realizaron en español y tuvieron una duración variable, que osciló entre los 15 minutos y las dos horas y media. Fueron registradas con grabadora digital y almacenadas en un dispositivo externo con acceso restringido, garantizando así la confidencialidad de los datos personales. La incorporación de mujeres en esta diversidad de perfiles se basó en una comprensión relacional del género, que reconoce la importancia de considerar también las percepciones de quienes interactúan cotidianamente con los varones en contextos familiares, comunitarios y sociales. Las entrevistas se encaminaron a comprender los cambios en el ejercicio de las masculinidades en el ámbito familiar, laboral y social desde la perspectiva de los propios varones migrantes, complementando esta mirada con la visión de las mujeres de la comunidad.

Con las entrevistas se buscó captar la heterogeneidad interna de la comunidad pakistaní en Barcelona, de perfiles diversos incluyendo varones de distintas edades, trayectorias migratorias, niveles educativos, ocupaciones, situaciones familiares, estatus jurídicos con el fin de ver si estos diferentes perfiles influyen en la construcción de la masculinidad migrante. También se incorporaron mujeres pakistaníes nacidas o residentes en Barcelona, con distintos grados de participación comunitaria y autonomía personal. A continuación, se presenta una tabla con los perfiles de los/as entrevistados/as, con nombres anonimizados para preservar la confidencialidad. Asimismo, se respetaron los principios éticos de la investigación cualitativa: todos los/as participantes fueron informados sobre los objetivos del estudio, dieron su consentimiento para la grabación, y se garantizó el anonimato en la presentación de los resultados. La investigación ha sido aprobada por el comité de ética.

Tabla 1. Perfiles de los varones y mujeres entrevistadas para esta investigación
InformanteEdadGéneroProfesiónEstudiosEstado civil y núcleo de convivenciaAños en España
Abbas63VarónDirector organización políticaUniversitariosCasado (esposa e hijas/os) 25

Bijan

35VarónComercio en el Raval familiarSecundarios Casado (esposa e hijas/os)23
Baber60VarónMédicoUniversitariosCasado (esposa e hijas/os)23

Dildar

22VarónEmpleado SecundariosSoltero (madre y hermanas/os)22
Eren49Varón Intérprete UniversitariosDivorciado 22
Arzu22MujerEstudianteUniversitariosSoltera (padres y hermanos/as)Nació en Barcelona
Deniz22MujerCuida a los hermanosBachilleratoSoltera (padres y hermanos/as)Nació en Barcelona
Eser22MujerAdministrativa BachilleratoCasada (esposo en Pakistán)Nació en Barcelona

Isaac

37Varón Presidente asociaciónUniversitariosCasado (esposa e hijas/os)30
Kambiz44Varón Vendedor ambulante BachilleratoCasado (esposa e hijas/os)10
Iraj35Varón AbogadoUniversitariosCasado (esposa en Pakistán)30
Hakim21Varón EstudianteUniversitarios en cursoSoltero (comparte piso con otros pakistanís)14
Hasan40 Varón DesempleadoBachilleratoCasado (esposa e hija en Pakistán)22
Homayoun41Varón Trabaja en gastronomíaBachilleratoCasado (esposa e hijas/os en Pakistán)21
Hamid48 Varón PeluqueroBachilleratoVive con su esposa de Pakistán20
Fawad21 Varón Vendedor ambulante BachilleratoSoltero (esposa, hijos/as)4
Soraya50 MujerDirectora asociaciónDoctoradoCasada (esposo)27
Hushang28 Varón SoldadorBachilleratoSoltero (comparte piso con otros pakistanís)3
Behrouz24 Varón CocineroBachilleratoSoltero (comparte piso con otros pakistanís)4
Yasmin35MujerTrabajadora del hogar UniversitariosEsposo (esposo e hijos)7
Jamal44 Varón TaxistaUniversitariosCasado (esposa e hija)16
Haseeb35Varón Negocio de kebab familiarBachilleratoCasado (esposa e hijo)Nació en Barcelona
Ismael40Varón CarniceroBachilleratoCasado (esposa e hjos/as)20
Fuente: elaboración propia

Además de las entrevistas, se implementó la técnica de observación participante para analizar las interacciones sociales y las dinámicas de género en distintos contextos cotidianos, como espacios comunitarios, lugares de trabajo y eventos sociales. La observación participante se desarrolló principalmente en espacios frecuentados por varones pakistaníes como mezquitas, locutorios, restaurantes, comercios, peluquerías, asociaciones y celebraciones comunitarias. Además de las entrevistas, se empleó la técnica de observación participante desde una perspectiva reflexiva, lo que permitió un análisis más profundo de las interacciones sociales y las dinámicas de género en contextos cotidianos significativos para la comunidad estudiada.

Este método se llevó a cabo fundamentalmente en espacios frecuentados por varones pakistaníes, tales como mezquitas, locutorios, restaurantes, comercios, peluquerías, asociaciones y celebraciones comunitarias. El trabajo de campo se desarrolló principalmente en Barcelona, específicamente en los barrios del Raval, Poble Sec y Ciutat Vella, siendo el Raval particularmente relevante por tratarse de la principal área residencial de la población pakistaní en la ciudad. Mi residencia en este barrio durante el periodo de investigación facilitó una inmersión profunda y continua, enriqueciendo la comprensión del contexto y permitiendo un acceso privilegiado a situaciones y relaciones clave para el análisis.

4. De Pakistán a Barcelona: los mandatos de la masculinidad

4.1. Migrar como prueba de valentía: sacrificio, riesgo y reafirmación

En consonancia con uno de los objetivos centrales de esta investigación, este subapartado aborda cómo la construcción de la masculinidad se reactiva y resignifica durante la experiencia migratoria, en condiciones de alta vulnerabilidad y presión social. El análisis de los relatos sobre los itinerarios migratorios recogidos permite observar cómo determinados mandatos de la masculinidad hegemónica pakistaní —como el coraje y el sacrificio personal— no solo se reproducen en el contexto de desplazamiento, sino que encuentran allí nuevas formas de actualización simbólica. Algunos como Behrouz (24 años, 4 años en Barcelona) explicaron que llegaron caminando “durante un año, pase primero por Turquía, Teherán, Francia y después España” y que durante sus trayectorias migratorias enfrentaron diversas dificultades, como situaciones de tráfico de personas, precariedad laboral en destino y el desafío de estar lejos de su país de origen. La narración de estas experiencias, de alguna manera, alimentan el mandato de la valentía masculina y contribuyen a que sean percibidos favorablemente, como héroes, en su comunidad.

Esta narrativa de los obstáculos peligrosos que han logrado enfrentar con valentía puede considerarse una respuesta a las expectativas de masculinidad tradicional, adaptada a las nuevas circunstancias del contexto migratorio. La capacidad de superar obstáculos, asumir responsabilidades y sacrificarse por el bienestar propio y el de los demás puede verse como una consecuencia de este mandato. Como da cuenta Deborah A. Boehm (2008), se entiende la migración como una oportunidad para demostrar coraje y asumir riesgos por el bienestar de la familia.

Efectivamente, el sacrificio y la resistencia no solo son elementos de supervivencia, sino que también se convierten en pilares para la validación de la identidad masculina en situaciones de cambio, pero también para ratificar el mandato de proveedor ya que, tal y como los informantes manifiestan, estos sacrificios los realizan tanto para poder tener una oportunidad mejor para ellos como para poder mejorar la calidad de vida de su familia. Tal y como explica Hushang, las experiencias relacionadas con las dificultades encontradas en las rutas migratorias tienen una connotación positiva y son percibidas como actos de superación y valentía, pese a que los detalles son de una extrema vulnerabilidad:

Es que el país Croacia es más peligroso y la policía de Croacia, cuando pasan gente y si te ve, te pueden pegar con palos y te pueden coger todas las cosas: móvil y lo que tienes para comer, todo lo cogen. Puede ser tu chaqueta y todo, y te dejan solo ahí en el frío. Es más peligroso. Yo me pasé uno o dos días así sin nada, solo con pantalones, en el frío. (Hushang, 28 años, 3 años en Barcelona)

Sí, después cuando entré a Polonia me estaba muriendo de hambre, llevaba 4 días sin comer así en una casa antigua pero grande primera planta no se podía encender la luz y nosotros con velas, algunos chicos trajeron pan, queso, mayonesa como Navidad y discutían hablando, una señora mayor escuchó llamo a la policía, la policía fue y nos llevó a la comisaría, después el juez nos dio 3 meses de cárcel. (Homayoun, 41 años, 21 años en Barcelona)

De estos testimonios se desprende que, si bien la migración puede ser una forma de validar la masculinidad a través del riesgo y la resistencia, su significado y sus implicancias varían según la etapa de vida del migrante y su posición dentro de la comunidad. La exposición a situaciones peligrosas durante, por ejemplo, un cruce fronterizo no solo refuerza la imagen de los migrantes como individuos valientes, sino que también actúa como un mecanismo diferenciador dentro del grupo, estableciendo jerarquías entre quienes han “robado” su hombría y quienes no han atravesado estos desafíos (Rosas, 2008). Sin embargo, como podemos observar, estas experiencias no son narradas en clave de victimización, sino presentándose a sí mismos como sujetos que han atravesado pruebas extremas por el bien de sus familias. Es el ejemplo de Fawad, de 21 años, que relata con detalle cómo repitió múltiples veces su intento de entrada a Europa:

Mi papá sabía que ahí no había futuro, mi papá no quería mandar a su hijo a esta situación, pero como tenemos una situación de país que no hay nada y yo también he dicho que no quería vivir ahí. Yo quiero que mi padre y madre vivan bien, me vine a trabajar para mandarle dinero a mi madre, padre y vivan bien. Cuando me dejaron mi padre no quería, pero sin querer me mandaron para tener un buen futuro, pero ya está, gracias a Dios que yo me he ganado la vida y no he muerto. He entrado en Bosnia, Croacia, he tenido muchos problemas, he intentado pasar 10 veces por Grecia porque por este país siempre hay que cruzar por la jungla. Entrar en Eslovenia, que es cerca de Italia, aquí me pillaron 10 veces la policía de Croacia porque cuando estaba en Bosnia entré en Croacia, aquí me pillaron siempre y me llevaron al centro de Croacia. Yo hablo un poquito de ese idioma también, donde me llevan los policías lo hablan y lo aprendo, puedo aprender rápido, rápido, aquí he tratado de venir 10 veces, cuando fui a Bosnia, Croacia, cuando te pillan tienen grandes perros que no puedes correr con la policía y me pegaron me quitaron la ropa me dejaron en calzoncillos en ese país. (Fawad, 21 años, 4 años en Barcelona)

Desde este enfoque, la masculinidad se configura en estrecha relación con la capacidad de resistir la adversidad y con el poder de sostener material y simbólicamente a la familia, incluso a costa del propio cuerpo. Esta lógica aparece reflejada en las experiencias migratorias recogidas en Barcelona y dialoga con hallazgos previos en otros contextos. Ahmad (2011), por ejemplo, analiza cómo para muchos varones pakistaníes emigrar a Gran Bretaña no obedece únicamente a motivaciones económicas, sino que constituye una oportunidad para reafirmar su masculinidad a través del viaje, la aventura y el riesgo. El retorno al país de origen funciona entonces como un momento de consagración simbólica, en el que los migrantes son celebrados como ejemplos de éxito masculino, visibilizado mediante el consumo ostentoso de bienes materiales —ropa de marca, dispositivos tecnológicos, obsequios— que operan como signos de estatus y virilidad.

En una línea similar, Kukreja (2020) da cuenta de cómo los hombres del sur de Asia que migran de forma irregular hacia Europa —en particular a Grecia— resignifican sus trayectorias de exclusión, riesgo físico y sufrimiento como pruebas de coraje y resistencia. Para estos varones, el tránsito migratorio se convierte en un ritual contemporáneo de legitimación masculina, donde no solo el logro económico, sino también la capacidad de soportar el dolor y sobrevivir a condiciones extremas, actúa como validación simbólica de su hombría. Esta subversión parcial de las jerarquías económicas permite que aquellos que no cuentan con recursos para pagar redes de tráfico construyan su masculinidad sobre el sacrificio corporal, la autosuficiencia y la resistencia física.

Estos procesos deben ser comprendidos a la luz de uno de los mandatos centrales que atraviesa el ideal de masculinidad en el contexto pakistaní: la identificación del varón como protector y proveedor (Aslam, 2014; Qureshi, 2012). Incluso cuando las condiciones estructurales del país receptor imposibilitan el cumplimiento pleno de ese mandato, los hombres movilizan otros recursos simbólicos —como el riesgo asumido o el sufrimiento físico— para reafirmar su identidad masculina y sostener su estatus dentro de la comunidad. En este sentido, la migración puede ser una oportunidad para reafirmar la masculinidad del país de origen, donde enfrentar rutas peligrosas o enviar remesas se interpreta como una prueba de valor y resistencia, redefiniendo el estatus masculino bajo condiciones de riesgo (Khalili, 2007; Kukreja, 2020)

4.2. El mandato de proveedor en clave transnacional: tensiones y persistencias

Para comprender las transformaciones y continuidades en el ejercicio de la masculinidad hegemónica en contextos migratorios, particularmente en el ámbito laboral y familiar, se identifica como un eje reiterado en los relatos de los entrevistados la centralidad del rol de proveedor, configurado como un componente estructurante de la identidad masculina. La experiencia migratoria introduce una multiplicidad de factores transnacionales, socioeconómicos y culturales que impactan tanto el ámbito laboral como el hogar.

En relación con su rol de proveedor, los migrantes pakistaníes enfrentan diversas presiones en relación con la precariedad laboral y las nuevas realidades de sus vidas migratorias, lo que enfatiza la naturaleza multifacética de su identidad masculina en el contexto de la migración. En este sentido, realizan esfuerzos significativos para cumplir con dicho rol, resaltando nuevamente el sacrificio como un elemento central en la construcción de la masculinidad musulmana, tal como argumenta Laleh Khalili (2007). Fawad nos explica cómo la experiencia migratoria y las dinámicas laborales precarias se entrelazan con las exigencias del rol de proveedor, configurando prácticas de sacrificio:

Yo el primer mes cobré 600 euros, de los cuales 400 los envié a mi familia. Siempre me quedaba poco para comer, pero les mandaba dinero porque vine aquí para que mi familia estuviera bien y para mí también. (Fawad, 21 años, 4 años en Barcelona)

Tal como plantean Khan (2024) y Yasir (2023), la experiencia migratoria no desmantela necesariamente los modelos tradicionales de masculinidad, sino que los reconfigura en función de las condiciones estructurales del país de destino. La falta de acceso a empleos bien remunerados y la precariedad laboral contribuyen significativamente a una situación de marginación que impacta profundamente en estos varones desafiando la manera en la que cumplen este mandato:

Tema de trabajo, ahí eran príncipes en Pakistán, no hacían nada y tenían todo. Aquí sí tienen que trabajar y lavar platos, eso cuesta al principio, pero luego se acostumbran, no es fácil encontrar trabajo de camarero tampoco, se necesita una formación, pero se encuentran fácilmente como ayudante de cocina o unos bares, o de limpieza o cortar verdura o recoger. O los que no encuentran nada trabajan en Glovo, también es un trabajo duro, peligroso, se caen, terminan heridos, también se mueren por accidente porque cuando se hacen más repartos ganan más, entonces por rapidez se caen. Entonces eso es un cambio. (Soraya, 50 años, 27 años en Barcelona)

En relación con las situaciones de exclusión a la que se pueden ver expuestos en destino, Éric Fassin (2012) nos pone sobre la pista de cómo los discursos sobre la securitización de las fronteras y la criminalización de los migrantes construyen, en concreto, la imagen de los hombres musulmanes como una amenaza que refuerza su marginalización, relegándolos a posiciones subordinadas dentro de la sociedad europea y limitando sus oportunidades de integración económica y social. Estas posiciones de subordinación también lo son frente a las masculinidades hegemónicas locales. Algunos de los hombres entrevistados quienes, según sus relatos, en Pakistán ocupaban posiciones de respeto dentro de sus comunidades, se encuentran ahora en una situación de vulnerabilidad y exclusión dentro de una sociedad que frecuentemente los percibe como una amenaza o como individuos de bajo estatus que, a pesar de tener estudios universitarios, se emplean en trabajos menos cualificados:

Encontrar trabajo fue muy duro [...] personas pakistaníes que tienen estudio en Pakistán no tenemos costumbre de trabajar con mano, por ejemplo, paleta, pintor y así no, yo tenía un título de universidad, así que yo no pensaba que no podía trabajar como paleta, y también en mi país es mal visto, y aquí yo no tenía homologación de título. ¿Y qué hago?, nada, podría buscar faena como obrero y así, pero no había faena, luego fue muy duro. (Abbas, 63 años, 25 años en Barcelona)

Este relato ilustra cómo las formas locales de exclusión —como el racismo, la islamofobia y los mecanismos de burocracia a través de los que se dificulta el acceso a derechos básicos, donde se mantiene en una posición de irregularidad administrativa crónica— generan un doble proceso: por un lado, la pérdida de estatus; por otro, la imposibilidad de cumplir con el mandato de proveedor en sus términos tradicionales. En consecuencia, muchos varones deben reconfigurar su identidad masculina en un contexto donde los atributos que antes los legitimaban —educación, experiencia, autoridad— ya no poseen el mismo peso simbólico. La migración estatal con sesgos discriminatorios y los regímenes laborales precarizantes se entrelazan con discursos racistas, xenófobos e islamofóbicos, consolidando en estos hombres racializados una experiencia de masculinidad fallida (Kukreja, 2020). Es decir, configuraciones masculinas que entran en crisis frente a condiciones estructurales adversas que impiden cumplir los mandatos de género, generando sentimientos de frustración, humillación o impotencia (Kukreja, 2021).

A su vez, nuestros informantes nos manifiestan que mantienen una comunicación continua con sus familiares en el país de origen a través de llamadas telefónicas frecuentes y viajes (solo aquellos que se encuentran en situación migratoria regular). Estos vínculos activos con sus comunidades de origen, como ya hemos comentado anteriormente, se materializan a través del envío de remesas, lo cual les permite reproducir su rol de proveedores a pesar de la distancia, reafirmando así el cumplimiento del mandato social correspondiente de su país (Mahler y Pessar, 2001; Malik, 2016).

El acto de enviar remesas no solo asegura el bienestar material de sus familiares, sino que también tiene el valor simbólico de proyectar una imagen de éxito y de cumplir con las expectativas tradicionales del proveedor masculino. La migración, por tanto, se convierte en un escenario donde los hombres adoptan múltiples roles: entre la subordinación de su condición de personas migradas y el mantenimiento del estatus hegemónico en Pakistán, lo cual evidencia la flexibilidad y la adaptación de la masculinidad según el contexto social y geográfico (Malik, 2016). Esta dinámica se condensa en el relato de una de las informantes, quien subraya cómo los hombres intentan proyectar una imagen de éxito cuando visitan Pakistán, gastando grandes sumas de dinero en, por ejemplo, vestimenta de lujo:

Si hay un cambio, bastante, pero es más bien al revés, cuando se van de aquí para allá, porque de Pakistán cuando vienen a España, es como vienen, vale, y aquí viven y a veces los ves por la calle y van con sus pintas normales de gente, pero cuando van a Pakistán, se van a comprar la chaqueta más cara, los tejanos más caros, para presumir el estatus. Y entonces allí se creen, también es culpa de eso porque han creado esa imagen, cada vez que volvemos de allí nos compramos lo más caro, nos gastamos un pastón y luego se piensan que en nuestra vida diaria vivimos así, y no es así, es solo para la ocasión. (Deniz, 22 años, 16 años en Barcelona)

Efectivamente, y de acuerdo con Ahmad (2011, 2016) frente a los desafíos de la migración —y más allá de que el viaje tenga como finalidad reafirmar la masculinidad—, los varones migrantes desarrollan estrategias compensatorias para preservar su estatus masculino, como la ostentación de bienes materiales o el envío sistemático de remesas, mecanismos que les permiten sostener una imagen de autoridad ante sus comunidades de origen, incluso cuando no logran cumplir plenamente con el rol tradicional de proveedor en el contexto de destino.

Esto revela una dimensión clave de la masculinidad migrante: su carácter transnacional, atravesado por vínculos, deberes y expectativas que no se limitan al país receptor. Como muestran Ahmad (2011) y, en otra clave, Inhorn y Wentzell (2011), las experiencias migratorias no solo refuerzan o desafían las masculinidades tradicionales, sino que también impulsan una constante renegociación identitaria, en la que se combinan mandatos heredados con adaptaciones a los nuevos contextos transnacionales.

4.3. Reconfiguración de los roles domésticos: entre la negociación y la continuidad

Otro aspecto que se ha constatado es que la migración puede transformar las dinámicas cotidianas de los hombres en los hogares. De esta manera el hogar se convierte en un espacio de reorganización y reconfiguración de los mandatos de género, tensionando el binarismo proveedor/cuidador y habilitando formas emergentes de masculinidad que, aunque no siempre disruptivas, sí dan cuenta de la flexibilidad de estos roles en contextos migratorios. En Pakistán, explica la mayor parte de informantes, los hombres rara vez participan en tareas del hogar, las cuales están tradicionalmente asignadas a las mujeres. Sin embargo, al migrar y encontrarse sin una red de apoyo familiar, muchos cuentan que se ven obligados a compartir sus casas con otros varones y a asumir nuevas responsabilidades domésticas, lo que implica un cambio notable en sus roles:

Es verdad, es un cambio, y en nuestra cultura los hombres no hacen nada en la casa, solo las mujeres. Mi madre o mi hermana siempre cocinan, planchan la ropa y limpian todo, y los hombres trabajamos afuera y traemos dinero. Pero aquí cuando vi este cambio, para mí a veces lloraba dentro de la habitación: ¿Dónde he venido? Tengo que hacer todo, trabajo y esto. Que tenemos que hacer todo, al principio fue muy duro, pero con el tiempo me fui acostumbrando. Somos 4 o 5 viviendo aquí en un piso y dos habitaciones o tres, y uno limpia, otro, cocina, y así nos dividimos el trabajo y lo hacíamos todos para vivir juntos. (Jamal, 44 años, 16 años en Barcelona).

Exactamente, sí, sí, lo bueno es que cuando yo era pequeño, yo sabía cocinar, porque yo veía a mi madre, me gustaba, a ver lo sabía pero nunca lo hacía, porque mi madre no me dejaba, no hago yo, las madres siempre como hacen, pero lo sabía porque veía siempre ella, y las tareas de casa si las repartíamos, dependiendo de cada uno que le toca, fiesta, pues es el día que tienes que limpiar. (Baber, 60 años, 23 años en Barcelona)

Este proceso de reconfiguración de las responsabilidades revela cómo las experiencias migratorias llevan a los varones a desafiar las estructuras sociales tradicionales, impulsándolos a adoptar nuevas dinámicas dentro del hogar. Esta flexibilización puede ser entendida como un proceso de adaptación y negociación de las masculinidades emergentes. Las dinámicas transnacionales y las estructuras de poder en los países receptores exigen que los migrantes renegocien continuamente sus roles de género, lo que puede llevar a la emergencia de nuevas formas de masculinidad, como señala Pande (2017). En este proceso, los hombres pakistaníes responden a las nuevas exigencias del contexto migratorio, asumiendo roles que antes les estaban vedados, sin abandonar completamente las expectativas tradicionales. Estas nuevas masculinidades emergen como una respuesta adaptativa frente a las realidades socioeconómicas.

Como hemos visto en el relato de Baber, a través de la convivencia con otras personas, no solo se facilita el aprendizaje y el reparto de responsabilidades, también se generan redes de apoyo fundamentales para su adaptación y bienestar emocional en un entorno nuevo y exigente, mostrando la importancia de las interacciones cotidianas. Estas prácticas de solidaridad incluyen la cooperación y el cuidado como elementos centrales para la supervivencia en el contexto migratorio. La formación de estas redes de apoyo se encuentra también ligada al concepto de birādarī2, que remite la solidaridad y la pertenencia común como recursos esenciales para afrontar los desafíos migratorios y reafirmar un sentido de colectividad.

Las prácticas de solidaridad son un mecanismo fundamental para el bienestar emocional y la identidad comunitaria, poniendo de manifiesto la relevancia del apoyo mutuo y la cooperación como herramientas para enfrentar la vulnerabilidad en un entorno desafiante. Por ejemplo, durante el Ramadán, que coincidió con el trabajo de campo, un entrevistado preparó y distribuyó comida entre otros trabajadores pakistaníes del barrio, consciente de las limitaciones que enfrentan para romper el ayuno debido a sus horarios de trabajo.

Sin embargo, la asunción de las tareas domésticas muchas veces tiende a revertirse tras el matrimonio, cuando los roles tradicionales se reestablecen y las tareas del hogar vuelven a ser asumidas mayoritariamente por las mujeres. Este retorno a los roles tradicionales evidencia las tensiones entre las nuevas formas de masculinidad emergente y las normas que prevalecen en el contexto de origen. Tensiones que reflejan una constante negociación, donde los hombres intentan equilibrar sus experiencias adquiridas en el proceso migratorio con las expectativas sociales preexistentes en sus comunidades de origen. Además, ponen de manifiesto el carácter híbrido y contextual de las identidades masculinas, donde los varones adaptan sus prácticas de acuerdo con el entorno en el que se encuentran. En este sentido, otro entrevistado relata cómo, en sus días libres en Barcelona, disfrutaba cocinando y limpiando para sus amigos; sin embargo, al regresar a Pakistán, donde residen su esposa y su familia, dejó de realizar estas actividades en el hogar.

[En Pakistán] Cocinar no tengo ganas, me olvido de cocinar cuando estoy ahí. Solo me siento y traen la comida porque saben que estoy todo el año preparando. Mira, me gusta cocinar [en Barcelona] y si está limpio yo tengo más ganas de cocinar mejor. Yo he echado una olla de arroz con pollo y todo [en ese día de la entrevista], y he dejado para la gente, aunque todavía no he probado. Mi hermano donde trabaja le he dicho: “Llévate”, porque no puede cocinar. (Homayoun, 41 años, 21 años en Barcelona)

No obstante, algunos hombres continúan apoyando a sus esposas en el hogar, en algunos casos realizando algunas tareas domésticas en la cotidianidad o en otros casos cuando estas necesitan estudiar o trabajar, aunque las tareas domésticas siguen siendo, en su mayoría, responsabilidad de las mujeres. Esto va en consonancia con estudios como el de Gallo (2006) y Lin (2013), que evidencian que la migración de los hombres, sin embargo, no solo afectaría el bienestar económico de los miembros de la familia, sino que también puede contribuir a alterar la dinámica de poder y la distribución de las responsabilidades entre esposo y esposa, además de impactar en las relaciones intergeneracionales, los arreglos de cuidado y el vínculo afectivo.

En este sentido, existen casos en los que el apoyo doméstico de los varones migrantes se mantiene de manera sostenida incluso después del matrimonio, sugiriendo una transformación más profunda en las costumbres. Esto evidencia que, para algunos varones pakistaníes, las nuevas prácticas aprendidas producto de la migración no solo son respuestas temporales, sino que se integran de manera estable en sus vidas cotidianas. Por ejemplo, Eser da cuenta de este cambio en su esposo y dice:

Me ayuda en el trabajo de casa, por ejemplo, lavar platos; si estoy cambiando sábanas, él cambia conmigo; si, por ejemplo, yo paso la escoba y luego él friega; si la cocina está sucia porque yo no soy organizada, y si estoy preparando pan y la cocina está sucia, él entra y empieza a limpiar, aunque con un poco de bronca, pero yo contenta porque la cocina estará limpia. (Eser, 40 años, 8 años en Barcelona)

La migración puede impulsar una adaptación y una transformación entre algunos varones, tal como lo sugiere Choi (2018), tanto a través de los cambios en los tipos de empleo que los hombres pakistaníes desempeñan, como en las dinámicas familiares. Por ejemplo, la participación de las mujeres en el trabajo remunerado, algo que ha estado tradicionalmente restringido en Pakistán, se convierte en una realidad para algunas familias migrantes en Barcelona, también las hijas que han nacido en Barcelona o que han migrado desde muy pequeñas, trabajan o estudian. Y en las entrevistas explicitan su autonomía. De igual manera en algunos casos (menos frecuentes y provenientes de castas altas), también las esposas. Por ejemplo, una de las informantes da cuenta que

Sí, y estoy muy feliz, por ejemplo ahora mismo él sabe que estoy en una entrevista y no me va a molestar, hasta que no le vuelva a escribir no me va a molestar, ni nada, estoy trabajando, no me escribe, ni me llama, va a esperar que le envíe un mensaje que ya estoy libre y ahí me va a preguntar si podemos hablar o no, esto es lo más importante, porque hoy en día los chicos de verdad, ahora es concretamente que estamos hablando de la comunidad pakistaní, pero yo no sé de otras comunidades no conozco tanto, pero al hablar de nuestra comunidad los chicos son un dolor de cabeza. (Eser, 25 años, 20 años en Barcelona)

No obstante, los informantes puntualizan que los ingresos generados por las mujeres se destinan exclusivamente al uso personal de ellas, mientras que los hombres continúan siendo los principales responsables de los gastos familiares. Sin embargo, independientemente del desarrollo de sus carreras profesionales, las y los informantes que entrevisté dan cuenta que cuando las mujeres se casan y tienen hijos, muchas dejan de trabajar en trabajos remunerados y se dedican a la maternidad y a los trabajos del hogar como lo expresa uno de los entrevistados:

Mi mujer, a ella siempre le gustó trabajar. Ella es ingeniera en formación de tecnología y trabajó dos años en Inglaterra antes de venir aquí. Trabajó en Pakistán en una empresa multinacional y ha hecho un máster en tecnología, pero soy yo. Nos casamos y después nació mi hija, y un año después le dije: “Bueno, ahora tenemos una niña, tú la cuidas y yo trabajo”, y ella estuvo de acuerdo conmigo. Cuidó a mi hija y cocinaba, y estaba de ama de casa, y así seguimos contentos. (Jamal, 44 años, 16 años en Barcelona)

Dado el carácter relacional del género hemos incorporado también voces de mujeres de la comunidad pakistaní en Barcelona. La mayor parte explica en sus relatos que perciben un aumento de su autonomía y disfrutan de una mayor libertad de movimiento en comparación con Pakistán, lo que sugiere una transformación progresiva en las relaciones de género dentro del contexto migratorio. Este cambio evidencia ciertos ajustes en las actitudes de algunos varones hacia sus esposas e hijas, lo cual se manifiesta en su disposición a aceptar que salgan del hogar con mayor independencia o que las hijas puedan estudiar o trabajar. Varias de las informantes que entrevisté mencionaron que esta tendencia también se observa en los contextos urbanos de Pakistán.

Sin embargo, estas transformaciones no están exentas de tensiones, de manera que se presentan tanto como respuestas positivas como resistencias por parte de los varones hacia la creciente libertad de las mujeres. En algunos relatos, surgieron situaciones extremas de varones que, al no aceptar los cambios en el comportamiento de sus esposas, decidían su retorno a Pakistán y la destrucción de sus documentos para impedir que volvieran a intentar la migración, limitando su capacidad de viajar debido a las restricciones normativas de Pakistán sobre la movilidad de las mujeres para viajar solas fuera del país3. Algunas mujeres pakistaníes relatan que también perciben cambios en el rol de los varones asociados a la paternidad. Una de nuestras informantes narra este cambio de comportamiento positivo hacia sus hijos e hijas desde que llegaron a Barcelona:

Ahora, como tiene hijos mayores, él tiene que pensar que hay que dedicar tiempo a los niños, jugar con ellos, llevarlos al parque. Con sus hijos ha cambiado; es un cambio para ellos. Porque su trato con ellos ahora es mucho mejor, es un muy buen padre, algo que en Pakistán no sucedía. (Yasmin, 40 años, 8 años en Barcelona)

Este testimonio refleja, de acuerdo con Poblete Godoy (2021), cómo los procesos migratorios y el nuevo contexto social pueden implicar cambios en las dinámicas familiares, incluyendo las prácticas y expectativas de los varones que puede derivar, por ejemplo, en una mayor participación de los hombres en el cuidado y una transformación en los roles de género. En resumen, para nuestros informantes el proceso migratorio desde Pakistán hacia Barcelona resulta complejo. La adaptación a las exigencias de un nuevo contexto socioeconómico y cultural les ha obligado a desafiar las normas tradicionales, asumiendo responsabilidades domésticas y desarrollando nuevas formas de masculinidad que coexisten, no sin tensionar, los mandatos tradicionales de su cultura de origen.

Esta hibridación de la masculinidad no es uniforme, sino que depende de las circunstancias individuales y del entorno en el que se desenvuelven, lo que resulta en una gran diversidad de experiencias y respuestas. Mientras algunos varones regresan a los roles tradicionales tras el matrimonio, otros mantienen las nuevas prácticas aprendidas, sugiriendo una evolución más profunda en sus concepciones de género. Así, la migración se presenta no solo como un escenario de reproducción de los mandatos de proveedor y protector, sino también como una oportunidad para la negociación y reinterpretación de la masculinidad, en un constante equilibrio entre lo que se deja atrás y lo que se aprende en el camino.

5. Algunas reflexiones finales

Los resultados preliminares de este estudio etnográfico revelan un complejo entramado de prácticas y percepciones en torno a la masculinidad migrante. Estos hallazgos destacan tanto la persistencia de elementos tradicionales de la identidad masculina como las tensiones y adaptaciones resultantes del contacto con el contexto cultural barcelonés. El análisis de los mandatos de género entre los varones pakistaníes migrantes en Barcelona revela cómo la migración se convierte en un espacio donde las masculinidades se flexibilizan, se adaptan, pero, a la vez, también resisten. En este sentido, la valentía se ve reforzada ante la peligrosidad del trayecto migratorio, el cual es interpretado por los propios varones como un acto de sacrificio personal orientado al bienestar familiar. En este marco, atributos como el coraje, la resistencia y la capacidad de soportar el sufrimiento adquieren un valor central en la construcción de una masculinidad moralmente legitimada.

Estos hallazgos dialogan con investigaciones previas como la de Ahmad (2011) que observa que, para muchos hombres pakistaníes, emigrar a Gran Bretaña constituye una forma de reafirmación identitaria, donde el viaje y el esfuerzo se inscriben como pruebas de hombría. En este proceso, el retorno al país de origen se transforma en un ritual de consagración pública, articulado a través de prácticas de consumo ostentoso que proyectan éxito y estatus, una dinámica que también ha sido observada entre los varones entrevistados en Barcelona. De modo similar, Kukreja (2020) muestra cómo los hombres del sur de Asia que migran irregularmente a Grecia resignifican sus trayectorias de exclusión, riesgo y sufrimiento como actos de coraje.

En lo que respecta al mandato de proveedor, los varones pakistaníes migrantes se ven obligados a negociar sus roles en la intersección entre las expectativas tradicionales de su cultura de origen y las exigencias estructurales del contexto migratorio. Esta tensión da lugar a formas híbridas de masculinidad que combinan elementos de continuidad y transformación. Por un lado, la migración reconfigura su identidad masculina al desplazar atributos que antes les conferían legitimidad —como la educación, la experiencia profesional o la autoridad comunitaria—, los cuales pierden valor simbólico en el país receptor.

Por otro lado, el rol de proveedor no solo se mantiene, sino que tiende a intensificarse, manifestándose en la asunción de trabajos físicamente exigentes, en el envío de remesas y en extensas jornadas laborales, que son interpretadas como expresión de sacrificio y responsabilidad masculina. Estos hallazgos están en concordancia con estudios como el de Yasir (2023) sobre trabajadores migrantes pakistaníes en Milán o el de Khan (2024), que muestra cómo, en contextos de migración circular hacia el Golfo, los hombres Pukhtun resignifican su masculinidad bajo condiciones de subordinación estructural, sosteniéndose a través del aguante físico y emocional, la evitación del conflicto y el sacrificio personal, con el fin de cumplir con sus deberes económicos transnacionales.

En cuanto a las dinámicas familiares, el trabajo de campo ha puesto en evidencia que, aunque los varones inicialmente adquieren habilidades domésticas durante el proceso migratorio, tales prácticas tienden a ser abandonadas tras el matrimonio. Este patrón sugiere una reafirmación de los roles tradicionales de género una vez establecida la familia en Cataluña en algunos casos y, en otros, existe una incorporación de estos patrones a su vida cotidiana posterior a la reagrupación.

Por otro lado, las experiencias y percepciones de las mujeres pakistaníes en la comunidad local sugieren que gozan de una mayor autonomía en comparación con la que tienen en Pakistán. Sin embargo, también hay indicios de que esta mayor libertad puede tener repercusiones entre los varones pakistaníes. En algunos casos de manera positiva, como inmiscuirse más en las actividades de las y los hijos, y otras veces, de manera negativa a través de la imposición de prohibiciones o castigos. La investigación en curso deberá profundizar en el impacto que las dinámicas familiares y comunitarias tiene en la construcción de la identidad masculina en el contexto migratorio. Asimismo, profundizar en el análisis de las semejanzas y diferencias entre los entrevistados según variables clave como la edad, el tiempo de residencia, la situación en el país de origen y el estatus matrimonial.

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