Observaciones sobre la conceptualización del tiempo «específico» de la historia de la salvación.

Abstract

El estudio comienza tratando la diferencia entre el tiempo cronológico y el escatológico que hace difícil comprender el significado del tiempo escatológico ya que no tenemos referentes que nos ayuden a su representación. Lo que llamamos histórico lo es en tanto que vivido por el sujeto. Lo propio de la historia de la salvación es que ocurre en un modo de tiempo diferente que afecta a la historia de las demás historias. Los actos salvíficos suponen el punto de encuentro entre los dos tipos de historias.

Para poder describir el modo específico del tiempo de la salvación es necesario describir lo que entendemos por duración, tiempo, historia, historia salvífica e historia ordinaria. Desde el momento en que se concibe la salvación como historia ésta se convierte en núcleo de la Teología, esto lleva al autor del presente artículo a exponer y discutir los rasgos de las teologías de la historia de la salvación:

1. Carácter apologético (al que dedica la mayor parte del artículo).
2. Atribuir al tiempo de la historia salvífica carácter cronológico.
3. El hecho de que lo que propiamente transcurre en la llamada historia de la salvación, nunca es la salvación, sino los hechos salvíficos o la incidencia de la salvación propiamente dicha en la historia ordinaria.
4. Pensar la historia universal con categoría particulares.
5. Deslizamiento del discurso acerca de la salvación hacia el discurso acerca de la revelación.
6. Validez parcial de las teorías porque son erróneas si totalizan o absolutizan.

En la cuarta parte del artículo se aborda el tiempo específico de la historia de la salvación: la preexistencia de Cristo y el pléroma, la interrelación entre los componentes de la salvación y sus tiempos. El autor concluye, a modo de resumen, afirmando que la teología de la salvación como historia es un habla acerca del tiempo. No del tiempo ordinario o cronológico, referible a la experiencia, sino de un tiempo sin referencia experiencial. El referente de ese lenguaje se distancia del significado, primero a título de tiempo y segundo a título de tiempo sin término de referencia experiencial. Usar o interpretar el lenguaje reduciendo el referente al significado objetual, cósico, no es hablar del tiempo. Reduciéndolo a la evocación de la vivencia del tiempo ordinario, no es hablar del tiempo salvífico. Las proposiciones de un discurso formulado en este lenguaje no pueden constituirse en premisas conducentes a proposiciones que hablen propiamente de la salvación como historia —ni siquiera de la salvación— que es historia.